Desde el burladero

El Gobierno portugués decidió aplicar la denominada ‘acción de oro’ para manter el control de Vivo sobre Portugal Telecom, al más viejo estilo ordeno y mando. El Ejecutivo de Sócrates intenta retener mediante la aplicación de una ley contraria al derecho comunitario lo que no ha logrado en los mercados, ya que el 74 por ciento de los accionistas se mostró favorable a la oferta presentada por Telefónica. La empresa española presidida por César Alierta emprenderá ahora un doloroso ‘vía crucis’ en los tribunales para recuperar por la vía de la Justicia lo que le han quitado de manera ilegítima. Probablemente resulte humillante para los portugueses aceptar la derrota de Vivo, al día siguiente de irse del mundial por culpa de la selección española, pero esto son cosas que no se programan. Hay que saber perder con dignidad. Uno no puede invocar a Europa sólo para lo que le interesa.

La sentencia del Constitucional sobre el Estatut consagra el término nación para referirse a Cataluña, aunque le quita el efecto jurídico. Una manera salomónica de dar la razón a alguien en términos lingüisticos quitándole las implicaciones prácticas. También pone en su sitio a la Generalitat sobre la igualdad entre el catalán y el castellano y suprime sus atribuciones fiscales. Propuestas todas ellas sensatas, que cualquier persona en su sano juicio aceptaría. El problema es que se dicta en vísperas de unas elecciones autonómica catalanas y el peligro de que se instrumente políticamente por los partidos nacionalistas es enorme. Espero que la polvareda política que levante no desvíe la atención de los problemas económicos que nos atenazan.

El Reino Unido anunció ayer un recorte de 140.000 millones, muy superior a los 100.000 euros del francés o los 80.000 del alemán. Lo paradójico es España, que siendo la economía que menos crece de estas cuatro, acomete el recorte más pequeño: sólo 50.000 millones, de los que sólo están concretados 15.000. Los otros 35.000 ni siquiera conocemos de dónde van a salir. Zapatero confía en que todo se recupere en 2012, pero eso pensaba también en 2008 sobre 2009 y seguimos en crisis. Es evidente que el ajuste español, aunque el país sea más pequeño y pobre que el resto, es insuficiente. Hasta que no se acometan nuevas medidas, los mercados seguirán castigándonos. El riesgo de impago crece.

La economía alemana mejorará el 1,9 por ciento este año y se colocará a la cabeza del crecimiento en la Eurozona. A ello contribuirá, sin duda, la caída de la cotización del euro, que abarata sus exportaciones. Lo que nadie se explica es dónde está la supuesta depresión que iba a provocar el plan de ajuste de 80.000 millones anunciado por la canciller Angela Merkel. La teoría de que el recorte del gasto mermará el crecimiento no se ha cumplido, una vez más. Lo que se trata es de recuperar la confianza y de liberar recursos que se encuentran mal utilizados. ¿Alguién del Gobierno podría explicárselo a Zapatero?

Siempre tuve la idea de que un portavoz oficial es alguien ponderado, elegido por su buen criterio y su sentido común. El portavoz del Gobierno, Félix Monteira, me llamó a medianoche del martes a voz en grito, con malos modos, nervioso perdido por la información de elEconomista de ayer sobre el plan de rescate que diseñan la UE y el FMI para España. Me exigió que parara la imprenta para incluir un desmentido, me recordó varias veces seguidas que él era el portavoz oficial y yo no, sólo el director de un periódico económico, apeló a mi responsabilidad por el daño que podía hacer a los mercados y al país entero y, finalmente, entró en ira cuando le recordé que aquí la única responsabilidad es la del presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, que no gobierna y ha llevado a la economía a una situación cercana al caos. En elEconomista siempre nos hemos distinguido por informar con el mayor rigor y libertad posibles, que él pretende cercenar con autoritarismo. Han perdido los papeles.

Las declaraciones de un portavoz húngaro hundieron el viernes las bolsas. El dichoso portavoz lo era del gobierno entrante y su objetivo era más criticar al anterior, que descubrir la situación real del país. Lo mismo ocurrió en Grecia con Papandreu, cuando empezó a sacar a la luz los trapos sucios del Ejecutivo anterior ó en España cuando Aznar sucedió a González y luego a éste le sustituyó Zapatero. Los gobiernos tienen la mala costumbre de poner a parir al predecesor en un divertido ejercicio de desquite político. Una práctica que se convierte en una irresponsabilidad, dadas las circunstancias actuales.