Desde el burladero

Mercadona está en un cambio de modelo de negocio. Actualmente es un hipermercado que cuida al cliente y quiere convertirse en una gran tienda de descuento para contener la caída de ventas por la crisis. Pero debe hacerlo respetando los contratos con sus proveedores y explicando claramente las cosas a sus clientes. No se puede tirar a los primeros por la borda de la noche a la mañana y a los segundos aparentar que es lo mismo siendo diferente. Mercadona está, en fin en una encrucijada difícil. ElEconomista es el único medio que ha intentado contarlo y la reacción ya la conocen ustedes. Lamentable. Es una pena que una gran marca no sepa respetar siquiera un derecho fundamental como la libertad de expresión.

El ministro de Jusiticia, Mariano Fernández Bermejo, ha presentado su dimisión, harto aparentemente de que sus asuntos personales sobre la cacería con Garzón inunden las páginas de la prensa nacional. Sin embargo, hay otra lectura. La pésima marcha de los sondeos en Galicia, que amenazan con devolver la mayoría absoluta al PP, han debido de movilizar a Pepiño Blanco, que no puede permitir que el PSOE pierda este feudo, del que es natural. ¿Es casualidad que Bermejo dimitiera un día después de que se conocieran estos sondeos? Hace tiempo que no confío en las casualidades.

El gobernador del Banco de España admite, por fin, que va a ser necesario intervenir alguna entidad financiera. La mayoría de las cajas no podrán aguantar la crisis y las cuatro o cinco sanas que hay son incapaces de absorber al resto. Es decir, que la única manera de sostener el sistema financiero español es mediante inyecciones de capital. La cuestión es ¿a qué espera el Banco de España?, ¿no corremos el riesgo de que las entidades financieras comiencen a tener problemas cuando las del resto del mundo empiecen a recuperarse porque se han recapitalizado antes? Es decir, que cuando todos se recuperen, España podría sufrir otra recaída. Esto de no reconocer las dificultades hasta que estás en el hoyo, como hizo Zapatero, es ridículo. Siempre fue mejor prevenir que curar.