El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunció ayer por primera vez en esta legislatura una tímida bajada de impuestos para los contribuyentes con salarios de hasta 12.000 euros, que quedarán exentos de tributar. La medida no arregla la economía, porque el impulso para el consumo será mínimo, ya que este tipo de contribuyentes apenas paga impuestos. Por tanto, se puede afirmar que más que una medida para estimular la actividad se trata de un gesto, que debería tener continuidad en el futuro. Para impulsar el PIB, Rajoy debería reducir los impuestos a las rentas medias y altas, que representan la mayor parte del consumo. Pero las cuentas no salen en estos momentos para hacerlo posible. En cuanto, a la medida estrella, la reducción de cien euros de la cotización social, también es necesario elogiarla. Aunque su impacto, de momento, sea más publicitario que real ya que va acompañada de la obligatoriedad de aumentar la plantilla. Una circunstancia que sólo un pequeño número de empresas pueden permitirse en estos momentos, sobre todo teniendo en cuenta que la compañía tendrá que devolver el incentivo si despide al contratado indefinido antes de tres años. Una vez más, da la impresión que se optó por ello en lugar de reducir las cotizaciones sociales, como piden los empresarios, que resulta mucho más oneroso. En definitiva un paso tímido en la buena dirección, que se agradece, pero que es insuficiente para impulsar la actividad.