
Cuando todo el mundo estaba pendiente de quién iba a ser el sustituto de Benoit Coeuré (finalmente el italiano Fabio Panetta), la alemana Sabine Lautenschläger ha anunciado de forma inesperada que deja su puesto en el Banco Central Europeo, más de dos años antes de que culmine su mandato. Aunque el BCE no ha hecho oficial el motivo de su marcha (se ha limitado enviar un austero comunicado), la alemana era uno de los miembros de la 'oposición' a los últimos estímulos anunciados en la reunión de este mes.
Los críticos de Draghi y sus aliados han manifestado su oposición con vehemencia antes y después de la batería de estímulos anunciada el pasado 12 de septiembre. Una parte relevante -que no mayoritaria- del Consejo de Gobierno (formado por el Comité Ejecutivo y los banqueros centrales de la zona euro) estaba en contra de reanudar el programa de estímulos que anunció Draghi tras la reunión, entre ellos Lautenschläger.
Carsten Brzeski, economista jefe de ING para Alemania, cree que Lautenschläger puede haber por diferentes causas, pero es cierto que "era el único miembro del Comité Ejecutivo que criticaba públicamente las compras de bonos".
Este programa supone la adquisición neta de 20.000 millones de euros en bonos al mes por un periodo de tiempo sin determinar. Dicha medida pretende incrementar los niveles de liquidez en la zona euro, estimular el crédito y la demanda para que los precios se acerquen a un crecimiento del 2%. En la actualidad, la zona euro vive una periodo de desinflación en el que el IPC ha ido perdiendo fuerza hasta crecer solo un 1%, frente al 2,3% al que aumentaron en octubre de 2018. Esta desinflación junto a la pérdida de vigor de la economía europea han llevado al BCE ha reducir la tasa de depósito 10 puntos básicos hasta el -0,5%, anunciar el programa de compras de activos y retirar la posible fecha de una subida de tipos en su comunicado.
Los detractores de las compras netas de bonos (y puede que de alguna de las otras medidas) aseguran que la zona euro no corre riesgo de caer en deflación como en 2015 y por ello no ven necesario reactivar esta medida que podría ser útil si más adelante empeora la situación.
Así se toman las decisiones
Aunque no hubo votación para aprobar estas medidas, fuentes con conocimiento directo del debate aseguran que alrededor de un tercio de los responsables políticos se opusieron a las medidas promovidas por el presidente saliente del BCE, Mario Draghi, un número inusualmente alto para un organismo que normalmente se esfuerza por conseguir el consenso.
Los tratados de la Unión Europea señalan que "el BCE puede llevar a cabo operaciones de mercado abierto y de crédito e imponer reservas mínimas. El Consejo de Gobierno también puede decidir, mediante una mayoría de dos tercios, acerca de otros instrumentos de control monetario". Draghi necesitaba dos tercios de los 25 miembros del Consejo de Gobierno para aprobar el paquete de estímulos, aunque la mayoría le apoyó faltaría saber si se cumplieron estrictamente las mayorías de los tratados de la UE. Fuentes de Reuters aseguran que la oposición fue de algo más de un tercio, lo que daría la razón a los que hablan de "dictadura".
Por otro lado, los mismos tratados hablan de "la prohibición de la financiación monetaria (artículo 123 del TFUE) que establece límites a la utilización de los instrumentos de política monetaria". Esto impediría al BCE lanzar un 'helicóptero del dinero' para financiar a los gobiernos, pero no dice nada acerca de lanzar otro que dé dinero a las familias directamente.
Aún así se produjeron varias críticas al italiano y sus defensores: "Este amplio paquete de medidas, en particular la reactivación del programa de compra de activos, es desproporcionado en relación con las actuales condiciones económicas, y hay razones sólidas para dudar de su eficacia", dijo el presidente del banco central holandés, Klaas Knot, quien critica con frecuencia la política monetaria ultralaxa del banco.
La críticas llegaron desde Alemania, Austria, los países bálticos... Esta polémica no solo está lejos de zanjarse sino que podría ganar intensidad con la llegada de Christine Lagarde (sustituto de Draghi), que seguirá la estela del italiano en la búsqueda de herramientas que llevan a la inflación al 2% en un contexto de desaceleración. Los 'representantes' de los países que son acreedores netos seguirán luchando por reducir el tono expansivo de estas políticas que dañan a sus bancos y ahorradores. La lucha en el Consejo de Gobierno está servida.