Desde el burladero

El Gobierno prometió el viernes no subir los impuestos. Pero ayer nos enteramos de rondón que se elevan cinco puntos las cotizaciones sociales más altas para corregir el déficit de la Seguridad Social. Una subida que se añade a la acometida ya en este ejercicio de un tenor similar. Es reprochable que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, incremente las cotizaciones con nocturnidad y alevosía y, además, lo haga sobre las nóminas de los empleados, en un momento en que las empresas luchan por mantener sus puestos de trabajo. Me parece, además, una tomadura de pelo que Montoro diga que no van a subir los impuestos y luego nos cuele un incremento de las cotizaciones. Impuesto no, cotizaciones sí. ¿Y qué más da? Con la excusa de un término técnico vuelven a meternos la mano en el bolsillo. Eso sí, gastos en asesores y estructura administrativa, intacta. Sinceramente, no veo de dónde vendrá la recuperación, si no hay ni un incentivo para crear empleo, sino que se penaliza este.

Las grandes líneas de los presupuestos para el próximo año recogen unas previsiones sensatas. En algunos casos, incluso modestas, como es el caso del PIB que estima en el 0,7 por ciento, cuando muchos miembros del Gobierno elevan al 1,2 por ciento esta cifra. La previsión más cuestionable es, como siempre, la del déficit. Con un incremento del techo de gasto del 2,7 por ciento y la promesa de no hacer más ajustes y tampoco de subir  los impuestos, el cumplimiento del déficit sólo se conseguirá si la economía marcha mejor, como prevé el Gobierno. La experiencia de los últimos años muestra que las revueltas árabes complicaron las primaveras o el napalm sirio, a punto estuvo de revolvernos el otoño. Ahora es Berlusconi quien pone en jaque a Italia y a la Unión Europea, pero otro día puede ser Artur Mas. Eso por no mencionar que ni autonomías ni Estado cumplen el déficit en lo que va de año. Vamos a ver qué pasa.

¡Menos mal que no nos gobierna la izquierda! Me parece increíble que el Centro Económico y Social (CES), que reúne a patronal y sindicatos critique la reforma de las pensiones porque en el futuro no se ligará su evolución a la del IPC y no se recuperará el poder adquisitivo perdido en épocas de bonanza. Mi pregunto cómo piensan pagarlas, si cuando la economía va bien las suben y cuanda va mal nadie las ajusta, como mucho las congelan. El envejecimiento de la población española, la caída de las cotizaciones a la Seguridad Social y el descenso del poder adquisitivo augura problemas para sufragar nuestras pensiones. La reforma acordada por Báñez si acaso peca de timorata.

Por primera vez en mucho tiempo he visto hoy llena de sensatez a la ministra de Sanidad, Ana Mato, cuando ha dicho que no podemos permitir que se marche Eurovegas por un problema legislativo sobre el tabaco. Las palabras están bien, pero me pregunto porqué no presenta una proposición de ley al respecto. La inacción de este Gobierno es desesperante. Reconocen el problema, prometen resolverlo, pero cuando ponen la solución ya es demasiado tarde. Le recuerdo a Ana Mato que la legislación para perseguir el dopaje se cambió el jueves anterior a la decisión sobre la sede de los Juegos Olímpicos del 2020 tomada en Argentina. Las dudas al respecto provocaron que este asunto fuera clave en la decisión de eliminar a Madrid. ¿Por qué no se cambió la ley meses antes? Y no sin tiempo suficiente para que fueran conocidos los cambios internacionalmente. Lentitud, burocracia, ya se verá, en fin…qué quieren que les diga

Merkel rozó ayer la mayoría absoluta, lo que le permitirá gobernar cómodamente durante otros cuatro años más. El éxito de los comicios representa, desde mi punto de vista, un respaldo a la política de austeridad y de mano dura de Merkel con el Sur. También es un espaldarazo al euro. Los alemanes no quieren abandonar la moneda única, son conscientes de que necesitan el euro  para exportar, pero no quieren pagar las facturas de los demá ó los derroches de griegos, italianos o españoles. La primera lectura es que la canciller debería endurecer sus exigencias hacia el Sur, que había suavizado en los últimos meses por los comicios, a la luz de los resultados. Se confirma el repaldo a una europa germánica. Más nos vale, porque como sigamos los pasos de los gobiernos del Sur de Europa vamos de cabeza al precipicio.

El presidente catalán, Artur Mas, apuesta por la argentinización de Cataluña. El titular podría ser el de portada de cualquier periódico autonómico, después de que ayer defendiera que Cataluña podría tener euros, aunque no pertenezca a la Unión Europea. ¡Qué gran idea! Conozco un país que tiene dólar sin pertenecer a Estados Unidos, su nombre es Argentina y el valor en el mercado paralelo se hunde cada día que pasa. Si Cataluña sale de la Unión Europea, como han dicho dos comisarios en los últimos días, de poco le servirá tener el euro, ya que no podrá disfrutar de la protección del Banco Central Europeo y, por contra, sufriría todos las restricciones de la política monetaria europea. Al final, lo más probable, como en Argentina y en otros países que han hecho el experimento, es que existe una cotización oficial y otra real en el mercado negro. Lo único que conseguiría es generar desconfianza y provocar que las multinacionales salieran en estampida. Un desastre. Es una pena que el presidente de la Generalitat defienda la argentinización de Cataluña, en lugar de admitir la realidad.

La decisión del presidente de la Reserva Federadl, Bern Bernanke, de mantener los estímulos provocó un subidón de la bolsa americana y abre las puertas a una nueva revalorización del resto de los índices bursátiles de aquí a finales de año. Se da la paradoja, sin embargo, que la prudencia de la Reserva Federal se debe a la falta de fortaleza de la economía americana y a la incertidumbre sobre la creación de empleo. ¿Por qué suben, entonces, los mercados? Porque se trata de un estímulo artificial para abaratar el dinero e inundar de liquidez el sistema. Es decir, que estamos creando una burbuja que en algún momento se desinflará. Como se suele decir, aproveche lo bueno mientras dura, pero con precaución.

La cadena humana que recorrió todo Cataluña es todo un éxito desde el punto de vista mediático. La iniciativa es muy ingeniosa y una demostración de que el movimiento independentista no es una broma y que tiene respaldo en la población. Hace bien el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, en hablar de una nueva estructura financiera del Estado sin romper la unidad de este. Es evidente, que el Gobierno de Mariano Rajoy tendrá que sentarse, tarde o temprano, a tratar este tema con Artur Mas. La estructura autonómica aprobada en la transición se ha quedado obsoleta, el ‘café para todos’ de la era Aznar no es sostenible mucho tiempo. Mas, atrapado entre el independentismo de ERC y el catalanismo del PSC, es el gobernante indóneo para llegar a un acuerdo, ya que se juega la supervivencia de CIU, su partido, y de su propio cargo. Entre los economistas es un grito a voces que Cataluña es autosuficiente desde el punto de vista económico, como los son las repúblicas bálticas, aunque durante los primeros años su economía sufriría una fuerte contracción, al igual que la del resto del Estado. Sobre todo, si quedara fuera del euro. La ruptura no conviene a nadie.

Todo obedecía, sin duda a una estrategia preparada de antemano. Varios ministros se desgañitaron la semana anterior alabando los progresos de la economía española. El G20, y hasta Obama, compraron el discurso de optimismo de Rajoy sobre la economía española. El broche final iba a estar en Argentina, donde todos aspiraban a que los enormes esfuerzos españoles fueran recompensados con los Juegos Olímpicos para Madrid. Pero los miembros del Comité Olímpico no lo vieron así. Ven un país débil, cuya evolución económica aún entraña peligros de regresión  y de revueltas sociales. Y sobre todo, ven un país asolado por la corrupción, que no ofrece garantía alguna para contra los escándalos de dopaje. Con la ‘Operación Puerto’ resuelta a la española, es decir, tapando las pruebas y los culpables, y algunos corredores de élite como Contador en el ojo del huracán. El conflicto de Gibraltar ha hundido más nuestra reputación y nos mermó apoyos. Toda una lección de humildad para todos y una muestra palmaria de que la Marca España es un fiasco, del que nadie se fía más allá de nuestras fronteras. Los políticos nos han vendido humo una vez más. Siguen sin hacer los deberes.

Obama elogió esta semana la buena marcha de la economía española. A su llegada al G-20, cogió a Rajoy del brazo y le susurrró su respaldo  a las reformas emprendidas que nos han colocado ya en la senda de la recuperación, según el Gobierno. Pero unos días después conocemos que Rajoy está dispuesto a dar su apoyo a Obama sin contemplaciones en su ofensiva contra Siria. Lo que probablemente se traduzca en la autorización para usar las bases españolas. Parece obvio que lo de Obama fue más bien un cortejo en busca del apoyo español, que un convencimiento sobre nuestra economía. El Gobierno tiene ahora un problema: prometió actuar dentro de la legalidad y esperar a conocer las inspecciones de la ONU. Sería bueno no dar pasos en falso, como hizo Aznar, de los que haya que arrepentirse.