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Madrid
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El tiempo vuela y 2023 ya es prácticamente cosa del pasado. Un año más, la actualidad ha sido agitada en todos los ámbitos. El día a día ha estado cargado de noticias que, de una forma u otra, en mayor o menor medida, han influido en nuestras vidas. Y los mercados tampoco han sido ajenos a estas. La elevada inflación ha continuado siendo el principal reto al que se enfrentan los bancos centrales, que siguieron subiendo los tipos de interés (o encareciendo el dinero) en la primera mitad del ejercicio para combatirla, con las consecuencias que ello ha supuesto para la economía y las finanzas personales y empresariales. De hecho, el fantasma de una nueva crisis financiera sobrevoló Estados Unidos y Europa a principios del ejercicio, a lo que se sumó posteriormente la inestabilidad política y la tensión internacional por el recrudecimiento de un viejo conflicto en Oriente Próximo, entre otras cosas. Pero todo ello no ha impedido que el Ibex 35, el índice de referencia de la bolsa española, haya vivido uno de los 10 mejores ejercicios de toda su historia, a falta de ver cómo acaba.

La pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 comenzó a finales de 2019, pero la incertidumbre y las crisis (sanitaria, social y económica) que provocó sacudieron gran parte del mundo en la primavera del año siguiente. Fue entonces cuando los mercados sufrieron una debacle histórica alrededor del planeta, pero a la bolsa europea (cuyo selectivo de referencia es el EuroStoxx 50) le bastó apenas un año para recuperarse del golpe. En cambio, la cura en el mercado español tardó bastante más en hacer efecto: no ha sido hasta finales de 2023 cuando el Ibex 35 ha logrado batir los 10.100 puntos que no alcanzaba desde febrero de 2020.

La Bolsa de Madrid entró en los "tiempos modernos" en abril pasado, estrenando las pantallas digitales que desde entonces sustituyen a sus anteriores e icónicos paneles analógicos donde se ven las cotizaciones. Fuente de la imagen: Efe.

Se podría decir que el mercado español comenzó el año hecho cenizas después de haber quemado cinco puntos y medio porcentuales el anterior. Y es que, si bien en 2021 el Ibex rebotó cerca de un 8%, no fue suficiente para recuperarse del histórico batacazo de 2020 (del 15,5%, el tercer peor año desde su creación).

En cambio, la bolsa nacional acabó remontando su vuelo cual ave fénix: 2023 no solo ha sido un ejercicio claramente positivo, sino que al ascender alrededor de un 23% está entre los 10 mejores desde que 'nació' el Ibex hace más de una treintena de años. Eso sí, el índice todavía sigue a casi un 60% de distancia de sus máximos históricos, próximos a los 16.000 puntos y registrados hace ya 16 años.

Este ejercicio empezó con buenas sensaciones: el Ibex se disparó cerca de un 10% en el primer mes, en el que fue el mejor enero de su historia. Y eso que, en general, la renta variable de Europa inició 2023 en pleno invierno y con el temor a una crisis energética.

Finalmente, las temperaturas más cálidas de lo habitual en gran parte del Viejo Continente, entre otras cosas, evitaron que se agotaran las reservas de gas hechas por las tensiones con Rusia (debido a la guerra en Ucrania) y el miedo disminuyó.

A finales de febrero, en el plano nacional, una noticia agitó el panorama empresarial y político: Ferrovial anunció que trasladaría su sede social de España a Países Bajos para, en teoría, poder dar el salto con más facilidad a Wall Street. Desde mediados de junio, la constructora cotiza tanto en la bolsa española como en la neerlandesa.

Volviendo a ampliar el foco, durante los primeros compases de 2023 los mercados bursátiles de todo el mundo se movían sin una perspectiva clara sobre cuándo los principales bancos centrales (excepto el de Japón) dejarían de encarecer el dinero. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), el Banco de Inglaterra (BoE) y el Banco Central Europeo (BCE) ya comenzaron en 2022 a elevar los tipos de interés con contundencia para poner freno a la desbocada inflación. Esto a su vez tuvo efectos más o menos duros y directos en los hogares (como las fuertes subidas de las hipotecas) y en las economías en general.

En consecuencia, la falta de un techo visible en la escalada de los tipos hacía temer una recesión en Europa o en EEUU. Un miedo que se avivó con la presencia a ambos lados del Atlántico del fantasma de la crisis financiera a mediados de marzo y que durante las primeras semanas hizo inevitables las reminiscencias de la Gran Crisis que desató la caída de Lehman Brothers allá por 2008.

Todo comenzó el jueves 9 de marzo por la tarde (en Europa). Silicon Valley Bank, o SVB, uno de los mayores acreedores de start-ups tecnológicas de Estados Unidos, anunció una gran ampliación de capital. Sus acciones se hundieron más de un 60% ese mismo día y la cotización fue suspendida al siguiente. En la tarde del 10 de marzo, viernes, las autoridades norteamericanas anunciaron la liquidación de SVB.

El foco del mercado estaba puesto en la huida de los depósitos que sufrió la entidad ante las subidas de los tipos de interés en EEUU. Es ahí donde los inversores y analistas pusieron la lupa en los bancos de todo el mundo. Signatura Bank también cayó el 12 de marzo, protagonizando la tercera mayor quiebra de la historia de Estados Unidos. Y el terremoto financiero no tardó en notarse a este lado del Atlántico: el banco más grande de Suiza, UBS, acordó absorber a su otrora rival, Credit Suisse, un domingo de mediados de marzo.

Visto lo visto en Wall Street, para muchos era cuestión de tiempo que Credit Suisse acabara siendo el siguiente damnificado. La entidad llevó a cabo ya en 2022 una ampliación de capital que le salvó por la mínima del precipicio. A finales de febrero pasado, el banco se vio envuelto en el enésimo escándalo que salpicaba a su cúpula. Este contexto explica que el riesgo de impago de Credit Suisse se disparara tras la quiebra de SVB. Solo tres días antes de ser comprada, la firma helvética pidió un rescate milmillonario al Banco Nacional Suizo (SNB, por sus siglas en inglés), pero terminó siendo absorbida por el otro gran banco del país alpino.

Axel Lehman, presidente de Credit Suisse desde enero de 2022 hasta su venta, cabizbajo en la última junta de accionistas que celebró el banco el pasado 4 de abril. Fuente de la imagen: Bloomberg.

La operación evitó una crisis financiera en Suiza (y probablemente en toda Europa), según afirmó el SNB pasados varios meses. Pero no estuvo exenta de polémica, ni mucho menos. A modo de ejemplo: aquellos que tenían bonos con más riesgo (los conocidos como AT1 o CoCos) de Credit Suisse perdieron en conjunto alrededor de 17.000 millones de dólares de un día para otro.

A pesar de las turbulencias bancarias, el primer trimestre del año fue alcista para el Ibex. Es más, fue el mejor desde el último de 2020. Pero el segundo cuarto de 2023 empezó marcado por la incertidumbre en torno a la banca y en cómo podrían influir la sacudida del sector en las políticas monetarias del BCE y la Fed.

Los interrogantes hicieron que el cuarto mes finalizara prácticamente en tablas en la bolsa española, pues solo ascendió un 0,1%. Y eso que echó a andar con una noticia inesperada en el mercado de materias primas: varios Estados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), con Arabia Saudí a la cabeza, decidieron el 3 de abril reducir sus niveles de producción de crudo. El objetivo del cártel era impulsar el precio del oro negro ante la proyección de una menor oferta, pero la medida acabó resultado ineficaz: el barril de Brent, referencia en Europa, cotizaba entonces por debajo de 80 dólares y a día de hoy se encuentra en niveles similares.

Volviendo a la bolsa, abril terminó con un sabor agrio: el día 28 se vivió un duro viernes por las caídas de la banca, dado que el mercado intuía nuevos colapsos. Y no se equivocaba: el 1 de mayo JP Morgan se quedó con los restos de First Republic Bank, después de que este sufriera una fuga masiva en sus depósitos.

Tras dicha operación, el miedo a una mayor escalada de la crisis bancaria disminuyó, pero fue otro asunto el que comenzó a preocupar a los inversores: el riesgo de que Estados Unidos cayera en un impago de su deuda (o default) por la falta de un acuerdo entre el Gobierno de Joe Biden y la oposición (los republicanos).

Y por si esto fuera poco, en plano nacional, aumentaron las incógnitas políticas: a finales de mayo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció que adelantaba las elecciones generales previstas para final de año al 23 de julio. ¿La razón? Los malos resultados de su partido, el PSOE, en las elecciones locales y autonómicas celebradas en el quinto mes.

Sin embargo, junio trajo buenas noticias a los mercados nada más comenzar: el día 2, EEUU esquivó in extremis el default, disminuyendo el temor a un duro golpe para la mayor economía del planeta. Además, la Reserva Federal materializó su primera pausa en los tipos el día 14, siendo la primera vez que no elevaba el precio del dinero desde marzo de 2022. Eso sí, el presidente del banco central americano, Jerome Powell, advirtió solo una semana después de que habría más alzas a corto plazo y que la pausa solo había sido una especie de tregua.

Aun así, el sexto mes acabó con un buen balance para el Ibex: ascendió un 6% y cerca de cuatro puntos porcentuales a lo largo del segundo trimestre.

El verano llegó al hemisferio norte de la Tierra y con él las elecciones generales en España. Todo apuntaba a que el PP sería el gran vencedor del 23J. Había encuestas que anticipaban que podría incluso no hacerle falta el apoyo de los ultraderechistas de Vox para investir a Alberto Núñez Feijóo como presidente. Pero el resultado que salió de las urnas fue más ajustado de lo esperado, elevando la inquietud sobre si acabarían repitiéndose las elecciones y cuál sería la deriva política del país.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, poco antes del debate cara a cara que hizo con el líder del PP, Alberto Núñez Feijoó, el pasado 10 de julio en plena campaña electoral de cara al 23J. Fotografía de archivo. Fuente: Bloomberg.

Para más inri, pocos días después el BCE incrementó los tipos de interés por novena vez consecutiva y llevó a la tasa de depósito a su (hasta entonces) máximo histórico. Asimismo, a final de mes el Banco de Japón, el más acomodaticio de los principales entes monetarios del mundo, dio un nuevo paso hacia la normalización de su política monetaria flexibilizando un poco más el nivel al que puede ascender el interés de bono nipón a 10 años. No obstante, los tipos de interés en el país del sol naciente siguen en negativo (-0,1%).

Llegó agosto y con él las incógnitas sobre qué harían la Fed y el Banco Central Europeo con sus respectivos tipos en el más corto plazo. ¿Habrían tocado ya techo o no? En el caso de la eurozona, las dudas aumentaron todavía más tras la publicación de la tasa de inflación adelantada de ese mes, que fue más alta de lo previsto.

Ya en el inicio del noveno mes y en España, una de las mayores compañías del país acaparó buena parte de la atención de inversores, analistas, economistas y políticos: STC (el mayor grupo de telecomunicaciones de Arabia Saudí) entró en el capital de Telefónica con intención de convertirse en su mayor accionista.

Con todo, el tercer trimestre acabó siendo negativo para el Ibex 35, pues entre julio y agosto acumuló unas pérdidas del 1,7%. Y el último cuarto de 2023 no arrancó con buena tónica tampoco.

Sábado 7 de octubre: el grupo yihadista paramilitar Hamás llevó a cabo un cruento ataque contra Israel en varios puntos de la frontera del país con la Franja de Gaza. Según el Estado hebreo, murieron unas 1.200 personas y otras más de 200 fueron capturadas como rehenes.

Tras este ataque sorpresa (según aseguró el Gobierno israelí, aunque una investigación de The New York Times lo desmintió a principios de diciembre), Tel Aviv comenzó una dura respuesta que todavía continúa y que muchos expertos califican de, cuando menos, desproporcionada, pues ya han muerto unas 20.000 personas a consecuencia de las hostilidades de Israel (la mayoría mujeres y niños, según la ONU). Y todavía no hay perspectivas de un próximo alto el fuego permanente y mucho menos de un acuerdo para la paz.

Un burro herido sentado cerca de las casas y edificios destruidos por los ataques israelíes en Jabalia, al norte de la Franja de Gaza, el pasado 11 de octubre. Fotografía: Reuters.

La guerra en la Franja de Gaza activó las alarmas ante una potencial escalada del conflicto: otros países u organizaciones internacionales podrían acabar implicándose y, por tanto, aumentaría la tensión en Oriente Próximo. Así está sucediendo en el mar Rojo, lo que implica problemas en el comercio de petróleo y gas, entre otras muchas materias primas, que podrían encarecerse en consecuencia y, en última instancia, afectar a los planes de los bancos centrales al reavivar la inflación.

De hecho, los precios del crudo repuntaron en los primeros días de la guerra, con el barril de Brent llegando a superar los 92 dólares. Pero el ascenso duró poco: a finales de octubre ya se había desinflado bastante.

En paralelo, el Banco Central Europeo paró las alzas de tipos el 26 de octubre, evidenciando que estos ya habían llegado a su 'tope' en la zona del euro. Ello no evitó que el décimo mes dejara un balance rojo (del -4,35%) en el Ibex. Lo que no se sabía entonces es que noviembre iba a dar muchas alegrías a la bolsa española (y a las del resto del mundo).

El décimo primer mes arrojó ganancias del 11,5% en la renta variable española, siendo el mejor balance mensual en tres años. ¿El motivo? En la segunda mitad de noviembre se afianzaron las expectativas sobre que los tipos de interés comenzarían a bajar a ambos lados del 'charco' en los primeros meses de 2024. Un horizonte que se perfiló después de que el 14 de noviembre se publicara un dato de inflación en EEUU mejor de lo esperado por los analistas (del 3,2% interanual en octubre).

En el plano de la política nacional, volvió la certidumbre tras la investidura de Pedro Sánchez como presidente de Gobierno otra vez el día 16, liderando el segundo Ejecutivo de coalición de la democracia, en este caso del PSOE y Sumar.

Mientras tanto, los precios del petróleo continuaron su corrección tras el repunte de comienzos de octubre. Es por ello que, con el Brent en poco más de 80 dólares el barril, varios miembros de la OPEP volvieron a anunciar nuevos recortes de la producción el 30 de noviembre.

Y así llegó el último mes del año, con las bolsas por todo lo alto pero con las últimas reuniones de los grandes bancos centrales aún por celebrarse. ¿Confirmarían las previsiones de los descensos de tipos pronto? ¿O, por el contrario, mostrarían un tono hawkish (agresivo) echando un jarro de agua fría a los mercados?

Justo un día antes de que se pronunciara la Reserva Federal se conoció el último dato de inflación en Estados Unidos cumpliendo con lo esperado, por lo que se mantuvieron las esperanzas de una temprana relajación de la política monetaria. Y el miércoles 13 de diciembre la Fed, tal y como se esperaba, dejó el precio del dinero sin cambios y vaticinó tres bajadas de tipos en 2024. Además, Powell mostró una postura acomodaticia (o dovish) en rueda de prensa. "La inflación se ha moderado sin un aumento significativo del desempleo. Eso son buenas noticas", declaró el presidente del ente monetario de EEUU.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, poco antes de comparecer ante los medios tras la reunión de política monetaria de la institución el pasado 14 de diciembre. Fotografía: Kai Pfaffenbach (Reuters).

Solo un día después fue el turno del Banco Central Europeo, que tampoco tocó los tipos. La diferencia fue que su presidenta, Christine Lagarde, intentó mostrar una visión más agresiva que su homólogo norteamericano. "No hemos debatido nada sobre recortes de tipos", aseveró la francesa en la habitual rueda de prensa en la que compareció a pesar de, según dijo, padecer bronquitis.

Tampoco el Banco de Inglaterra varió los tipos de interés el jueves 14 de diciembre, ni el de Suiza. Sí lo hizo el de Noruega, el Norges Bank, dando la sorpresa en su última cita del año.

En el plano empresarial nacional, la gran noticia en la cuenta atrás para 2024 ha sido que el Estado pasará a formar parte del capital de Telefónica con "vocación de permanencia" y para dar una "mayor estabilidad accionarial" a la operadora, según aseguró el propio Gobierno.

Con todo, los inversores afrontan la recta final de 2023 con buenas sensaciones a pesar de la debilidad de la economía (sobre todo en Europa) y las tensions geopolíticas, pues dan prácticamente por hecho que los tipos bajarán en Occidente más pronto que tarde. Esperan así, con ganas, la llegada del nuevo año. ¿Seguirá el Ibex remontando el vuelo en los próximos 12 meses? Solo el tiempo lo dirá.

Infografía: Javier Barriocanal | Diseño y desarrollo: Ruth Palomares y Julián Clemente