Política Monetaria
- 07/09/2021, 06:30
La reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) que tiene lugar este jueves es una de las más importantes de los últimos meses para la institución.
La reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) que tiene lugar este jueves es una de las más importantes de los últimos meses para la institución.
El Banco Central Europeo (BCE) anunció el pasado noviembre que los habituales test de estrés a la banca de la zona euro incluirán el año que viene los riesgos climáticos y medioambientales, debido a su importancia para la economía y su posible impacto financiero en las entidades. Sin embargo, el sector ya está alertando de que no tendrán los datos de sus clientes que necesitan a tiempo. Según recoge Bloomberg, gran parte de dichos datos no estarán disponibles hasta 2023.
El BCE no cambiará su hoja de ruta en la reunión de este jueves. Su argumento sobre la inflación transitoria sigue siendo válido pese a todo. El IPC ha sorprendido al alza en la zona euro con la tasa de variación más alta desde hace diez años. El IPC general se ha situado en el 3% en agosto, frente al 2,2% de julio, mientras que el subyacente (no pondera energía ni alimentos sin procesar) se ha establecido en el 1,6%, frente al 0,7% de julio. Esta fuerte subida de la subyacente (que puede preocupar al BCE) explica buena parte del alza general en agosto. Esta vez, la clave está en el avance (en principio temporal) de los precios de los bienes no relacionados con la energía, que pesan un 27% en la cesta del IPC general. El BCE parece que puede respirar por ahora. Su argumento sobre una proceso inflacionario temporal sigue siendo válido, en teoría.
Termina una semana más caracterizada por nuevas marcas históricas de la electricidad en el mercado mayorista. Pero lo más preocupante es la falta de todo viso de corrección.
La recuperación económica y del empleo puede verse eclipsada por el aumento de la inflación. Desde comienzos de año, el ritmo de incremento de los precios se ha acelerado. Este hecho puede tener consecuencias negativas para la economía.
El Banco Central Europeo (BCE) anunciará la reducción de su programa de compras contra la pandemia en diciembre, según el consenso de los analistas consultados por el medio americano CNBC. La mejora de la economía y una inflación al alza serán clave para que el BCE dé este paso a la normalización.
La división en el seno del Banco Central Europeo empieza a ser preocupante. Tras el sorprendente dato de inflación en agosto (el más alto desde 2011), el fuego cruzado se ha intensificado. Los 'halcones' (defienden una política monetaria más restrictivas) afilan sus garras y piden cierta normalización monetaria aprovechando que la inflación resurge y las condiciones financieras son buenas. Sin embargo, las 'palomas' (apuestan por una política monetaria más acomodaticia) creen la inflación es transitoria y los riesgos a la baja para la economía siguen siendo elevados.
Los mensajes que los distintos miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) van lanzando en las últimas semanas son globos sonda, pistas para los mercados, pero muy importantes para conocer cómo se están posicionado de cara a la reunión de la semana que viene.
"El dato de inflación de este martes causará sudores en las manos (de los miembros del BCE), pese a que no existe gran evidencia sobre unos precios estructuralmente más altos", asegura Bert Colijn, economista de ING en Ámsterdam. La presión aumenta sobre el Banco Central Europeo y puede generar algún quebradero de cabeza, pero por ahora no parece suficiente como para que el banco central cambie su hoja de ruta.
La crisis actual nos va a dejar de herencia unos niveles de deuda de gobiernos muy elevados. Desde el año 2009 los bancos centrales han convertido mecanismos no convencionales en convencionales situando los tipos en niveles nunca vistos, en el caso de Europa situándonos mas allá incluso que Japón.
El precio mayorista de la electricidad sigue al alza de forma imparable, batiendo nuevos récords en un contexto donde los agentes económicos perciben que las medidas del Gobierno para contener la escalada del precio no están siendo eficaces, así como el anuncio de que estos precios seguirán creciendo hasta mediados del año que viene. Pero la electricidad y los combustibles son una parte fundamental en la cesta de consumo de los ciudadanos mientras que se nos anima a caminar por una senda verde de transición ecológica que está llena de buenas intenciones mientras nos vacía los bolsillos en silencio.
Francois Villeroy de Galhau, uno de los miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo con mayor peso (es el gobernador del Banco de Francia), ha asegurado que sus colegas del Consejo y el equipo del BCE deberían tener en cuenta la mejora de las condiciones financieras en la región cuando decidan cuál debe ser el ritmo de la compra de bonos la próxima semana. Estas declaraciones dejan entrever que una reducción o desaceleración en de las compras es posible.
Las bolsas de Europa cuentan con el apoyo de Wall Street para el denominado desde Ecotrader como "último latigazo alcista". "Como venimos reiterando, esperamos subidas del Nasdaq 100 hacia la zona de los 15.700/15.850 puntos, escenario que está tomando cuerpo, y salvo sorpresas todo apunta a que así sucederá en próximas sesiones", explica Carlos Almarza, analista del portal de estrategias de inversión de elEconomista.
Si preguntamos a alguien si sabe dónde se están tomando en estos días las principales decisiones clave para el futuro de la economía mundial estoy convencido de que nos diría que en algún lugar emblemático del mundo. Sin embargo, ese lugar se encuentra alejado de las grandes capitales, a pocos kilómetros de donde vive el oso Yogui, en un lugar llamado Jackson Hole, donde se reúnen los principales representantes de los bancos centrales mundiales protagonizado por la Fed. Este evento podría marcar un punto de inflexión y una nueva hoja de ruta en la política monetaria de la Fed y, con ello, marcar las decisiones de sus principales “followers” como son el BCE y el Banco de Inglaterra que más temprano que tarde se verán obligados a marcar las decisiones de la Fed con un “like” debido a la globalización de la economía y el efecto sobre el euro y los mercados financieros.
En la pasada reunión del 22 de julio del BCE, el Consejo de Gobierno adoptó la decisión histórica de cambiar, por primera vez en 18 años, su estrategia con la modificación de los objetivos de inflación. Las actas revelan que se adoptó por unanimidad, pero hubo un intenso debate sobre la orientación de los tipos de interés. Hasta el punto que el documento refleja la desconfianza de algunos miembros del órgano de gobierno del banco central.
Quizá los bancos centrales hayan hecho lo correcto imprimiendo tanto dinero. Por el momento, los efectos son como una inyección de azúcar en vena y el resultado son unos mercados financieros vigorosos y, en general, un fortalecimiento de los activos a largo plazo. El efecto en la sensación de riqueza que los inversores están disfrutando hace que consuman más y, entonces, se crea una segunda ola de beneficios con este gasto. Sin embargo, aquellas personas que no tienen activos bursátiles de renta variable o inmobiliarios de poco se han beneficiado. El desempleo sigue alto y los sueldos no se están ajustando a una inflación que va al alza.
El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) volverá a reunirse en poco más de dos semanas, el 9 de septiembre. Como cada trimestre, anunciará sus previsiones económicas para la Eurozona y, según ha anticipado Luis de Guindos, podría revisarlas al alza.
De nada han servido los reclamos de los supervisores (Banco de España y BCE) al sector financiero para que siguiera aumentando el nivel de provisiones ante las alertas de una posible subida de la morosidad y un aumento de los deterioros de los activos por la incertidumbre de la crisis sanitaria. Las entidades de nuestro país han empezado a reducir drásticamente su colchón tras los esfuerzos realizados el pasado ejercicio, cuando llevaron cabo dotaciones extraordinarias para afrontar la pandemia.
Decir que el éxito de las criptomonedas se debe a la desconfianza en los bancos centrales es probablemente exagerado. Mucha gente que invierte en criptos ni siquiera sabe cuál es el papel de los bancos centrales en la economía. Lo que sí creo que hay es una desconfianza generalizada en la banca, incluyendo los bancos centrales, que ayuda al desarrollo de las criptomonedas.
En su empeño por hacer llegar el crédito y estimular la economía real sin dañar (o haciéndolo lo menos posible) el negocio de la banca de la eurozona, el BCE compensa el castigo al dinero aparcado -el tipo de interés negativo del -0,5% que aplica al exceso de liquidez de la entidad de la eurozona- con préstamos ventajosos, los TLTRO, a los que solo tienen acceso las mismas entidades financieras.
La reducción en la cartera de activos tóxicos (de carácter inmobiliario en su mayoría) de la banca española vuelve a coger ritmo. El pasado semestre el peso de esta rúbrica en sus balances descendió casi un 5% con respecto al año anterior.
El euro suma su peor racha de caídas diarias consecutivas de toda la pandemia, ocho sesiones, en su cruce con el dólar, hasta hundirse en mínimos del año. La moneda común se intercambia por algunos centavos más de 1,17 dólares y se deprecia ya cerca de un 5% desde máximos del año, los 1,23 que alcanzó en enero.
Pese a que el primer programa de expansión cuantitativa (QE) de la Reserva Federal de EEUU (Fed) está a punto de cumplir 13 años y el del BCE, seis, aún no se comprende bien ni el derecho ni el revés de estos planes. Mientras que para unos dispara la inflación, otros lo consideran esencial para el crecimiento y temen que el debate de julio en el seno de la Fed sobre la retirada gradual de la QE signifique el final del mercado alcista. Sin embargo, ambos parten de la falacia absoluta de que los programas de QE son estímulos, cuando ni lo son ni nunca lo han sido (en realidad, son más bien lo contrario). No se deje intimidar por su retirada gradual: no hay nada que temer.
El IPC interanual creció el mes pasado un 5,3% en la primera potencia mundial, según los analistas, tras batir las expectativas en junio y subir un 5,4%, el mayor ritmo desde la Gran Crisis Financiera. El mismo índice de precios pero sin incluir energía ni alimentos aumentó un 4,3%, tras otro 4,5%.
Las tensiones inflacionistas recientes suscitan la cuestión de si ha llegado el momento de que suban los tipos de interés, tanto en Estados Unidos como en la Eurozona.
Los motores llevaban resonando algún tiempo, pero fue el pasado 23 de julio cuando el BCE finalmente dio el pistoletazo de salida y los bancos españoles se han lanzado a la carrera. Quieren recuperar su atractivo por la vía del dividendo y para ello destinarán unos 6.500 millones de euros a premiar a sus accionistas solo con cargo al beneficio que logren este año. Llevan año y medio sin poder decidir qué hacer con la retribución al accionista, en una suerte de intervención pública de la banca por parte de las autoridades, desde que Fráncfort decidiera limitar los pagos al 15% máximo del beneficio -o vincularlo a la generación de capital, en el caso de entidades en pérdidas como Santander-. Pero el 30 de septiembre se acabarán las prohibiciones y casi todas las entidades nacionales han querido adelantar cuál será la política que retomen con cargo ya al resultado de este ejercicio. Consulte aquí El calendario de próximos dividendos de la bolsa española
"Una decisión del Banco Central Europeo (BCE) en septiembre sobre el futuro del programa de compras de deuda de emergencia [PEPP, por sus siglas en inglés] sería prematura". La idea por sí sola sería suficiente para relajar el interés que se exige a la deuda de los países de la eurozona en el mercado secundario. Pero gana enjundia según quién la exponga, y cuándo, en pleno agosto, sin muchas más referencias para comparar.
Parece que empezamos a tener miedo a la inflación. Los datos últimos comienzan a no ser buenos. Si en febrero se publicaba que era del 0% en tasa interanual, en junio hemos alcanzado el 2,7%, igual que en mayo, y también en tasa interanual. Cabría esperar ¡por fin! una política monetaria más restrictiva, es decir, que subieran los tipos de interés para atajarla. Pero abandonen toda esperanza: no va a ser así.
Las caídas con las que las principales bolsas de Europa y EEUU arrancaron la semana, tras las crecientes preocupaciones por el avance del virus y las cada vez más elevadas perspectivas de inflación para la economía global, quedan atrás a cierre semanal. En la sesión del viernes, un día después de la reunión del Banco Central Europeo -en la que se conoció que mantendrá los tipos bajos o incluso en negativo durante más tiempo para llevar la inflación al 2%-, el Ibex 35 logró superar con creces la resistencia de 8.660 puntos, lo que supone un signo claro de fortaleza que muestra un suelo fiable del selectivo.
El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este viernes levantar la prohibición que impuso a los bancos a distribuir dividendos, por lo que esta medida se hará efectiva a partir del mes de octubre, tal y como había adelantado el presidente del Consejo de Supervisión, Andrea Enria, hace varias semanas.