
La penúltima reunión de Mario Draghi al frente del BCE fue una de las más intensas e importantes en sus ocho años de mandato. Y quizá también de las más conflictivas. De los 25 miembros que toman las decisiones colegiadas del banco, hubo miembros que se desmarcaron para que no hubiera unanimidad en la reactivación del programa de compra o a la hora de bajar tipos. Incluso hubo desidentes para las previsiones económicas del BCE, que son la base de la política monetaria. Otros miembros propusieron bajar más los tipos para prescindir las compras de bonos, según describen las actas del Consejo de Gobierno.
Los tiempos de la unanimidad, tan si quiera del consenso, han quedado muy atrás en el tiempo desde que el euro estuvo a punto de saltar por los aires. Y cuando vienen curvas aparecen la lucha de halcones y palomas. Los primeros partidarios de un política monetaria conservadora y liderados por Alemania, Austria y Holanda. Y los segundos creyentes de la heterodoxia bancaria y los estímulos económicos, cuyo máximo exponente es el propio Draghi. La última reunión del Consejo de Gobierno, donde se rebajó los tipos de los depósitos al 0,5%, se reanudaron el programa de compras de deuda y se dio luz verde a las ayudas a los bancos, dejó un reguero de enfrentamientos entre los bloques, con miembros que no apoyaron las medidas adoptadas por el Consejo.
Aunque las actas del BCE no ofrece los nombres de los consejeros que oponen al órgano colegiado (cosa que hace la Fed), si se publican los argumentos utilizados cuando se disiente. Algo suelen dar pistas cuales miembros son los rebeldes. Y más teniendo en cuenta que a los pocos días, unos de los halcones dimitió por sorpresa. La alemana Sabine Lautenschläger dejó su puesto en el BCE dos años antes de que culmine su mandato, sin dar ninguna explicación.
Todos los miembros apoyaron una política monetaria más acomoditicia pero en las medidas concretas estalló el consenso
Todos los miembros apoyaron una política monetaria más acomoditicia y que se debían adoptar un paquete de medidas complementarias entre ellas. Pero en las propuestas más polémicas estalló el consenso. El documento confirma que ninguna de las medidas que posteriormente anunció en rueda de prensa el presidente del BCE fue aprobada por unanimidad Según las actas, "una clara mayoría de miembros" estuvo de acuerdo en volver a comprar deuda pública y privada de la zona del euro por valor de 20.000 millones de euros mensuales.
Sin embargo, varios miembros, más bien palomas, consideraron que "las compras renovadas" no son lo suficientemente fuertes porque consideraban que eran un instrumento menos eficiente dado el aplanamiento de la curva. Otro grupo de opositores enfatizaron que una medida así solo podía ser considerada como "un instrumento de último recurso que solo debe desplegarse en el caso de contingencias más graves".
El razonamiento de los halcones fue que ya las condiciones financieras "eran muy favorables, en particular con bonos de vencimientos muy largos que se negociaban con rendimientos negativos". Además, advirtieron que se podría generar mayor demanda de deuda en el mercado "agotándose el universo adquirible y pondría en duda los límites del programa".
Alemania y sus partidarios se opusieron a un recorte en la tasa de depósitos
Una gran mayoría de los miembros apoyaron el recorte al 0,5% de los depósitos, pero hubo banqueros que se opusieron al recorte. Pero tampoco dejó muy tranquilos al bloque de las palomas. Varios estuvieron a estar en disposición de reducir la tasa en la facilidad de depósito en 20 puntos básicos, pero dejando desactivadas excluiría la compra de activos.
También hubo resistencia respecto de la justificación para aplicar un mecanismo de dos tramos. Algunos miembros expresaron la idea que no eran necesarios porque los bancos podrían beneficiarse de unas condiciones de préstamo muy favorables a través de las subastas TLTRO III. Durante mucho tiempo Drahi y Guindos han negado que los tipos negativos estuvieran afectando a las entidades.
Precisamente hoy, en el mismo día que se publicaban las actas, el Financial Times publica que Draghi y el Consejo de Gobierno no tuvieron en cuenta la recomendación del comité técnico que desaconsejaba reactivar el programa de deuda y apunta a que las medidas se aprobaron con la oposición de más de un tercio del órgano ejecutivo del BCE. El propio Draghi en la rueda de prensa indicó que a la hora de decidir si se aprobaba o no el paquete al completo, hubo un consenso lo suficientemente amplio como para ni siquiera tener que realizar una votación formal.