No es la primera vez ni será la última en la que ETA se declara en tregua. En esta ocasión, lo hace de manera muy suave, porque se limita a señalar que «ya hace unos meses que tomó la decisión de no llevar a cabo acciones ofensivas armadas» y exige a renglón seguido una negociación con las fuerzas políticas y los agentes sociales para la independencia de Euskadi. Se trata de una buena inciativa, pero no veo por ningún lado su compromiso a no seguir matando o a no reanudar su reguero de víctimas. Más que una tregua, parece una nota informativa de sus últimas actuaciones. El momento en que se produce, en el que varias fuerzas políticas presuntamente vinculadas al mundo radical pugna por la autorización oficial para poder presentarse a las próximas municipales, da pie a pensar que este es uno de sus principales objetivos. Una manera también de recuperar el mando en ayuntamientos, desde los que sembrar su movimiento y llenar sus arcas. Rubalcaba hará bien en seguir el camino que ha andado hasta ahora, continuar con la lucha armada, como si nada ocurriera. Zapatero no debe olvidar la lección de la T4. No hay motivos para negociar, no se habla de declarar un alto el fuego ilimitado. En resumen, parece que estamos ante otra tregua trampa para lograr rearmarse económica y letalmente.