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Tue, 15 Jul 2025 08:28:55 +0200
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Hay países que pese a no contar con ningún tipo de 'tesoro' o ventaja comparativa aparente, se 'empeñan' en buscar soluciones y vías para terminar siendo economías desarrolladas. Un ejemplo que suele ponerse en todos los manuales de economía es el de Japón. Sin embargo, hay otro ejemplo, quizá menos representativo por su pequeño, pero más llamativo para el lector por su 'cercanía' al encontrarse en Europa. La propia OCDE comenzaba un reciente análisis describiendo a este país de la siguiente forma: "Relativamente pequeña, remota y propensa a sufrir crisis volcánicas, Islandia no parecía predestinada a alcanzar éxito económico. Sin embargo, se ha convertido en uno de los países más ricos de la OCDE". Imaginar la Islandia de los años 60 y 70 es evocar un país volcado al mar, donde el olor a bacalao secándose al aire impregnaba los puertos. En aquel entonces, la pesca era con mucha diferencia pilar indiscutible de la economía islandesa. El país dependía de sus riquezas pesqueras hasta tal punto que el bacalao se convirtió en un asunto de Estado. Hoy, aunque la pesca sigue siendo un pilar, la diversificación y la irrupción de nuevos sectores han convertido a Islandia en una de las naciones más prósperas del planeta en términos de PIB per cápita, con niveles de vida altísimos y una economía algo más diversificada y moderna.