Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

Desde la guerra en Ucrania los precios de la electricidad se han disparado en media Europa. Tal es la amenaza que este ha sido uno de los factores claves que explicó la decadencia de una industria como la alemana, que basaba su modelo en el gas ruso barato y que se encontraba con que ahora sus costes estaban por los cielos. De una forma opuesta, España se ha presentado como una isla energética con un gran dominio de las renovables que garantiza unos precios estructuralmente más bajos. Un viento de cola clave para la industria manufacturera y un gran impulso para la inversión en el mismo… o no.

Las consecuencias del apagón ya están aquí. Tal y como se venía viendo en los datos de Red Eléctrica Española, se ha disparado el uso de ciclo combinado (un sistema que usa gas y vapor para generar electricidad) para mantener un sistema reforzado que garantice la estabilidad tras el incidente. La misma vicepresidenta y ministra de Transición Energética, Sara Aagesen confirmó que esto estaba disparando los servicios de ajuste, que han pasado de 14 euros el megavatio hora a un rango de entre 25 y 27. "Actualmente el operador está en un sistema reforzado, como poner un antibiótico de alto espectro para evitar que algo pueda volver a pasar". Sin embargo, había un gran escudo que impedía que este golpe se materializase para muchos hogares y empresas y ahora se están cayendo: los contratos fijos.

El Banco Central Europeo (BCE) ha efectuado ocho recortes de tipos y ha llevado el precio del dinero al 2%. Ya son 200 puntos básicos menos desde junio de 2024, en una auténtica desescalada que prometía limitar uno de los grandes motores que han impulsado a la banca europea: unos márgenes de intereses reforzados. Sin embargo, no es solo que las entidades europeas no pierdan impulso, sino que se disparan en bolsa este curso, siendo el sector que más crece después de la industria de defensa. Hay un fenómeno paralelo en el mercado de bonos que está sonriendo a la banca, limitando el golpe del banco central.

Siempre el oro. Cada vez que las turbulencias geopolíticas y financieras se convierten en la norma, el oro aparece como gran activo refugio. Esta vez no podía ser diferente, sobre todo porque el riesgo parece venir por todos lados y las monedas fiat no pasan por su mejor momento: Rusia y Ucrania, Oriente Medio, India y Pakistán, China… y cómo no, Donald Trump en EEUU. La tranquilidad y la certidumbre parecen haberse convertido en la excepción en un mundo dominado por el caos y las amenazas. Con todo lo anterior, no parece tan raro que el nerviosismo se esté imponiendo entre los inversores y bancos centrales que buscan acumular oro a marchas forzadas para pertrecharse ante un posible shock, conflicto o simplemente como una forma de diversificar sus activos de reserva con un activo cada vez más valioso.

Desde que Trump lanzase sus aranceles masivos a comienzos de abril contra el mundo, algo ha cambiado en la mentalidad de los inversores. Aunque el republicano haya optado por dar marcha atrás y poner encima de la mesa treguas para negociar acuerdos, los inversores tienen claro que se está produciendo una gran rotación que tiene un gran ganador: la bolsa europea. Aunque también ha afectado a otros mercados como el de renta fija, las acciones europeas se han convertido en un verdadero faro para el dinero que huye de EEUU en una tendencia que ha disparado Donald Trump y que diversos analistas han etiquetado como "Make Europe Great Again" (MEGA).

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