Los miembros del Comité de Mercados Abiertos de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés), se encuentran entre la espada y la pared. Su defensa sobre el repunte de los precios, que hasta ahora calificaban de transitorios, mostró sus primeras grietas en los datos de inflación correspondientes al mes pasado.
Sobrepasando las expectativas, los precios al consumo en Estados Unidos continuaron su potente escalada en mayo, con un incremento del 5% respecto a hace un año, hasta alcanzar así la mayor tasa de inflación anual en casi 13 años. Su lectura subyacente, que deja de lado las categorías de alimentos y energía, normalmente mucho más volátiles, aumentó un 3,8% en mayo con respecto al mismo periodo de 2020, lo que supone el mayor incremento desde junio de 1992.
Sin embargo, a la hora de analizar las cifras facilitadas por el Departamento de Trabajo pudo observarse que además de los factores temporales, el aumento de los precios de la vivienda, en particular, sugiere una tendencia mucho más firme de la anticipada. Los alquileres subieron un 0,24% en mayo (mes a mes), el mayor aumento desde marzo de 2020 mientras el alquiler equivalente de los propietarios se incrementó un 0,31%, el mayor desde junio de 2019.
"Ambos componentes forman parte de la presión inflacionista más persistente que esperábamos que se formara a lo largo de este año y el que viene" reconoce Ellen Zentner, economista de Morgan Stanley, quien considera que el aumento mayor de lo previsto en mayo hace pensar las fuerzas inflacionistas más permanentes se consolidan antes de lo esperado. "Los recientes datos de inflación probablemente requieran una revisión al alza de las previsiones de inflación a corto plazo del FOMC de cara a la próxima semana", añade.
El pasado marzo, la última vez que la Fed actualizó su cuadro macro, su presidente, Jerome Powell, y los principales funcionarios del banco central de EEUU observaban la mediana del gasto en consumo personal, su indicador fetiche a la hora de medir los precios, en el 2,2% en su lectura subyacente.
No obstante, con los últimos datos de inflación sobre la mesa y una economía donde las ofertas laborales en abril se dispararon hasta un récord de 9,3 millones, algo que pone de manifiesto la dificultad de los empleadores por encontrar trabajadores alentando a su vez la inflación salarial, el debate sobre la potencial reducción en la compra de deuda de la Fed, es casi inevitable.
La pregunta ahora es si sus funcionarios dejarán entrever alguno de los detalles de estas discusiones al público o esperará hasta finales de agosto, cuando se celebra el simposio de Jackson Hole, en Wyoming.
"El inicio de las conversaciones no significa que los planes para reducir las compras de activos sean inminentes", avisa Sarah House, economista de Wells Fargo Securities. Según su punto de vista, los singulares factores que actualmente impulsan la inflación hacen pensar que la Fed todavía quiere tener "una visión más clara" de cómo se resolverán, o no, las presiones inflacionistas y cómo avanza la recuperación del mercado laboral.
Precisamente, las solicitudes de subsidio de desempleo descendieron la semana pasada a 376.000, un nuevo mínimo desde el comienzo de la pandemia y una señal más de que las empresas dudan en despedir a sus empleados a medida que la economía estadounidense acelera su recuperación.
La radiografía de los datos de inflación del pasado mes dejó patente cómo el IPC subyacente aumentó un 0,7% intermensual. Su fortaleza estuvo de nuevo encabezada por los componentes "transitorios", como los coches usados (+7,3%), las prendas de vestir (+1,2%), el alquiler de coches y camiones (+12,1%) y las tasas aéreas (+7%).
De hecho, el aumento en los precios de vehículos de segunda mano acumulan ya subidas de más del 170% en su tasa anualizada en los últimos dos meses. El aumento de los precios de los coches usados supuso alrededor de un tercio del aumento del IPC de cabecera. A ello se sumaron continuos incrementos en otros sectores donde la oferta es todavía limitada, como los coches nuevos, una nueva subida de los precios de los artículos para el hogar (el índice de mobiliario y operaciones domésticas registró su mayor aumento desde 1976) y los billetes de avión, que continúan recuperándose.
Un aumento sostenido y considerable de la inflación podría obligar a la Reserva Federal a endurecer sus política monetaria antes de lo previsto o forzar subidas de tipos más agresivas en el futuro para alcanzar su objetivo de inflación media del 2%. Esta meta tiene como principal referencia el índice de precios de gasto de consumo personal (PCE, por sus siglas en inglés) del Departamento de Comercio, que tiende a situarse ligeramente por debajo del IPC. La Fed ha dicho que mantendrá los tipos cerca de cero hasta que la inflación del PCE se sitúe en una media del 2% y se haya alcanzado el pleno empleo.