
La inmigración es un elemento clave para analizar el comportamiento de la economía, sobre todo en España, por ser uno de los países europeos donde más se han incrementado los flujos de llegada en los últimos años. Esta parte de la población ha contribuido de forma directa e indirecta al crecimiento y a la creación de empleo, como pone de relieve el último informe de Freemarket Corporate Intelligencee consultado por elEconomista.es. Este análisis estima que este colectivo protagonizó entre un 7,5% y un 12% del crecimiento anual del PIB durante la última década, por su peso en el mercado de trabajo, su productividad y los sectores en los que tienen más presencia.
El think tank desgrana este impacto acumulado en los últimos cinco años, entre los que destaca la aportación de la población inmigrante en el periodo posterior a la pandemia. Si en el año 2019 su contribución equivalía al 0,3 puntos porcentuales del crecimiento económico, en 2023 esta proporción creció hasta 0,7. Un avance que está directamente relacionado con su papel en el mercado de trabajo, ya que en el último de estos años los extranjeros aportaron dos puntos porcentuales al aumento total del empleo. "Entre 2012 y 2022, aproximadamente el 80% de los inmigrantes que llegaron a España estaba en edad laboral, ayudando a contrarrestar la reducción de la población activa que se venía produciendo desde hacía años por el envejecimiento de la población" destaca el informe.

Estos trabajadores se concentran especialmente en sectores como el empleo doméstico, los cuidados personales o el reparto de publicidad donde representan la mitad del conjunto de empleados y en algunos de estos casos, lo hacen desde hace más de diez años. No obstante, su peso se eleva cada vez más en los puestos de trabajo relacionados con la restauración. El 45% de los cocineros asalariados tenían una nacionalidad distinta a la española en 2023 y el 49,4% de los ayudantes de cocina. También lo hacen en el ámbito de la construcción, donde han pasado de ser un 25,2% del total de trabajadores en 2013 a un 44,3%. "Los resultados reflejan que los trabajos desempeñados por los inmigrantes hace 10 años son prácticamente los mismos salvo que el porcentaje de su presencia en ellos se ha incrementado. Hay cada vez más trabajos realizados mayoritariamente por inmigrantes" explican desde Freemarket.
No obstante, su contribución no se limita a estos sectores, sino que impacta en el conjunto de la economía nacional, como puso de manifiesto el CITI-GPS Global Perspectives & Solutions de 2018, en el que se concluyó que el PIB de las economías del sur de Europa habría sido entre 20 y 30 puntos más bajo entre 1990 y 2014 si no fuera por lo aportado por la población inmigrante. En España, en concreto, fueron clave para impulsar la creación de empleo registrada entre 2001 y 2008. "Solo 2 millones de empleos de los 4,8 creados en el boom económico fueron nativos, merced a un leve crecimiento de la tasa de actividad española y una ligera disminución del desempleo" subraya el análisis del centro de pensamiento. Sin embargo, advierten que este motor económico podría mejorar si se hacen más políticas para optimizar esta mano de obra.
Efectos directos e indirectos
El informe Repensar la inmigración calcula el impacto global de esta parte de la población al conjunto de la economía a partir del método input-output, con el que otros autores han abordado la "cadena de contagio" por la que toda la economía se contagia de los efectos positivos de la llegada de inmigración a España. Un marco que permite concluir que estos ciudadanos tienen efectos directos e indirectos en el PIB.
El trabajo de los extranjeros, más concentrado en los sectores que requieren destrezas manuales, tiene un efecto directo (grosso modo) por los salarios que perciben y los beneficios empresariales que generan sus jornadas. Al tiempo que su incorporación al mercado de trabajo también tiene un efecto indirecto, porque estimula la producción e incluso el empleo en otros sectores interconectados, como el de la construcción de residencias o las empresas de recursos humanos.
Todo ello también se hace notar en la demanda interna. Los salarios que perciben estos trabajadores inmigrantes son utilizados para adquirir bienes o consumir servicios, lo que a su vez genera un mayor volumen de actividad en otros sectores, aunque no trabajen en ellos. Y la creación de actividad económica a través del consumo tiene, en consecuencia, una repercusión indirecta. Por ejemplo, los bienes de alimentación necesitan transporte, suministros y producción.