Christine Lagarde se ha estrenado en la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) flanqueada por el vicepresidente de la institución, el español Luis de Guindos, como venía siendo habitual, aunque se rumoreaba que iba a estar presente el economista jefe Philip Lane. Además, este estreno ha venido acompañado de buenas noticias o al menos no tan negativas como en pasadas reuniones de política monetaria. Lagarde ha anunciado que la desaceleración de la economía podría estar tocando fondo en la zona euro y que la inflación subyacente estaría mostrando una leve mejoría. Pero su gran anuncio ha sido la revisión del mandato del BCE, después de 16 años sin tocarse, buscando dar un tono más social al objetivo del banco, que seguirá siendo la estabilidad de precios, pero que tendrá en cuenta asuntos como el cambio climático o la desigualdad.
Lagarde ha anunciado que la revisión estratégica de la política monetaria dará comienzo en enero de 2020 y espera concluirlo antes de final de año. La banquera ha dejado claro que la revisión estratégica no supondrá un cambio en la base del mandato del BCE "que seguirá siendo la estabilidad de precios". Aunque los pilares seguirán siendo los mismos, la revisión podría dar mayor importancia a asuntos que han ganado peso en la sociedad europea, como la desigualdad o el clima.
Con este plan, Lagarde ha comenzado a marcar distancias con la época de Mario Draghi. La presidenta ha adelantado que quiere ir más allá del mandato inicial del BCE sobre la estabilidad de precios queriendo incorporar en la agenda del organismo los riesgos que implica el cambio climático o la desigualdad. La banquera ha defendido, ante la preocupación que genera que el BCE se desvíe de su objetivo principal, que la estrategia se ha quedado "desfasada después de 16 años sin ser revisado". En comparación con la Fed o el Banco de Inglaterra, el BCE no tiene entre sus metas principales el pleno empleo, por ejemplo.
"Es legítimo realizar una revisión estratégica, mi objetivo completarla para finales de 2020", ha resaltado. Lagarde ha explicado que el nuevo plan tendrá "un enfoque más colaborativo para dirigir el BCE y no se aprobará el marco de la revisión estratégica hasta que se acuerde con el resto del Consejo de Gobierno".
Este ha sido un mensaje conciliador en mitad de la ruptura sufrida por el máximo órgano ejecutivo ante las últimas medidas adoptadas por Mario Draghi. La reactivación del programa de deuda soberana y un nuevo recorte de tipos de interés partió el consejo entre halcones (los países del norte que defiendo una política monetaria más dura) y palomas (países del sur partidario de una político acomoditicia).
Aunque el mensaje del BCE sigue la línea que dejó Draghi, Lagarde ha dejado claro que ella tiene su propio estilo, cuando en la primera pregunta ha hecho referencia a las diferencias con su antecesor. "Cuando no sepa algo, diré que no lo sé y no busco que se me interpreté", ha indicado. Lagarde ha prometido explicarse para todo el mundo, no solo para los periodistas que cubren el BCE. Y ha vuelto a repetir que ella no es ni halcón, ni paloma, seré un buho.
La desaceleración podría estar tocando un fondo y rebotar, tal y como prevé el BCE para 2021 y 2022
Volviendo a los datos económicos puros, la banquera central ha reconocido que "los nuevos datos que están apareciendo continúan mostrando que la inflación es moderada y la dinámica de crecimiento débil, pero hay algunos signos de estabilización en la desaceleración de la economía y un leve incremento de la inflación subyacente, en línea con nuestras expectativas". La desaceleración podría estar tocando un fondo que sería el suelo para confiar en una aceleración de la economía en los próximos años, tal y como prevé el BCE para 2021 y 2022.
No obstante, en la panorámica general sigue dominando la debilidad, marcada por la incertidumbre política y el proteccionismo económico, liderado por la aprobación de nuevos aranceles. Aunque hay signos de estabilización, el crecimiento seguirá siendo relativamente bajo en el medio plazo y la inflación, a pesar de la leve mejoría, no alcanzará el objetivo del BCE, que se encuentra cercano al 2%.
Las previsiones de crecimiento presentadas hoy presentan leves cambios. En 2019 el crecimiento será del 1,2%, levemente por encima de lo que se esperaba en las anteriores previsiones. Sin embargo, el PIB avanzará uin 1,1% en 2020, una décima menos de lo esperado, mientras que en 2021 y 2022 se mantiene la previsión en el 1,4%.

En lo que se refiere a la inflación, los precios quedarán en el 1,2% en 2019, mientras que en 2020 avanzarán un 1,1%, una décima más de lo vaticinado en las anteriores previsiones. En 2021 se prevé una inflación del 1,4%, una décima menos de lo previsto, mientras que en 2022 será del 1,6%.
En estas nuevas previsiones se han presentado por primera vez lo que se espera de 2022. Parece que el BCE es un tanto optimista para ese año ya que prevé un crecimiento y una inflación por encima de lo que se ha visto en 2019 y de lo que se prevé para 2020.
Revisión estratégica y política fiscal
Respecto al tema estrella de Lagarde en los últimos meses, la política fiscal, la presidenta del BCE ha vuelto a insistir en que "los gobiernos con espacio fiscal deben estar listos para actuar de forma activa en el momento adecuado". Sin embargo, no ha dado detalles de cómo puede el BCE estimular ese mayor gasto, más allá de las políticas monetarias que ya está implementando y que favorecen el endeudamiento. Además, Lagarde también ha lanzado un mensaje a los países con mayores niveles de deuda para que "persigan políticas prudentes y busquen el equilibrio estructural de sus presupuestos".
Ni 'reversal rate' ni 'japonización'
La zona euro aún no ha llegado al temido 'reversal rate', una situación que se produce cuando los tipos negativos y la expansión del balance comienzan a tener efectos negativos sobre el crecimiento del crédito. "Tenemos un crecimiento débil, que está por debajo de nuestro potencial, y sería bienvenido que otras políticas se unan y apoyen para reducir la holgura en la economía, estoy hablando en términos de política fiscal y de reformas estructurales. Aunque esto es necesario y el crecimiento es débil, la zona euro no se ha 'japonizado' en absoluto", ha querido dejar claro la abogada francesa.
"Para mí es muy importante que un banco central sea independiente, pero hay más herramientas que se pueden usar para lograr la estabilidad de precios, como la política fiscal o las reformas estructurales, esto es parte del mix político, pero no tiene por qué erosionar la independencia de la banca central", ha señalado Lagarde.
Los tipos de interés se mantienen
En lo meramente técnico, el Banco Central Europeo ha mantenido los tipos de interés sin cambios en la última reunión de 2019, que también ha sido la primera con Christine Lagarde al timón. El BCE ha dejado la tasa sobre la facilidad de depósito en el -0,5%, el tipo de interés principal de refinanciación en el 0% y el tipo sobre la marginalidad de crédito en el 0,25%. De este modo, el BCE despide el año sin cambios en su última reunión, pero tras haber lanzado una batería de medidas en septiembre, que incluían la reanudación de las compras mensuales de activos.
El comunicado destaca que "se espera que los tipos de interés oficiales del BCE continúen en los niveles actuales, o en niveles inferiores, hasta que observe una convergencia sólida de las perspectivas de inflación hasta un nivel suficientemente próximo, aunque inferior, al 2% en su horizonte de proyección, y dicha convergencia se haya reflejado de forma consistente en la evolución de la inflación subyacente".
En lo que a la compra de activos se refiere, el BCE mantiene el ritmo de adquisiciones en 20.000 millones mensuales, además de la reinversión de los vencimientos. Se espera que se mantenga vivo este programa hasta que el BCE decida empezar a subir los tipos de interés.
Christine Lagarde ha tomado el mando del BCE en un periodo relativamente difícil para la economía y la política monetaria. A pesar de esta adversidad, la francesa se ha encontrado los deberes de corto plazo prácticamente hechos. Su predecesor, Mario Draghi, impulsó el polémico lanzamiento de los nuevos estímulos para reactivar la economía y apuntalar una inflación muy baja. No obstante, Lagarde debe mostrar sus cartas de forma oficial y dar cierta certidumbre a los mercados sobre su compromiso con las decisiones tomadas en el pasado y, quizá, dejar entrever lo que puede suceder en el futuro.