No sé qué opinais del Estatut. En elEconomista hemos prometido no entrar en política, por lo que no nos vamos a pronunciar sobre él, sólo en lo que afecta a la economía. Nos ha llamado mucho la atención que sólo la mitad de los catalanes fueron a votar. Ello confirma la impresión que teníamos, de que, en realidad, es un tema que preocupaba más a los políticos que a los ciudadanos. Los catalanes no pedían un nuevo Estatut, pero los políticos se lo inventaron para llamar la atención y ganar votos, en lugar de trabajar por atraer las inversiones a Cataluña o impedir que se vayan. Es lo mismo que ocurre con la obligatoriedad de estudiar catalán en todos los colegios. La universidad catalana se está quedando sin estudiantes del resto de España o del extranjero. Hay empresas, como las farmacéuticas, que han trasladado en masa a Madrid su sede porque los directivos, en su mayoría extranjeros, no quieren que sus hijos aprendan a hablar catalán antes que castellano. ¿Qué sentido tiene mantener o reforzar esta norma si va en contra de sus intereses?. ¿Por qué no se deja libertad de elección con el castellano, como se hace en otras comunidades autónomas, véase el Pais Vasco? Lo peor es que siempre son las empresas catalanas las que pagan el pato, como ocurrió con el boicot. Ya es hora de que los empresarios catalanes empiecen a denunciarlo.
P.D. Ya me figuraba que lo de los becarios iba a ser polémico. En elEconomista no les vamos a pedir que lleven el café. Aquí nadie trae el café a otro, eso es más propio de un ministerio. Por supuesto, que tienen mesa, silla, ordenador y teléfono móvil cuando salen fueran. Ellos se incorporan a partir del día 20, tienen una semana con cursos de formación, y desde el 1 de julio van sustituyendo a los redactores que se van de vacaciones. Creo que es una buena experiencia entrar en un periódico recién creado, porque el ambiente es estupendo, se tiene la ilusión por hacer cosas nuevas, que luego se pierde con el paso del tiempo, y más en elEconomista, porque en nuestros estatutos de redacción figura que se pague un sueldo digno a redactores y becarios. Yo mismo entré de becario en Expansión hace 20 años -¡qué horror, cómo pasa el tiempo!, a los pocos meses de fundarse, y os aseguro que no tiene nada que ver con el periódico que es ahora por dentro y … por fuera.