Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Si hay una característica o una palabra que podría definir el mercado del petróleo en el conjunto de este 2025 es la sobreoferta. Sin embargo, dentro de esta panorámica hay que pequeños detalles que pueden generar algunos sobresaltos, en principio, aislados. Uno de ellos se podría estar gestando en estos momentos. La estructura del mercado de crudo se ha posicionado de forma clara en un profundo backwardation (el petróleo físico es mucho más caro que los futuros para finales de año), lo que suele anticipar importantes subidas en el precio del petróleo. ¿Cómo puede suceder esto en un mercado que supuestamente está dominado por el exceso de oferta? Justo en el verano es posible que haya escasez de crudo y diésel. La demanda se está disparando porque es temporada alta (el turismo y los viajes consumen mucho crudo) y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) aún no ha desplegado por completo su plan de producción (aumentos mensuales del bombeo). Aunque en el conjunto del año se espera que el petróleo bañe el mundo, este verano puede que haber cierta 'sequía' de crudo y destilados. ¿Qué puede suponer esto para el consumidor? Quizá cuando vaya a repostar su coche en vacaciones se lleva un pequeño susto al ver el precio del litro de combustible.

Saber con exactitud dónde va a estallar la próxima crisis es imposible. Sin embargo, los mercados envían algunas pistas que dejan entrever quiénes son los candidatos. Dado los elevadísimos niveles de deuda pública a nivel global en un contexto de tipos de interés todavía altos y una inflación que no termina de desaparecer pueden indicar que la próxima crisis podría venir de la mano de alguna turbulencia en este mercado. Eso por un lado. Por otro, el fatal desempeño de la deuda pública francesa y el insostenible déficit fiscal podría estar enviando una señal. La semana pasada, los bonos franceses empezaron a pagar más que los italianos en el mercado secundario. Pero no solo eso, el gran sorpasso no es el de los rendimientos, el gran sorpasso o 'sorpasso de la vergüenza' es el que está a la vuelta de la esquina en términos de deuda sobre PIB. Francia podría llegar a tener los próximos años una deuda más grande que Italia en términos de PIB, algo que hace unos años habría parecido absolutamente imposible. El fantasma de la 'italianización' de Francia vuelve a la habitación.

La precaria distensión geopolítica reinante desde que cesaron las hostilidades entre Israel e Irán (EEUU mediante) no ha evitado que el Mar Rojo siga siendo una auténtica ratonera para el transporte marítimo mundial. Desde que comenzaron en octubre de 2023, los ataques de los rebeldes hutíes de Yemen contra embarcaciones occidentales (sobre el papel iban a ser a navíos con conexiones a Israel) han experimentado altibajos, pero no se han detenido. Aunque el grueso del transporte global que atravesaba esta crucial ruta decidió desviarse por el flanco sur de África (pese a la pérdida de días y el mayor gasto en combustible), algunas embarcaciones han seguido atravesando la zona, convirtiéndose en objetivo de los hutíes. El último de estos ataques, desplegado este lunes, se ha saldado, por el momento, con cuatro tripulantes de un buque muertos. Estas muertes son las primeras desde junio de 2024. Estos ataques que buscan generar el caos en el comercio internacional están dejando impresionantes imágenes de enormes buques portacontenedores hundiéndose en las aguas del Mar Rojo como si de un barquito de papel se tratase. El transporte marítimo se está convirtiendo en una actividad de riesgo y no solo por los hutíes. Varios buques han sufrido misteriosas explosiones en medio de la nada en los últimos meses.

La inflación se ha convertido en una preocupación y amenaza para gran parte del mundo desde 2021. La constante subida de precios es un fenómeno natural (incluso sano en términos económicos si la subida se sitúa en el 2% anual), pero que aterroriza a los consumidores, que ven cómo la cesta de la compra no para de subir de precio, en muchos casos, más rápido que sus salarios. Pues hay una economía en la que los precios no paran de bajar y las empresas se pelean por ver quién hace mejores ofertas (reduciendo márgenes y sufriendo en sus resultados) y rebajas en un intento por ganar clientes. Starbucks ha sido la última 'victima' de esta guerra de precios que está arrastrando el IPC de China a niveles negativos y amenazando a la economía con entrar en una espiral deflacionista. Las decisiones a niveles 'micro' (empresas y familias) tienen un impacto más que visible en las variables 'macro'. Esto es lo que está sucediendo en la segunda mayor economía del mundo: bienvenidos a la guerra de precios en China... síntoma de una debilidad casi estructural.

Europa ha comenzado a convertirse en una suerte de 'bazar chino'. Tal y como había publicado en varias ocasiones elEconomista.es, la guerra arancelaria que ha enfrentado a EEUU con todo el mundo, pero especialmente con China, podía provocar una redirección de los flujos comerciales del 'gigante asiático' hacia el resto del mundo y, especialmente, hacia Europa. Es decir, China, con una capacidad para producir bienes muy superior a su propia demanda (exceso de capacidad) necesita colocar todos los productos que se hacen en sus fábricas y que ahora no tienen cabida en las estanterías americanas. La víctima elegida estaba clara desde el primer momento. ¿Qué región tiene más parecidos con EEUU en términos de tamaño y capacidad de consumo? Europa. Los productos chinos han empezado a inundar Europa, aunque todavía hay algunos matices que están impidiendo que la 'inundación' sea total.

Unos países tienen petróleo, otros fabrican semiconductores (chips)... y España produce turismo a gran escala. El clima, la cultura, la belleza, una biodiversidad sin parangón en Europa han dado a España una ventaja comparativa que está sabiendo aprovechar cada vez mejor. El turismo se ha convertido en una suerte de 'mina de oro' para la economía de España hasta llegar a representar casi el 12% del PIB, una cantidad extremadamente elevada para un país de la envergadura de España y que en el corto plazo puede seguir aumentando, dadas las buenas previsiones de llegadas de turistas (pero short term gain, long term pain). Pues esa mina corre peligro. Una de las ventajas comparativas señalada anteriormente está desapareciendo rápidamente (más rápido de lo previsto). No solo está desapareciendo, sino que se está 'teletransportando' a otros países competidores. El cambio climático podría arrebatar a España la ventaja climática (valga la redundancia) para entregársela a los países del norte de Europa.

EEUU se está quedando sin tiempo para solventar sus grandes desequilibrios fiscales. Los déficits público y exterior (importaciones menos importaciones) se acumulan, la deuda no para de subir y mientras tanto los inversores globales empiezan a perder la paciencia. Ya hay quien habla incluso de algunos factores que pueden desencadenar una crisis de deuda (una enorme crisis de deuda) más pronto que tarde. Cuando los niveles de 'apalancamiento' son tan elevados, un pequeño cambio en el sentimiento de los inversores puede generar desencadenar un efecto dominó que se lleve por delante el precio de los bonos de EEUU, se deje de financiar el déficit exterior y ponga en duda la capacidad de refinanciación de la mayor economía del mundo en los mercados (siempre podrá aparecer la Fed para monetizar el déficit público, pero hoy esa opción no está disponible).

China está en camino de convertirse en la mayor economía del mundo. Con un crecimiento del PIB que ronda el 5%, de mantenerse este ritmo o uno similar, es cuestión de tiempo que se produzca el esperado sorpasso a EEUU en PIB en dólares corrientes. Para ello, Pekín está siguiendo unas políticas que buscan reducir la dependencia de China del exterior, intentando estimular el consumo (generar un motor de demanda interna que funcione de forma autónoma) y lograr una suerte de 'autarquía parcial' en la que solo se importe lo que China no pueda producir por causas de motivo mayor (materias primas, algunos alimentos...). Aunque en Occidente parezca extraño, China está teniendo serios problemas con lo primero: no logra que sus ciudadanos consuman al nivel requerido para que este componente gane peso en el PIB desde el lado de la demanda. Los factores que explican esta curiosa 'incapacidad' o carencia económica son múltiples, pero lo cierto es que si Pekín quiere superar esta carencia debería tomar nota de lo que hacen los españoles y su forma de consumir.

El precio de la vivienda en España no para de subir. Además, lo hace a un ritmo mucho más rápido que la media europea y, por supuesto, que los salarios. Sin embargo, si hay algo que resuena con fuerza en los informes, análisis y declaraciones de los expertos es que "en España no hay una burbuja inmobiliaria". Esta frase se escucha como un respiro... y por la cabeza de más de uno pasará el siguiente pensamiento: 'Ufff, qué alivio, si no hay una burbuja es que todo va a ir bien y hay que tener confianza'. No exactamente. La ausencia de burbuja también significa otra cosa en la que quizá no todo el mundo ha pensado: el precio sigue teniendo mucho recorrido al alza. El estallido de burbujas es negativo en términos 'macroeconómicos', pero al mismo tiempo genera una enorme oportunidad de compra. Es un arma de doble filo que puede cortarte (si la crisis te golpea) o que puede servirte de herramienta (si la crisis te deja vivo y aprovechas para adquirir la vivienda de tu vida).