Jueces sin criterio

 

La detención de dos empresarios navarros, Arpiroz y Salaregui, por pagar presuntamente a ETA está generando una gran polémica en medios empresariales. Es cierto que la ley prohíbe colaborar con la banda terrorista, pero también lo es que el Estado tiene la obligación de proteger a todos los ciudadanos y si éste no lo puede hacer, como es el caso, los ciudadanos tendrán que utilizar sus propios medios, ya que la vida es lo primero. Pagar por miedo a perder la vida es, por tanto, un eximente. Pero aún me parece peor que se los detenga, se los tenga 72 horas en prisión y los suelten sin cargos. Entretanto, se ha causado un perjuicio a su reputación y a la de sus empresas. Si no había garantías de las acusaciones, no habría sido mejor citarlos a declarar y dejarlos ir tranquilamente. El juez Fernando Grande Marlaska debería ser más cuidadoso en estas cuestiones, en las que se pone en juego el empleo de muchas personas.

3 comentarios en “Jueces sin criterio”

  1. jal dice:

    Los empresarios que pagan el impuesto son tan terroristas como los que les chantajean; y de eso hay mucho en el País Vasco y Navarra. Lo tengo clarísimo. Se debería publicar una lista para saber quiénes son los miserables que financian a ETA.

  2. MIKI dice:

    Lo que resulta sorprendente es la situación procesal en que han quedado: » … en libertad CON CARGOS». ¿Pagaban el impuesto revolucionario voluntariamente, sin la concurrencia del miedo o temor por sus vidas y la de sus familias?

  3. Albertus dice:

    Despojemos a los hechos de excusas y manidos eximentes. ¿Para que servirá ese dinero?… Efectivamente, para eso mismo. Mientras, hay otras personas que se juegan la vida elevando su palabra en un ambiente moralmente podrido, dentro del cual la discrepencia explicaría su lugar en la diana. Y es que por aquí se vive muy bien ¿verdad? Se calla, se paga y se mira para otra parte. Si usted expone la situación a su justa luz, se torna en un provocador que atenaza nuestra vigilada, pero segura libertad. Y para los que no terminen de querer verlo como es: extrapolen esa actitud a cualquier otro ámbito de sus vidas; interiorícenlo y califíquenlo: miserables cobardes. Es duro, pero es cierto. Lo demás son vestiduras.

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