Tras varios años de baja inflación, parece que este 2021 podría ser un tanto diferente. Una serie de factores, muchos de ellos puntuales, pueden llevar a que los precios superen el objetivo marcado por los bancos centrales en el 2%. Este cambio de tendencia, que en principio parece temporal (al menos en Europa), se ha convertido en uno de los temas más repetidos en los círculos económicos y de inversión. El control de la inflación se ha convertido es una especie de seña de identidad en los países desarrollados, donde la banca central es independiente y tiene unos objetivos bien definidos. Un exceso de inflación tiene muchos costes para la economía.
Primero parece necesario aclarar que cuando se habla de riesgo de inflación y de sobrecalentamiento de la economía, en este momento concreto, se hace referencia sobre todo a EEUU, donde el Gobierno está poniendo en marcha un plan de estímulos de 1,9 billones de dólares (ya piensan en añadir más).
En Europa, aunque a veces se mete en el mismo saco, el riesgo de sufrir una inflación fuerte y prolongada parece muy inferior, dado el elevado output gap negativo que ha creado la crisis del covid, la elevada tasa de paro y unos estímulos fiscales muy inferiores. En Europa habrá inflación, pero será sobre todo consecuencia de el efecto base (los precios se compraran con 2020 cuando estábamos en deflación), el auge de las materias primas y ciertos cambios impositivos. Sin embargo, se prevé que la subida del IPC se relaje en 2022.
¿Cuáles son los costes de la inflación?
Los perjuicios que genera la inflación en la economía se ven de forma clara cuando los precios suben con intensidad, de forma generalizada y prolongada. Olivier Blanchard, antiguo profesor de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional, es uno de los expertos que ha advertido del posible sobrecalentamiento de la economía de EEUU. Este profesor ha publicado varias ediciones de uno de los manuales más leídos sobre macroeconomía, donde destaca varios costes de la inflación para la economía.
-Distorsiones fiscales. Los tramos fiscales no se actualizan siempre con la inflación, por lo que un alza de los salarios producto de una subida del IPC o viceversa (muchos sueldos suelen o solían tener esta indexación) supone una mayor carga impositiva para los ciudadanos. Por ejemplo, si el sueldo de un individuo aumenta porque ha aumentado la inflación, mantendrá el mismo poder adquisitivo de su renta (misma renta en términos reales), pero si ese aumento de su renta supone que su salario accede a un escalón de IRPF superior, pagará más impuestos sin estar ganando más dinero en términos reales.
Esto también puede ocurrir con los activos. Por ejemplo, in inversor compra una acción de una empresa X por 100 euros. La inflación sube con fuerza (pongamos un 10%) y la empresa puede trasladar este coste a los clientes. El mercado detecta que el valor nominal de la empresa sube junto al auge de la inflación, generando una revalorización de las acciones de ese 10%. El inversor vende su acción por 110 euros, pero como la inflación ha subido un 10% el precio real (poder adquisitivo de esta acción) sigue siendo el mismo, pero el accionista deberá tributar por esos 10 euros de beneficios, por lo que en términos reales habrá perdido poder adquisitivo. Algo similar puede ocurrir con una vivienda y otros activos por los que hay que tributar cuando se obtiene una plusvalía.
-Costes en suela de zapatos. En el medio plazo, una inflación elevada lleva a unos tipos de interés nominales más elevados, por lo que tener el dinero inactivo (en efectivo o en cuentas sin remuneración) genera pérdidas reales. Antes de la expansión de la banca electrónica, las familias tenían que multiplicar sus viajes al banco para evitar que su dinero perdiera poder adquisitivo, por lo que se dice que se desgastaban las suelas de sus zapatos. De ahí el curioso nombre de este coste.
"Durante las hiperinflaciones, el coste de suela de los zapatos era muy elevado. Pero su importancia a día de hoy es moderada", reconoce Blanchard. Por un lado porque la inflación está controlada y cuando sube solo supera levemente los objetivos del banco central. Por otro lado porque la banca online permite hacer casi todos los cambios necesarios (compra de acciones, depósitos mejor remunerados...) desde un ordenador, reduciendo este coste.
-Costes de menú. Esto se refiere a la incertidumbre y al tedio que provoca la necesidad de modificar los precios que soportan las empresas (actualizar precios y catálogos, comunicarlos a los distribuidores o clientes, etc). Obviamente, la inflación eleva los costes de menú. Todo ello supone un gasto de tiempo y genera incertidumbre frente a la estabilidad de precios. Toda este consumo de tiempo socava la productividad, puesto que es una actividad que no generan valor añado.
-Perdida de competitividad. Una subida de la inflación en una economía encarece los bienes y servicios que se producen en ella respecto al resto de regiones o países. Manteniéndose todo lo demás constante (la productividad sobre todo), un auge de los precios incrementará los costes unitarios (lo que cuesta producir) más rápido que en el exterior, restando competitividad y atractivo a los bienes y servicios que se producen en la economía inflacionaria. Esto puede afectar a las empresas que tienen una elevada exposición al exterior y a sus trabajadores.
-Mayor incertidumbre de los agentes económicos. Desde el Banco de España explican en su web que "cuanta más inflación haya, y más se cambien los precios, más difícil será predecir los precios futuros (expectativas de inflación) y esta variable es fundamental en las decisiones de empresarios y trabajadores. Dado que los precios transmiten la información necesaria para que los consumidores decidan correctamente qué deben adquirir y para que las empresas calculen qué y cuánto deben producir, si están cambiando continuamente dejan de cumplir su función informativa y aparecen de este modo unos costes adicionales".
Blanchard explica que la inflación genera lo que se llama 'ilusión del dinero' (money illusion) que lleva a familias y empresas a tomar decisiones erróneas. Una subida salarial del 4% parece jugosa, pero si la inflación avanza un 6%, ese empleado está perdiendo dinero (la empresa ahorrando) aunque no lo parezca. Por el contrario, un sueldo estancado en un contexto de deflación (caída prolongada de los precios) funciona como una subida salarial real (aumentan los costes reales para la empres y gana empleado).
-Redistribución arbitraria de la riqueza. El Banco de España también destaca este coste de la inflación. Una inflación muy elevada puede ser positiva para los deudores, puesto que el dinero pierde valor y la deuda no cambia. Si usted debe 60.000 euros al banco hoy, quizá dentro de unos años tras una fuerte subida de la inflación esos 60.000 no valgan casi nada. Lo contrario ocurre con los ahorradores que son incapaces de mantener el poder adquisitivo de su dinero porque son muy conservadores o porque no tienen los conocimientos o el acceso a los productos de inversión más sofisticados.
Por otro lado, la inflación puede generar problemas para ciertos grupos de trabajadores cuyos salarios sean más rígidos (normalmente los trabajadores con sufren más precariedad). Un empleado bien posicionado, con una formación elevada y en un puesto alto de la escala salarial puede negociar al alza su salario con mayor facilidad si la inflación sube con fuerza. Sin embargo, un trabajador en un puesto precario, que quizá sea fácilmente sustituible (sobre todo ahora que están tan de moda los robots), puede tener problemas para que su salario suba junto al alza de los precios. En ocasiones, la inflación se convierte en el peor impuesto para las rentas más bajas.