
El Banco Central Europeo (BCE) anunció el pasado noviembre que los habituales test de estrés a la banca de la zona euro incluirán el año que viene los riesgos climáticos y medioambientales, debido a su importancia para la economía y su posible impacto financiero en las entidades. Sin embargo, el sector ya está alertando de que no tendrán los datos de sus clientes que necesitan a tiempo. Según recoge Bloomberg, gran parte de dichos datos no estarán disponibles hasta 2023.
"El BCE llevará a cabo sus próximos test de estrés supervisores en 2022 sobre la base de riesgos climáticos", avisó la institución hace casi diez meses, cuando publicó su guía sobre la clasificación e información de riesgos climáticos y medioambientales (que entró en vigor de forma inmediata).
Sin embargo, las entidades de la Eurozona no están preparadas para estas pruebas, poniendo en riesgo lo que pretendía ser un hito histórico para el organismo monetario.
El BCE presiona al sector
El BCE ya ha mostrado su preocupación al respecto y, entre bastidores, está aumentando la presión sobre el sector para que se adapte, según personas familiarizadas con el proceso consultadas por Bloomberg. Es mucho lo que está en juego: los bancos que se queden atrás se arriesgan a requisitos de capital más costosos.
Pese a ello, hay una percepción prácticamente unánime sobre que la banca europea tiene pocas probabilidades de estar preparado para 2022, según una encuesta realizada a 20 grandes bancos de la región. ¿El motivo? Gran parte de los datos de sus clientes necesarios para las pruebas del BCE no estarán disponibles hasta un año después (esto es, en 2023).
Así las cosas, los bancos de la Eurozona están presionando a su vez a la entidad central para que no haga públicos los resultados de los test del próximo año.
"Nadie está seguro de por dónde empezar"
El cambio climático se ha convertido en un asunto importante en el seno del Banco Central Europeo desde la llegada a su presidencia de Christine Lagarde a finales de 2019.
La profunda crisis causada por el coronavirus provocó que el organismo dilatara la revisión estratégica de su política monetaria. Sus conclusiones, conocidas este verano, también contemplan el cuidado del medioambiente, pese a las discrepancias que ello había creado en el seno del banco central.
Según anunció el propio BCE, su objetivo es "vigilar las implicaciones del cambio climático y las políticas relacionadas para la economía, el sistema financiero y la transmisión de la política monetaria a través de los mercados financieros y el sistema bancario".
De ahí la creciente presión sobre las entidades de la Eurozona que, sin embargo, no parece ayudar a que estas se ubiquen. "Los bancos están siendo presionados por sus reguladores en cuanto a lo que tienen que hacer, lo que tienen que mostrar, cuál es su plan", ha señalado Jo Lock, formadora financiera de Fitch Ratings en Londres. "Nadie está del todo seguro de por dónde empezar, en realidad", ha añadido en declaraciones recogidas por Bloomberg.
¿Recortes en los dividendos de la banca?
Lock también considera que la banca el sector debe prepararse para la probabilidad de que haya requisitos de capital adicionales vinculados al riesgo climático. "Es posible que empecemos con algún tipo de complemento o amortiguador, o simplemente con un cargo nominal al capital", afirma esta experta.
De producirse, es probable que estos nuevos requisitos se transmitieran a los accionistas y a los clientes de los bancos. En consecuencia, es posible que las distintas entidades tengan que recortar los dividendos e imponer comisiones más elevadas a los prestatarios cuyo riesgo climático provoque requisitos de capital adicionales. Asimismo, los costes de financiación de los bancos pueden aumentar.
Catharina Belfrage Sahlstrand, responsable de sostenibilidad de Svenska Handelsbanken AB, piensa que los inversores "examinarán detenidamente la información de los bancos para buscar niveles de riesgo elevados". Si no les gusta lo que ven, probablemente subirá el coste de la emisión de deuda y acciones, ha alertado.