
De nada han servido los reclamos de los supervisores (Banco de España y BCE) al sector financiero para que siguiera aumentando el nivel de provisiones ante las alertas de una posible subida de la morosidad y un aumento de los deterioros de los activos por la incertidumbre de la crisis sanitaria. Las entidades de nuestro país han empezado a reducir drásticamente su colchón tras los esfuerzos realizados el pasado ejercicio, cuando llevaron cabo dotaciones extraordinarias para afrontar la pandemia.
En el segundo trimestre del año, después de doce meses elevando las coberturas, la hucha para insolvencias y pérdidas por otros activos (entre ellos inmobiliarios) del sistema nacional ha disminuido en 3.885 millones, lo que supone una merma del 3,6%, como consecuencia de la liberación de provisiones en algún caso y el mayor uso de las mismas como consecuencia del reconocimiento total de las pérdidas.
De hecho, una de las claves de la mejoría de los beneficios del primer semestre de los bancos, se debe a un descenso significativo de las dotaciones cabo con respecto al mismo periodo de 2020. En la mayor parte de los casos han bajado en más de un 50%.
Según los datos publicados por el Banco de España, las entidades acumulaban en junio 102.888 millones para pérdidas, frente a los 106.733 millones de marzo. La cuantía, aún así, sigue siendo muy superior a la febrero del año pasado, mes previo al estallido del coronavirus. Entonces, estas reservas se situaban en 93.600 millones, por lo que cuentan todavía con casi 10.000 millones más para asumir los deterioros que se materialicen en un futuro por su negocio en nuestro país.
Del total, 39.668 millones están guardados para préstamos. Un dinero que en tres meses ha disminuido en algo más de 1.400 millones, es decir, un 3,4%.
Los banqueros, en contra del criterio de los supervisores, consideran que su nivel de dotaciones es el adecuado y que no se necesita un colchón más elevado, teniendo en cuenta la evolución de la economía y las previsiones futuras que, están siendo mejores de lo inicialmente estimado. De hecho, algunos bancos, como el Santander, ha comenzado ya a liberar parte de las provisiones especiales por la pandemia en algunos mercados -Reino Unido y EEUU- y no descarta hacerlo en próximos trimestres en la filial española.
Por el momento, la morosidad sigue controlada a pesar de la incertidumbre, gracias a las medidas de apoyo impulsadas por el Gobierno, aunque tanto los expertos, los reguladores y el propio sector financiero esperan que a partir del verano inicie una pendiente al alza.
Morosidad, a la baja
La tasa de préstamos impagados ha bajado al 4,40%, frente al 4,51% de marzo y al 4,82 de principios de 2020. El volumen de créditos dudosos se situó en junio en 54.218 millones, cerca de 800 millones menos que a cierre del primer trimestre y 2.800 millones menos que en febrero del ejercicio pasado.
Los analistas apuntan a que la escalada de las insolvencias alcanzará su pico en 2022 y que el ratio subirá al 7-8%, un porcentaje muy inferior al calculado en un primer momento, cuando anticipaban que superaría el doble dígito. La mayor preocupación está instalada en la financiación al consumo, que ha estado subiendo ya los pasados meses, y en las operaciones selladas con las pymes y los autónomos.