Desde el burladero

Viendo el esfuerzo de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, para sacar la reforma de la administración adelante empiezo a entender porqué Montoro le desafío  el viernes durante el consejo de ministros. El texto de la reforma abre la puerta a los despidos de laborales o al traslado de plaza cuando se considere oportuno  por motivos económicos o por reorganización del trabajo. SIn embargo, Montoro cortó en seco con las expectativas de más salidas de personal, al señalar en la rueda de prensa del viernes que era una reforma a dirigida sólo a mejorar la eficiencia de la administración, no a achicarla más. Algo que veo bastante difícil, dada las dificultades que hay en la administración para mover a alguien de sitio.

Me llena de inmensa pena que la Agencia Tributaria haya tenido que reconocer que la Infanta no ingresó 1,4 millones de euros por la venta de fincas, como había publicado recientemente. A partir de ahora, cuando Hacienda me envíe el borrador de la declarción de la Renta, tendré mucho cuidado de que no me imputen ingresos o gastos de otros. La información fiscal ha perdido su credibilidad. Pero aún me sorprende más que si Hacienda daba por bueno que la infanta ingresó 1,4 millones, nadie le reclamara el pago de impuestos por esas transacciones. Creo que si en vez de la Infanta hubiéramos sido usted o yo, habría tardado dos segundos en exigirnos el pago de impuestos o en abrirnos un expediente sancionador. La única conclusión, a la que puedo llegar es que nadie se ocupó de revisar la declaración de la Renta de la Infanta en estos últimos años. Millones de ciudadanos estamos bajo la lupa de Hacienda, de manera que cualquier movimiento es requerido con justificante, mientras unos pocos campan alegremente. No me extraña que Urdandarín urdiera toda una red para defraudar al Fisco vista la escasa o nula  vigilancia existente sobre él y su esposa.   A partir de ahora que no nos vengan con cuentos como los de que Hacienda somos todos.

La posible opa de AT&T sobre Telefónica va perdiendo gas. Un ministro del Gobierno llevaba varias semanas presumiendo de que el Gobierno había parado una opa sobre la empresa española, pero a la hora de la verdad ni el ministro de Industria, José Manuel Soria, ni la vicepresidenta , Soraya Sáenz de Santamaría, lo han confirmado. Es más, esta última negó tajantemente que se hubiera consultado al Ejecutivo. Al final, todo puede obedecer a los fondos que llevan tiempo diseñando una operación de compra para la mayor teleco del mundo. Hace unas semanas el novio fue Vodafone, que finalmente tampoco resultó verosímil. Lo extraño es que un miembro del Gobierno le diera carta de naturaleza a la operación. Mejor así. Ha sido como una tormenta en una botella.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es un zorro viejo de la política, como suele decirse. Esta mañana, en el Congreso ha marcado las líneas rojas de su política económica: no habrá subida del IVA ni alargamiento de la edad de jubilación. Esto último contradice las palabras de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, hace unos días. Pero, en realidad, no hablaba para la galería, sino para Rubalcaba, que este fin de semana le había dicho que no iba a firmar nada sobre pensiones sin la bendición de los sindicatos. Justo lo que acaba de prometer Rajoy, que las pensiones no se mueven. Luego hemos sabido que este mediodía en una conversación telefónica, Rubalcaba y Rajoy cerraron un compromiso para presentar una postura común ante la Unión Europea. Ni más reforma laboral, ni de las pensiones y en cuento se pueda bajará impuestos. La legislatura de las reformas toca a su fin.

La incertidumbre se adueñó ayer de los mercados de valores de todo el mundo. ¿El motivo? Nadie sabe muy bien porqué. Unos culpan al Bundesbank, que volvió a la carga contra la política del Banco Central Europeo (BCE) en vísperas de la reunión de su Tribunal Constitucional sobre la política monetaria, otros creen que los inversores se adelantan al verano y comienzan a plegar velos y aún hay otros, que lo atribuyen a la falta de estímulos del Banco de Japón en la reunión del lunes de madrugada. Es paradójico, que el signo de los mercados dependa de decisiones tomadas mientras la mayoría de los ciudadanos occidentales dormimos. Es imposible saber qué ocurrirá a la mañana siguiente.

No entiendo el empeño que tienen medios de primer nivel en criticar Elpidio José Silva, el juez que envió esta semana, a prisión a Blesa sin fianza. Alegan que el Fiscal está en contra o que existe un expediente disciplinario abierto sobre este asunto por el Consejo General del Poder Judicial (CGPj). Pocos se pregunta, sin embargo, el motivo del expediente disciplinario. Según publica hoy elEconomista, se debe a una sentencia sobre el uso fraudulento de billetes de metro. Una anécdota, teniendo en cuenta lo más de 20 años de trayectoria profesional y de sentencias. En cuanto al Fiscal, es necesario recordar que su criterio está marcado por el Gobierno, como se ha visto en el caso de la Infanta. ¿Qué interés tiene este en defender a Blesa? Bueno, no hay que olvidar que es un banquero del PP y, sobre todo, gran amigo de Alberto Ruiz Gallardón, quien curiosamente era el gran rival de la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien pujaba por echarlo. Blesa se apoyó en Gallardón para continuar en su trono de la plaza de Castilla. El obelisco que preside esa plaza fue un regalo de Caja Madrid. Casualmente Gallardón es el ministro de Justicia y quien dicta la política fiscal. ¿No estarán politizando este caso para salvar al banquero amigo? Empiezo a sentir vergüenza ajena.

El gobierno  está eufórico por el buen dato de paro de mayo. Enhorabuena, ojalá hubiera muchos así. Ahora bien, es pronto para lanzar las campanas al vuelo y asegurar que se ha producido un cambio de tendencia en el mercado laboral. Las primaveras son engañosas en nuestro país, porque comienza la temporada de verano en el que aumentan las contrataciones. Hasta septiembre, en que buena parte de estos contratos se rescindirán no podremos cantar victoria y asegurar realmente que empezamos a destruir menos empleo. Tampoco se puede vender el éxito de la política económica del Gobierno, aunque «estemos necesitados de buenas noticias», como señala Rajoy. Creo que el presidente debe aplicarse la receta que nos dispensa a los demás: paciencia

Aunque el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aseguró que seguiría su camino en respuesta a la petición de Aznar de bajar los impuestos y cambiar la política fiscal para impulsar el crecimiento, los hechos comienzan a contrardecirlo. La semana pasada aseguró en dos ocasiones -la última ante el Círculo de Economía de Cataluña- que no subirá más los impuestos y que reducirá el IRPF en cuanto pueda, si es posible en 2014. Además, la vicepresidenta segunda, Soraya Sáenza de Santamaría, sustituye a Montoro en la coordinación de la política económica. Hace bien en acabar con la política fiscal del ministro de Hacienda. Lo malo es que la falta de recorte de la administración durante estos años impedirá una pronta bajada de los gravámenes, como sería deseable.