Economía

Dimon (JP Morgan) avisa a Europa y explica su caída económica en picado: "Estáis perdiendo"

  • Europa ha pasado de representar el 90% del PIB de EEUU a solo el 65%
  • La economía europea está atrapada en una maraña de regulación y estancamiento
  • "La economía de Europa tiene un grave problema en este momento"

EEUU inventa, China 'copia' y Europa regula. No existe forma más sencilla y sumaria de definir a las tres economías más importantes del mundo. Como es lógico, esta definición tiene sus consecuencias: EEUU es un país innovador que avance, China recorta cada vez más terreno... mientras que Europa se queda atrás atrapada en su propia red regulatoria. La economía de la Unión Europea lleva años perdiendo peso relativo en la economía global, especialmente frente a Estados Unidos. Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan Chase, ha lanzado una seria advertencia a los líderes europeos: "Estáis perdiendo". Y por desgracia, para el Viejo Continente, Dimon parece tener razón si se tiende a las frías estadísticas.

En una intervención en Dublín, el veterano banquero recordó que Europa representaba el 90% del PIB de Estados Unidos hace 15 años; hoy apenas equivale al 65%. Esta pérdida de protagonismo económico (una brecha de riqueza que no para de crecer) no solo es simbólica: refleja una brecha creciente en competitividad, innovación y capacidad de liderazgo global.

Dimon subraya lo que muchos economistas llevan tiempo alertando: Europa se ha quedado atrás en la carrera tecnológica y en la adaptación a los nuevos retos industriales. Mientras Estados Unidos y China invierten masivamente en inteligencia artificial, defensa, transición energética o semiconductores, la UE continúa atrapada en debates regulatorios, divisiones internas y una falta de ambición fiscal. Mario Draghi ya advirtió en 2023 que Europa necesita una nueva estrategia industrial con al menos 800.000 millones de euros anuales en inversión si quiere competir con las grandes potencias.

El mensaje de Dimon va más allá de la macroeconomía: cuestiona la capacidad real de Europa para mantenerse relevante. "Vuestras empresas son grandes y exitosas, pero cada vez menos", lamentó, comparando la escala global de las compañías estadounidenses con la fragmentación empresarial europea. Este problema estructural se agrava por un mercado único incompleto, un sistema bancario poco integrado y la ausencia de una política fiscal común potente. Frente a la agilidad de EEUU y la planificación estratégica de China, Europa parece paralizada.

En un mundo con diferentes opciones políticas y estratégicas, Europa parece haber tomado la peor. El caso de Pekín está claro. Un Gobierno autoritario que tiene capacidad de tomar decisiones duras, pero que dan sus frutos a largo plazo. Este ha sido, quizá, el éxito del Gobierno chino. Dolor a corto plazo y ganancias a largo plazo. EEUU, por otro lado, es una democracia que deja la economía en manos de las fuerzas del mercado (la 'mano invisible') con unos impuestos bajos y escasa regulación. Los agentes se pelean por llegar a la cima y llevárselo todo. Es cierto que esto genera gran desigualdad económica, pero también es fuente de innovación, competitividad y crecimiento económico.

Europa, por el contrario, es una democracia plena, intervencionista, con impuestos altos y que busca una gran redistribución de la renta. Además, Bruselas parece tener como primer objetivo la búsqueda del equilibrio, la ética y la justicia, algo que sin duda es positivo, pero que parece frenar el crecimiento económico, el riesgo y la innovación. Además, las divisiones y la fragmentación impiden que se tomen decisiones coherentes con el crecimiento a largo plazo.

La brecha tecnológica

Dimon explica que uno de los frentes donde la brecha es más evidente es la tecnología. Mientras que EEUU domina en inteligencia artificial, big data y plataformas digitales, Europa ha fracasado en crear gigantes tecnológicos globales. Los únicos "unicornios" europeos que despuntan acaban siendo adquiridos por firmas estadounidenses o asiáticas. La falta de capital riesgo y una regulación estricta agravan la situación. Incluso sectores como la industria farmacéutica, tradicionalmente fuertes en Europa, están viendo cómo Washington gana terreno.

Esta pérdida de impulso económico se traduce también en vulnerabilidad política. Dimon advirtió que los mercados están siendo demasiado complacientes con los riesgos globales, especialmente con la amenaza de una nueva oleada de aranceles si Donald Trump regresa a la Casa Blanca. El banquero criticó la pasividad con la que los inversores han reaccionado ante las amenazas de imponer aranceles del 50% al cobre o del 200% al sector farmacéutico. "Desgraciadamente, creo que hay complacencia en los mercados", advirtió.

Mientras Estados Unidos defiende agresivamente su industria y su soberanía tecnológica, Europa sigue dudando sobre cómo actuar frente a la deslocalización, la dependencia energética y la competencia desleal de terceros países. Aunque Bruselas ha empezado a hablar de 'autonomía estratégica', las medidas siguen siendo limitadas, y los instrumentos como el plan industrial del Pacto Verde aún están lejos de alcanzar el impacto del Inflation Reduction Act estadounidense.

En términos de defensa y política exterior, Europa tampoco avanza al ritmo necesario. El aumento del gasto militar de los últimos meses sigue dependiendo de Estados Unidos como garante último de la seguridad del continente. La falta de liderazgo común en materia industrial y estratégica debilita la voz europea en foros internacionales clave. Frente a una China cada vez más influyente y un EEUU más proteccionista, Europa corre el riesgo de ser irrelevante.

El problema no es solo económico, sino también político. Dimon criticó la deriva ideológica de algunos sectores progresistas en Estados Unidos, pero también dejó claro que la fragmentación política en Europa obstaculiza reformas estructurales urgentes. Gobiernos en minoría, bloqueos parlamentarios y una creciente desafección social dificultan la aprobación de paquetes fiscales ambiciosos o de reformas del mercado laboral e innovación.

Para revertir esta tendencia, Europa necesita una agenda de transformación profunda: más inversión en ciencia y tecnología, una unión de capitales real, menor regulación, reforma del mercado energético y políticas de largo plazo basadas en la mejora económica. No basta con resistir: hace falta recuperar iniciativa. El diagnóstico de Dimon es duro, pero preciso: si Europa no despierta pronto, el declive será irreversible.

El tiempo apremia. Mientras el PIB de Estados Unidos ha estado creciendo a buen ritmo en las dos últimas décadas y el de China se ha disparado (ahora empieza a frenar), Europa parece estancada en un modelo que ya no responde a los desafíos del siglo XXI. Y como advierte el jefe de JP Morgan, "eso no es bueno".

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky