Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

El gran problema que tenía en la agenda la Fed podría, al menos parcialmente, solucionarse por sí mismo. La Reserva Federal ha paralizado sus recortes de tipos a la espera de conocer el impacto en los precios que supondrán los aranceles de Donald Trump y otras medidas económicas. Si bien han corrido ríos de tinta sobre este asunto, midiendo exactamente cuánto sumarían al IPC los gravámenes, la realidad es que, con unos aranceles ya fijados, el banco central se encuentra con una realidad extraña: muy poco de lo anunciado está llegando a la práctica.

En el acuerdo que han formalizado la UE y EEUU hay una declaración de intenciones sobre unos de los peligros que instituciones como la OCDE lleva tiempo advirtiendo pero que están pasando bajo el radar de la guerra comercial. Ambas partes reconocen que hay un serio problema ante una lluvia de acero que viene del este que ya se extiende durante años. Este acero está devastando las industrias siderúrgicas globales y poniendo en peligro los ejércitos de ambos países. El motivo es que si bien la mayoría del acero se produce para la siderurgia, consideran que es necesario tener un industria en buen estado porque las armas más avanzadas requieren de un acero de alta calidad que solo un grupo de empresas muy pequeña producen a ese nivel para poder garantizar el suministro del rearme. Sin embargo estas firmas se encuentran en una situación límite.

Este jueves la UE ha ratificado su acuerdo con EEUU, un pacto comercial que estuvo cargado de polémica, especialmente por la compra de 680.000 millones de euros de GNL norteamericano. Cuando se anunció el acuerdo quedaron claros los problemas que este compromiso generaba para la UE, atándose al suministro del otro lado del Atlántico como el gran pilar para quebrar la todavía presente influencia rusa. Con cerca ya del 45% del suministro de GNL y el 27% de todo el gas (incluyendo por gasoducto), comprar tanto anticipadamente a EEUU vuelve a generar un gran y dominante suministrador energético (cuando, además, la UE busca reducir su dependencia del gas). Sin embargo, ya con el acuerdo ratificado y los últimos flecos cerrados, están surgiendo voces críticas donde menos se esperarían: en la industria gasista de EEUU.

Este año ha estado marcado por un fenómeno cambiario que se ha llevado todos los focos: la caída del dólar contra todo pronóstico y el ascenso del euro como refugio alternativo. El billete verde, que todo el mundo daba por hecho que se vería reforzado por los aranceles de Trump, se encontró con que las políticas del republicano sembraron una ola de desconfianza en el excepcionalismo estadounidense. La incertidumbre que se posó sobre el territorio norteamericano llevó a que los inversores buscasen masivamente reubicar sus activos en otros lugares denominados en divisas alternativas para diversificar sus carteras, y Europa se convirtió en un auténtico faro. En consecuencia, el euro ha vivido un potente despertar que llegó incluso a preocupar al BCE, que temía que pudiera generar efectos deflacionarios. Tras el acuerdo comercial, el dólar recuperó el impulso perdido y parecía que era el fin de la historia. Pero ese oasis se ha desintegrado, el euro ya roza la zona de máximos del año otra vez y los mercados esperan que se siga revalorizando.

Los aranceles y la fractura de la confianza en la economía de EEUU han traído un resultado extraño: Grecia (entre otras) se ha convertido en una de las mejores bolsas del mundo. El país que fuera el mayor exponente de la crisis del euro vive un momento realmente dulce. La cuna de Occidente y de la Democracia está viendo como su principal índice se dispara un 43%. Detrás de este movimiento está un factor clave, el dinero de los inversores que llovía a espuertas sobre Wall Street, está buscando lugares alternativos entre los mercados emergentes. Lugares con potencial de rendimiento… pero con un entorno seguro como la UE. En ese sentido, las bolsas del este de Europa se están siguiendo ascensos similares pero la península helénica es la que más está capitalizando todo este movimiento por una serie de motivos. De hecho, quitando microestados y bolsas fuertemente afectadas por la inflación, Grecia ha logrado ser la bolsa que más se revaloriza en 2025 de todo el planeta.

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