España está sorprendiendo al mundo con un potente crecimiento económico mientras todos sus vecinos languidecen. Las fábricas en Alemania y Francia sufren mientras que el país ibérico crece al 3,2% en 2024 frente al 0,9% de la eurozona. Supone el 40% de todo el crecimiento de Europa y le ha valido para superar el PIB per cápita a Japón. Además, es el mercado laboral que más trabajadores ha sumado en el último año, superando también en esto a las principales potencias del euro. Una evolución que recuerda a la de la primera década del siglo, cuando los gobiernos de turno nos situaban en la 'Champions League'. Sin embargo, crecen las dudas entre los expertos de si ese modelo de éxito español podría tener los pies de barro y ya hay quien dice que no es sostenible con el paso de los años.
Pero para empezar, ¿por qué España está creciendo tanto? El motivo, según argumentan tanto desde Ossiam (gestora de Natixis), como otros economistas, se podría resumir en cuatro pilares que, en su mayoría, tienen el factor común de estar orientados hacia la baja cualificación. Estos son el turismo, la inmigración, los costes laborales y las ayudas europeas. Este último no apunta tanto a este factor pero, según indican, se trata de algo externo al propio modelo productivo de España.
La trampa de los costes laborales y la calidad
La Gran Recesión, una combinación de burbuja inmobiliaria, crisis financiera y de deuda en la Unión Europea, hundió la economía española entre 2008 y 2016 y sus secuelas, sobre todo en términos de empleo, se siguen notando hoy en forma de una tasa de paro de doble dígito. Una de las razones clave de aquella debacle, que superó a la de nuestros vecinos, fue el escaso valor añadido de los puestos de trabajo creados en la fase expansiva anterior, que se esfumaron en apenas dos años, seguidos por miles de pymes.
Pero tiene sentido pensar que la historia puede repetirse en un momento en el que las cifras apuntan a que la nuestra es una de las economías que más crece del mundo, ganando por la mano incluso a Japón en PIB per cápita. Así lo considera Patrick Artus, economista jefe de Ossiam, que analiza las claves del "milagro español" para lanzar un veredicto demoledor: "el modelo de crecimiento español consiste en la creación de trabajos de baja cualificación". Una estructura que, según la firma, propiedad de Natixis, "es insostenible" en el medio plazo.
¿Por qué la cualificación de los trabajadores es tan importante? Porque repercute en una de las fortalezas de la economía española: los costes laborales. Artus recalca que son mucho más bajos que los del resto de las grandes economías del euro: 20 puntos menos que Alemania o Francia, lo que hace que nuestro país atraiga más inversiones que esos países.
Esta es la lectura positiva: la negativa es que esta brecha no se explica por una menor cuña fiscal para empresas y trabajadores, sino que se extrae directamente de los salarios. Esto no es favorable, evidentemente, los trabajadores, si bien en términos macroeconómicos no dejaría de ser una fortaleza. De hecho, una de las recetas habituales de los economistas españoles es que los salarios deben contenerse para evitar un repunte de los costes que lamine esta ventaja competitiva.
El problema de ese argumento es que no profundiza en la causa principal por las que los trabajadores españoles cobran menos: sus empleos aportan menor valor añadido. Esto se achaca, como incide Artus, a la escasa cualificación de trabajadores actuales y futuros. Pero España presenta en este ámbito una sorprendente paradoja: España tiene la mayor tasa de sobrecualificación de Europa. Es decir, tampoco hay una demanda de trabajadores mejor preparados. Y esto hace que la supuesta ventaja competitiva se haya convertido en una trampa.
Otras economías pueden permitirse compensar esta menor competitividad en costes laborales al ganar en productividad gracias a trabajadores mejor formados y automatizar su producción. Pero en España esto no sucede, precisamente por el déficit en innovación.
Entre 2012 y 2024, el gasto I+D, pese a haber crecido levemente, se mantiene en el 1,5% del PIB, por debajo de nuestros principales competidores. El más cercano es Francia, estancada en el 2%, mientras Alemania alcanza el 3%, umbral que superan holgadamente Estados Unidos y Suecia.

Esto lleva a una escasa automatización de la industria. Aunque España está haciendo una apuesta por la robotización en los últimos años, como hemos contado en elEconomista.es, los resultados son pobres: 173 instalaciones por cada 10.000 trabajadores humanos en la industria. En Corea del Sur llegan a 1.002, mientras China –considerado hasta hace no demasiado un país de mano de obra barata– hay 473. En Alemania se sitúan 429 y en Estados Unidos 295, mientras Corea del Sur llega a los 1.002. El país que más se nos acercan, de nuevo, es Francia, con 186.
La falta de cualificación, innovación y automatización se combinan en un resultado preocupante: una caída de la productividad que, según las estimaciones de Artus, sigue muy por debajo de los niveles previos a la pandemia. Esto se ve en los datos de Productividad laboral real por persona ocupada de Eurostat en el caso de España está en los 98 puntos, por debajo de los niveles de 2015 y por debajo de los la eurozona (104,3 puntos) y Alemania (103 puntos). El lastre de la productividad lastre anula a medio plazo la ventaja de los costes laborales, lo que resquebraja el primero de los pilares del 'milagro' español.
El boom turístico se acaba
¿Cómo puede crecer España en empleo y PIB con un estancamiento de su productividad? Gracias al boom de sectores como el turismo. Pocos pueden dudar de que este ha sido un catalizador clave. Según la cámara de comercio de España, en un informe publicado este mismo martes el 14,8% del valor de la producción de la economía española y un 13,9% del empleo nacional viene de este segmento. Aunque este sector siempre ha sido capital en el crecimiento económico, la realidad es que está tomando un peso más alto incluso de lo que era habitual desde la crisis financiera, sustituyendo en parte el papel de la construcción.
En los últimos años las llegadas se han disparado con 94 millones de turistas en 2024 y más de 126.282 millones de euros gastados, un 16% más que el año anterior. Pese a que ahora se espera una desaceleración respecto a la enorme escalada desde la cifras prepandemia (85 millones de visitantes en 2019) se tratan de cifras muy relevantes y sin las cuales no se puede entender el potente crecimiento de España. Con un crecimiento del PIB turístico del 6,5% en 2024, desde Exceltur estiman que el 26% de todo el crecimiento económico de España se explica principalmente por este boom.
"El turismo ya deja atrás la fuerte expansión por la pandemia y entra en una etapa de crecimiento más moderado"
En ese sentido, este modelo plantea dos problemas, hasta cuanto puede mantenerse el crecimiento en un país que ya está recibiendo 94 millones de turistas al año y que está en el top3 destinos del planeta con escasos 47 millones de habitantes. Desde Funcas explicaban que desde este frente "es insostenible pensar que van a llegar 8 millones de turistas más cada año". Según la institución "no cabe pensar que se vaya a mantener, no hablamos de que caiga, pero ha vivido un crecimiento histórico".
Desde Caixabank coincidían en su último informe de julio en que se acabó la era de los grandes crecimientos turísticos. Según sus estimaciones el PIB del sector apenas subirá un 2,7% en 2025, por encima del 2,4% que pronostican para la economía en general, pero ya marcando una nueva realidad frente a ese 6,5% que logró el año pasado. "El turismo deja atrás la fuerte expansión por la pandemia y entra en una etapa de crecimiento más moderado".
Una de las principales debilidades de este pilar económico radica en su 'valor añadido'. Los ingresos que genera la actividad son altos por el número de visitantes, no por el dinero que cada uno de ellos deja en nuestro país. Y esto significa que siga siendo un sector con una media salarial baja, requisito para atraer a ese turismo masivo a precios competitivos, pero no para encontrar trabajadores. para que funcione, es imprescindible la inmigración.
La inmigración como fórmula de crecimiento
La inmigración ha sido un factor clave para entender el auge de la economía española. Según datos del INE en 2024 entraron cerca de 130.000 migrantes de forma regular mientras que el Ministerio del Interior estima que hay que sumarle otras 63.970 personas que lo hicieron de manera irregular. Desde Funcas no solo creen que este ha sido un crecimiento, sino que puede seguir sumando. Todo esto por el consumo que genera esa cantidad de población entrando en España. Según Fedea del crecimiento del 3,2% del PIB, un punto porcentual completo tiene que ver con la llegada de población extranjera.
El Banco de España que midió el impacto en PIB per cápita, defendía que del crecimiento del 2,9% en esta estadística entre 2022-2024, los inmigrantes representaron entre 0,4 y 0,7 puntos. En ambos casos, la inmigración suma más PIB bruto que per cápita debido, principalmente, al tipo de empleo al que accede la población extranjera, que suele ser de más baja cualificación. Sin embargo, según el banco de España esto ha ido mejorando con un avance claro en integración y mayor nivel educativo y ocupacional de las personas que llegan a España.
Este crecimiento basado en inmigración en buena medida, pese a ser positivo, incide en el problema del resto de sectores: apuntala los empleos que generan menor productividad y no los de mayor valor añadido. Según Carmen González Enríquez, investigadora principal del Instituto Elcano, liderando el área de migraciones, defiende que "se da una concentración en puestos de trabajo con bajos salarios".

En resumen "La baja productividad de la economía española y la existencia de una abundante oferta de trabajadores poco cualificados incentiva la inversión en servicios con bajo valor añadido que se concentra principalmente en el comercio, la hostelería, la distribución, el transporte y los servicios personales". Remarca también que un porcentaje algo menos va hacia la construcción y la agricultura.
Esta mala calidad del empleo explica otra paradoja en la que incide Artus. Durante la crisis, la llegada de trabajadores foráneos no sólo se frenó, sino que entró en terreno negativo –es decir, se marcharon –pero la tendencia se invirtió con fuerza entre 2017 y 2018. La pandemia frenó temporalmente este ritmo, pero los años posteriores no han vuelto a los niveles previos a la pandemia. Esto explica los problemas de falta de mano de obra en los sectores que señala González Enríquez.
Artus se hace eco aquí de la propuesta del Gobierno de aprobar un plan que permitiría "regularizar a 300.000 inmigrantes indocumentados al año en los próximos tres años". Pese a que España tiene la mayor tasa de paro de la Unión Europea, esta medida sería clave no solo para rejuvenecer la mano de obra disponible, sino hacerlo con trabajadores que se conformarían con sueldos más bajos.
Es un plan que funcionó en 2004, durante la burbuja inmobiliaria. El problema de guiarse por aquella plantilla, es que entonces los salarios en España eran proporcionalmente más altos que hoy. Además, también los inmigrantes han sufrido su propia evolución demográfica y lo tienen más fácil que hace veinte años para ir a países con más vacantes y mejores sueldos. Esta competencia es una amenaza a la ventaja competitiva que España cree tener en inmigración y puede truncar el tercer pilar.
El factor 'Bruselas'
Pero una cifra muy relevante del crecimiento económico de España no viene de un avance orgánico, sino de las ayudas europeas, en particular de los fondos NextGen. Según el propio ministerio de Economía y un tercio de todo el crecimiento desde 2019 viene de la mano de los fondos europeos. Según Carlos Cuerpo, titular de esta cartera, las convocatorias ya suman 79.195 millones con 53.646 millones de euros que ya se han reflejado en el tejido productivo español.
Esto es algo que puede mantenerse en el medio plazo, siempre y cuando se de bien la implantación. Sin embargo, más allá de ese horizonte no es un modelo sostenible de crecimiento. Según el mismo Plan de Recuperación, "El impacto acumulado del Plan de Recuperación ya aporta 2,6 puntos porcentuales al nivel del PIB español, y se prevé que llegue hasta 3,4 puntos hacia el final de la década".
"El modelo Español consiste en la creación de una gran cantidad de empleo de baja cualificación"
El programa en su conjunto, que cuenta con 750.000 millones de euros para reactivar toda la economía de Europa tras el covid, ha colocado España como uno de los grandes beneficiados, con acceso estimado de 140.000 millones de euros con 70.000 millones en subvenciones. El motivo por el que el país ibérico es el gran ganador del reparto es por que es donde más afectó negativamente la pandemia. Según Ossiam, estamos ante una inyección directa solo con lo que se ha desembolsado hasta la fecha del 3,1% del PIB de España solo a través de esta liquidez.
Al margen de la duda de la sostenibilidad de esta herramienta como modelo de crecimiento, también depende de la capacidad de ejecución de España. Según el BCE "la ejecución no va al ritmo previsto. Aunque España no es de los peores países ahora parece que el mayor ritmo se va a ejecutar en la segunda mitad del programa, algo que ellos creían que iba a ser distinto".
En definitiva, si bien una combinación de todos estos factores sumada al buen desempeño del sector bancario, un consumo muy potente y un sector servicios en general vigoroso cuando cae la industria, la realidad es que los principales pilares del crecimiento español no son certezas. Esto es lo que lleva a Ossiam a decir que, al final del día, "el modelo Español consiste en la creación de una gran cantidad de empleo de baja cualificación. Un sistema cuestionable" no solo por eso sino también "por la baja eficiencia del sistema educativo, baja automatización y caída de la productividad".
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