Desde el burladero

Se nota cuando las cosas se preparan con tiempo y cuando se hacen a toda prisa. La cumbre de Washington ha terminado con una declaración de principios, que recoge la peticiones de todo el mundo y no compromete a nada. El documento final defiende el libre mercado a la vez que da rienda a la intervención pública, o promete cumplir en un año cosas que no se han logrado en el último lustro, como reformar el sistema de cuotas de Fondo Monetario Internacional para dar más poder a los países emergentes y concluir el acuerdo de apertura del comercio mundial. Para más Inri, está hecho por Bush y no sabemos muy bien si Obama está dispuesto a aplicarlo. Como no lo esté, ya saben donde va a terminar lo acordado. En fin, una cumbre de papel mojado

Está bien que España esté en la cumbre del G-20. En elEconomista siempre hemos defendido esta opción, debido a que contamos con dos bancos de talla mundial (Santander y BBVA). Pero este asunto no debe convertirse en una cortina de humo que tape la crisis. Lo que debe preocupar al Gobierno en estos momentos es tomar medidas económicas para salir de las dificulatades económicas y las decididas hasta ahora sólo sirven para proteger a los que se quedan en paro pero no para crear empleo nuevo. Para colmo de males, Solbes dice que ya no queda mucho más margen de maniobra porque se ha gastado el dinero en asuntos espúreos. El aparato propagandístico del Ejecutivo funciona estupendamente, pero el intelectual ya es otra cosa..

Se veía venir. Lo que comenzó como una intervención excepcional para dotar de liquidez al sistema bancario puede acabar en una juerga monumental para auxiliar a parados, estudiantes, sectores en extinción o vaya usted a saber qué a costa del sufrido ciudadano. Asumir la mitad del pago de las hipotecas por parte del ICO costará a éste unos 6.000 millones. Pero, ¿quién garantiza que va a recuperar el dinero si los parados siguen en paro dentro de dos años? Estas iniciativas van dirigidas más a postergar un problema, el de la crisis, que a atajar sus raíces. No se puede hacer política económica a salto de mata, es la mejor garantía de que acabemos estrellándonos. ¡Vayan abrochándose los cinturones!