Economía

¿Los robots destruirán el trabajo en España? Lo harán en Vietnam y provocarán una gran 'vuelta a casa' de las fábricas

Foto: Dreamstime

En los últimos años, los llamamientos a relocalizar la producción han saltado de los discursos antiglobalización al centro de estrategias económicas de los principales estados europeos, España incluida. La pandemia y crisis como la crisis de suministros en 2021 han mostrado el riesgo que conlleva una excesiva dependencia de terceros países, como Vietnam, que repercute en variables como la inflación y el crecimiento del PIB. Pero el principal escollo sigue muy presente: ¿cómo competir con economías con costes laborales y de producción mucho más bajos, como Vietnam? En este escenario, las innovaciones en robots e inteligencia artificial empiezan a presentar una solución inesperada. ¿Y si una mayor automatización es la clave para recuperar los empleos perdidos en España al traer de vuelta las factorías?

Esto es lo que plantean diversos analistas que consideran que el regreso de las fábricas a los países donde las empresas tienen su sede es una realidad cada vez más cercana, ya que la tecnología abarata su precio y mejora su eficacia. Esto puede penalizar a los grandes protagonistas de la deslocalización, como China hace las últimas décadas y ahora el sudeste asiático, que tendrían cada vez menor margen para competir con salarios más bajos.

La economía que más se ha beneficiado durante años de la deslocalización por su abundante mano de obra y bajos salarios, China, aporta hoy el 51% de las nuevas instalaciones robóticas del mundo, con 273.600 en 2023, según los datos de la International Federation of Robotics (IFR), la patronal transnacional del sector. España solo llega a 5.100, si bien la cifra anotada por nuestro país no es despreciable: está entre las 15 primeras del mundo y la cuarta de Europa, con un crecimiento interanual del 31%, impulsado sobre todo por el sector del automóvil, que lleva protagonizando la robotización de la industria española desde los años noventa del pasado siglo.

La idea no es nueva, pero se ha visto impulsada por los últimos avances tecnológicos, sobre todo con la irrupción de la inteligencia artificial. Y hace años que el foco de los desarrolladores está en que los robots no se limiten a las cadenas de montaje, sino que tengan una presencia equivalente en actividades del sector servicios, como la logística o el transporte de mercancías. Aunque el grueso sigue estando en los robots con aplicaciones industriales, un ámbito mucho más maduro y que está asistiendo a una curiosa paradoja: la disyuntiva entre el coste en inversiones tecnológicas o el de importar los bienes producidos por países en desarrollo por trabajadores con salarios mucho más bajos, ya no existe.

Precisamente el referente de las economía asiática es la razón por la que cada vez más analistas se están abonando a la idea de que la robotización de la industria manufacturera española y europea traerá una gran 'vuelta a casa' de la producción que se dispersó por el planeta ante la deslocalización. En ese sentido aunque parezca contraintuitivo, no solo podría no perderse trabajo sino que gracias a la automatización podría generar nuevo empleo. Esta idea es muy atractiva ante la falta de mano de obra que denuncian muchas empresas.

Aunque este beneficio es discutible: los sectores con más vacantes por cubrir en las economías europeas más robotizadas o bien están apenas expuestos a la robotización (como los servicios auxiliares o la hostelería) o corresponde a trabajadores de cuello blanco, más vulnerables a la inteligencia artificial generativa que a una máquina que automatiza tareas físicas. En cualquier caso, estos límites a lo que puede hacer un robot es cada vez más difusa.

Los expertos de la Universidad de Oxford consideran que en algunos países como en Alemania "la correlación entre importaciones de países como China y la robotización muestra que los robots indujeron a cierta relocalización". La institución británica habla específicamente de España donde explican que las pérdidas de empleo en el sector manufacturero se han compensado con las contrataciones en el sector servicios. Mientras esto pasa, la relocalización aligera los costes de la industria. "Las inversiones compensatorias y relocalización inducida por la robótica son las claves que explican una situación que varía mucho entre los diferentes países".

Cabe destacar que el sector manufacturero es el más expuesto de todos a la robotización. Según McKinsey el 60% de las tareas del mismo son automatizables. Una tasa similar para la industria logística. En concreto, el motor es el segmento más reconocible con robots de soldadura, ensamblaje y pintura. Dentro del sector secundario es el textil donde menor influencia existe de estos procesos. Sin embargo, la consultora habla d e que aunque esté menos automatizada "está en crecimiento".

Esto hace que España (y otros países europeos) se vean menos afectados. En el país ibérico los servicios dominan el mercado laboral con 70% del empleo total y la industria (y construcción) apenas representan un 14%. Por contra en países como Vietnam la cifra escala hasta el 33,4% . En China los servicios son el 58% y el sector secundario un 30%. Hay que tener en cuenta que en estos países todavía existe un importante peso en el empleo de la agricultura, otro sector que se considera muy expuesto a la automatización, en el empleo mientras que en los países europeos la cifra es minúscula. En definitiva, la destrucción de los trabajos de estos segmentos tiene un menor impacto, lo que hace que el saldo laboral del 'reshoring' pueda ser incluso más positivo para las economías occidentales.

¿Puede España competir?

Ahora todos estos países se encuentran con el problema de que crece la tendencia de volver a acercar hacia territorio próximo las fábricas de las principales empresas. En ese sentido, desde la Reserva Federal de San Francisco explican que la mecha que ha encendido la relocalización ha sido la crisis de suministros de 2021 y las tensiones geopolíticas (aranceles incluidos). Este primer impacto "es el que ha llevado a muchas empresas a reconsiderar los beneficios de la deslocalización y aligerar los costes de la producción". Ante esta situación consideran que las empresas locales han optado por la automatización para "aumentar la productividad" y afrontar de esa manera la vuelta a casa.

Para la institución monetaria este fenómeno crea dos efectos. Por un lado, "todo este proceso está afectando con mayor desempleo de los trabajadores no cualificados, pero está aumentando la productividad y generando beneficios para los trabajadores de un mayor nivel".

"Se produce un relocalización de un 3,5% adicional por robotización por cada 1.000 trabajadores"

Volviendo a España. Carolina Calatayud, profesora de la Universidad de Valencia en Estructura Económica y Maria Rochina-Barrachina doctora en economía por la Universidad de Londres, comentaban en un escrito que "los resultados sugieren que la adopción de robots conduce a la relocalización. Por lo que creemos que, ante la sustitución de contratación extranjera, respalda la conclusión de que aumentará el empleo empresarial".

Esta conclusión viene del índice de relocalización entre 2006 y 2017 comparado con el uso de robots por parte de las empresas. Ahondando más en sus cálculos hablan de un 3,5% de reshoring adicional por robotización por cada 1.000 trabajadores. Eso sí, precisan que la combinación de relocalización y automatización parece tener un paradójico efecto en el empleo Según sus estadísticas las firmas que han usado robots han visto su empleo crecer un 1,58% en ese periodo gracias a que han traído de vuelta parte de su producción desde el extranjero. Pero las que han realizado este proceso sin automatizar, lo han hecho en un punto más, un 2,5%.

En este sentido, destacan que España tienen un elevado potencial para aprovecharse de esta tendencia, ya que su industria es más propensa a la robotización, como demostró en la década de los noventa y primeros años del siglo XXI, lo que le permitirá no tanto competir con países en desarrollo, sino atraer la producción de otras grandes economías, lo cual se traducirá en ganancias de PIB y de empleo.

No todos están de acuerdo

Sin embargo, no todas las instituciones dan por hecho que existe esa relación positiva. Desde el Banco Mundial, por ejemplo, dicen en su análisis que "encontramos una relación negativa entre la adopción de la automatización y la relocalización; en otras palabras, la adopción de la automatización reduce la relocalización". En definitiva, "nuestros resultados resaltan la importancia de examinar la adopción de la automatización como un factor impulsor de la relocalización y sugieren que la idea generalizada de que la automatización altera el comercio podría no ser correcta".

Misma situación apuntan desde el Centro de Investigación de Política Económica (CEPR) que analiza los datos entre 1990 y 2016 y llega a la conclusión de que "contrariamente a la suposición habitual, la implementación de robots en las empresas manufactureras españolas provocó un aumento de la deslocalización hacia países de bajos ingresos".

"La robotización lleva a expandirse más... y por tanto a más deslocalización"

El motivo es que al mejorar su productividad las empresas manufactureras españolas se expandieran internacionalmente y aumentar su demanda. Algo que favoreció que llegasen a acuerdos de suministro en países de menores ingresos priorizando la velocidad y dar respuesta rápidamente al incremento de la demanda. "Observamos que la adopción de robots impulsó a las empresas a expandir sustancialmente su producción". En resumen, esa automatización inicial "les llevó a expandirse y a asumir el coste fijo de establecer relaciones de deslocalización".

Sin embargo, este análisis acaba en 2016, justamente cuando las megaestructuras internacionales de las empresas estaban en su apogeo. Sin embargo, la logística ha tomado un rol capital los últimos años, algo que potencia esa sensación de la necesidad de traer cerca las fábricas por si las cadenas de suministro fallan o el fuego geopolítico detiene esos vínculos lejanos.

En ese contexto, la realidad es que cobran importancia los sustanciales costes que traer una logística simplificada. Según la consultora Kellerch, "el potencial de ahorro resultante de la relocalización sería de alrededor del 25% para la producción de pequeño volumen y del 10% para la de gran volumen". En resumen, la nueva era de la relocalización puede haber encontrado su desencadenante en los problemas en las cadenas de suministro y la tensión mundial o los aranceles… pero la robotización tiene un peso que pocos discuten en el proceso, más allá de que puede haber sido un punto polémico en la pasada década. Arranca un nuevo periodo donde las empresas quieren tener cerca su producción y, para aligerar los costes de unos salarios más altos, la automatización jugará un rol capital que podría definir el mercado laboral del sector secundario los próximos años.

Los robots del mañana

Como hemos visto, los análisis sobre la robotización ponen el foco en la industria, donde su implantación está más madura. Pero no tienen en cuenta que puedan extenderse a otros sectores dentro de los servicios, especialmente en la logística. El interés de empresas como Tesla o Amazon por utilizar robots humanoides no deriva tanto de una fantasía de ciencia ficción como de la necesidad de arquitecturas más versátiles que puedan realizar muchas más tareas en una fábrica o un almacén, algo hasta ahora restringido a las 'máquinas' humanas. Además, este diseño sí podría ser exportado a otras actividades (como servicios auxiliares, comercio o incluso hostelería) con un software adecuado, desarrollado por inteligencia artificial generativa.

Aparte de que esta tecnología no está disponible aún, otra barrea puede ser su cost. En países como España el sector servicios está capilarizado en pequeñas empresas, que no pueden asumir el coste de esta tecnología. Pero aquí entra el concepto de Robot As A Service (RaaS), que imita el modelo de las licencias de software para abaratar el coste de las actualizaciones y adaptaciones de estos robots 'generalistas' a tareas diversas.

Este escenario puede cambiar las reglas del juego e invalidar muchos análisis. Por ejemplo, produciría una situación similar a la de la primera fase de la robotización: los trabajadores menos cualificados sufrieron una suerte de 'deslocalización' tecnológica pasando de fábricas a otros sectores a los que robots no habían llegado. El impacto de un escenario como este puede resultar demoledor para el mercado laboral, sobre todo porque ya no hablaríamos solo de trabajos con una elevada carga física, sino también intelectuales (automatizados por IA).

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky