
Todo parecía listo para que el Banco Central Europeo presentase un impresionante paquete de medidas en septiembre: los datos económicos no acompañan, la inflación está de capa caída, la Fed podría seguir bajando tipos (lo que ejerce presión sobre el resto de bancos centrales) y las pistas que habían dado algunos miembros del Consejo de Gobierno del BCE eran claras. Sin embargo, en los últimos días cinco miembros, también del Consejo de Gobierno, han presentando una postura que genera ciertas dudas. Quizá el BCE está jugando al despiste para que sus medidas causen un mayor impacto en el mercado y en las expectativas o quizá el seno del banco central está dividido como ha ocurrido en otras ocasiones.
Guindos: "Nuestra política monetaria es dependiente de los datos, no de los mercados"
El mercado espera una bajada del tipo de facilidad de depósito (donde los bancos guardan su liquidez) de diez puntos básicos y, quizá, el anuncio de la reanudación de las compras netas de activos por valor de 40.000 millones mensuales. Pero esta semana Jens Weidmann (presidente del Bundesbank), Luis de Guindos (vicepresidente del BCE), Klaas Knot (presidente del Banco Central de los Países Bajos), Sabine Lautenschläger, (Comité Ejecutivo) y Edwald Nowotny (presidente del banco central de Austria) han dejado comentarios que alejan esta nueva batería de estímulos.
Uno de los últimos en aparecer en escena ha sido el austriaco, que en una entrevista publicada este jueves y recogida por Reuters ha declarado que "en los años pasados quizá seguimos las expectativas de los mercados de forma demasiado intensa y evitamos decepcionarles", ha explicado al diario Wiener Zeitung.
Nowotny cree que la independencia de la banca central no sólo debe referirse a los gobiernos, también a los mercados y otros agentes, los institutos monetarios deben buscar alcanzar sus objetivos de precios y estabilidad financiera de forma independencia, aunque estos objetivos estén muy relacionados con los mercados y sus expectativas.
"Soy de la opinión de que los bancos centrales son instituciones decisivas y deben, por lo tanto, decepcionar a los mercados en algunas ocasiones", sentencia el banquero.
Knot, por su parte, ha comentado hoy que las expectativas del mercado sobre lo que va a hacer el BCE son "exageradas" y que el banco debería guardar la pólvora del QE para poder usarla en caso de que llegue un nuevo shock", lo que muestra que este miembro del Consejo de Gobierno no dará su apoyo a la reactivación de las compras netas de bonos en septiembre.
Lautenschläger, miembro del Comité Ejecutivo, también ha indicado que el programa de compra de activos es "el último recurso" del BCE, por lo que solo debería ser usado si existe el riesgo de deflación en la eurozona, algo que "no se puede ver ahora".
Otro peso pesado del BCE que ha enfriado los ánimos ha sido Luis de Guindos, vicepresidente de la institución, que tras una intervención oficial en Manchester este martes respondió a las preguntas de los presentes sobre el próximo paso del BCE: "Pienso que no tenemos que actuar de forma agresiva, sino con mucha determinación".
Guindos añadió que "nuestra política monetaria es dependiente de los datos, no de los mercados: las indicaciones de las expectativas del mercado no pueden reemplazar nuestro juicio político", señaló el español.
Por último, Jens Weidmann, presidente del Bundesbank alemán, ha asegurado en los últimos días que la situación no es tan grave como se está haciendo ver y no se corresponde con los datos económicos que se están publicando en la Eurozona.
Weidmann comentó en una entrevista esta semana que el empeoramiento de las expectativas económicas "no me han dejado helado. No hay razón para entrar en pánico", aseguraba el economista germano, que además ve un error fijarse en los banqueros centrales cada vez que algo va mal en la economía: "Parece que se ha convertido en un hábito que la gente mire hacia los banqueros centrales y demanden respuestas a gran escala", reprochaba el experto.
Las declaraciones de estos cinco miembros del Consejo de Gobierno chocan con lo que se esperaba del BCE para la reunión de septiembre. Si el banco central no baja tipos y no anuncia otras medidas expansivas o compensatorias para los bancos (reducir la tasa que pagan por su liquidez) la reacción de los mercados puede ser contundente, con caídas de las bolsas y subidas para el euro, que se vería 'atrapado' en la inactividad del BCE frente a los movimientos acomodaticios de otros bancos centrales, sobre todo la Fed.