Los inversores dicen adiós a otro año bursátil y lo hacen con mal sabor de boca. 2022 deja pérdidas de calado en los principales índices del mundo. El EuroStoxx 50, referencia en el Viejo Continente, ha caído un 11% desde la pasada Nochevieja. El S&P 500, principal selectivo de Wall Street, arroja un balance anual del -19,2%, el peor desde 2008 (año en el que estalló la última crisis financiera), a falta de ver cómo termina este viernes. En el mercado español, no obstante, el retroceso ha sido menos marcado: el Ibex 35 ha descendido un 5,5% y despide 2022 por debajo de los 8.300 puntos, cuando un año atrás se encontraba por encima de los 8.700. Hoy, el último día del año, ha terminado con un descenso del 1,07% hasta los 8.229 puntos.
La bolsa española ha perdido este año parte del terreno recuperado el precedente. A lo largo de 2021 consiguió avanzar cerca de un 8% después de haber sufrido un auténtico batacazo en 2020: en el año que comenzó la pandemia el Ibex se desplomó un 15,45%.
Este ejercicio lo termina bajo los 8.300 enteros, habiendo registrado en última jornada un descenso moderado. Durante los últimos doce meses ha llegado a rozar las 9.000 unidades. Eso sí, el Ibex 35 acaba 2022 lejos de su mínimo anual intradía, marcado el pasado 13 de octubre bajo los 7.200.
Joan Cabrero, analista técnico y asesor de Ecotrader, asegura que para ver a corto plazo "una subida mínimamente sostenible" en la renta variable española, el índice debe batir al cierre de una jornada la resistencia de los 8.340 puntos, "que es por donde discurre la directriz bajista que acota la consolidación de las últimas semanas", indica.
El Ibex aguanta mejor el vendaval
La caída del Ibex este 2022 ha sido menos profunda que la del resto de principales bolsas europeas, que sufren bajadas de doble dígito en su mayoría. La peor parte se la ha llevado el Dax 40 alemán, dejándose más de un 12%. No obstante, hay que recordar que el selectivo español se anotó ganancias menores el año pasado y el trastazo de 2020 fue más fuerte en comparación con el resto de sus pares.
El EuroStoxx ha corregido más de un 11% a lo largo de los últimos doce meses. Es un balance aún más negativo que el de 2020 (-5,1%), aunque no tan malo como el de 2018 (-14,3%), y se come una buena parte del terreno recuperado en 2021 (cuando repuntó un 21% anual).
Cabrero considera que el índice europeo "ha optado por aliviar la sobrecompra consumiendo tiempo de forma lateral, lo cual es una clara señal de fortaleza". Así, este experto no descarta que "dentro de este lateral el EuroStoxx 50 pueda dirigirse de nuevo [en el corto plazo] a atacar la zona de resistencia clave de los 4.050 puntos". Ello implica un recorrido alcista del 6%, pues actualmente se encuentra al filo de los 3.800.
En Wall Street, el principal mercado bursátil del mundo, la situación es diferente. El S&P 500 ha sufrido en 2022 su mayor revés en 14 años (desde la quiebra de Lehman Brothers): las pérdidas en el año son próximas a veinte puntos porcentuales. Ello después de haber encadenado tres ejercicios positivos, incluido el año en que comenzó la pandemia (2021: +36,2%; 2020: +6,8%; 2019: +31,4%).
Con la atención puesta en China
Precisamente este iba a ser el ejercicio en el que los inversores dejarían de verse condicionados por la incertidumbre por el covid, debido a la vacunación y al levantamiento de las restricciones. O al menos esa era la expectativa. Sin embargo, ha habido una clara excepción: China.
La delicada situación epidemiológica en el gigante oriental, que sufre una auténtica explosión de contagios del coronavirus (y un incremento del número de muertes), según distintos medios internacionales, ha provocado en los últimos días el temor en el resto de países a que la historia reciente se repita.
Pekín ha empezado a desmontar su política de 'covid cero', que acabó desencadenando numerosas protestas (y poco habituales) en el país a finales de noviembre. El próximo 8 de enero China reabrirá sus fronteras, por lo que 2023 comenzará marcado por la vuelta a la normalidad en el epicentro de la pandemia.
"Tras brindar por la tan necesaria apertura a la intransigente política de 'cero covid' de Pekín, los inversores muestran ahora su preocupación. El martes se disfrazaron de presiones inflacionistas, mientras que el miércoles la máscara se sustituyó por la preocupación por un posible contagio", explica Gabriel Debach, analista de mercados de eToro.
La mencionada estricta política del gobierno chino contra el coronavirus, además de provocar una crisis social en el país, ha lastrado enormemente la segunda mayor potencia del mundo, lo que ha afectado asimismo al resto de países de forma más o menos directa. Es por ello que desde Renta 4 avisan de que "habrá que estar muy atentos a cómo evoluciona esta ola de contagios que está viviendo China que podría impactar negativamente en el crecimiento económico, volver a tensionar las cadenas de suministro globales y a medio plazo tener efectos negativos sobre la inflación".
Precisamente esta noche, la del viernes al sábado, se publicarán en el gigante asiático los datos adelantados de este mes de los índices PMI. "No hay que descartar que puedan sorprender negativamente recogiendo el impacto en la economía de la nueva ola de contagios", destacan estos últimos expertos.
Un año, cuando menos, desafiante
En plena desaceleración, y con los tambores de recesión retumbando con fuerza, los inversores han tenido que asimilar también a lo largo de los últimos meses el endurecimiento de las condiciones financieras a nivel global.
Los principales bancos centrales han acometido históricas subidas de tipos este 2022: tanto la Reserva Federal estadounidense (Fed) como el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE) han llegado a elevar el precio del dinero en 75 puntos básicos de una tacada (y en el caso de la Fed, en cuatro ocasiones consecutivas). Era algo que no pasaba desde hace décadas o directamente nunca (como es el caso de la eurozona).
Fue la Fed la que tomó la delantera. De hecho, su presidente, Jerome Powell, ya dejó claro en verano que el mayor banco central del mundo daría más importancia a la lucha contra la inflación que al deterioro de la economía.
La última entidad central en mostrarse más agresiva ha sido el Banco de Japón (BoJ). Y es que, si bien es el único que mantiene los tipos de interés bajos, la semana pasada anunció que subía el tope de la rentabilidad del bono japonés a 10 años hasta el 0,5%, lo que se interpretó por los analistas como el primer paso hacia su normalización monetaria. El organismo nipón ha llevado a cabo esta madrugada una nueva compra de bonos por tercer día consecutivo, algo que no tiene precedentes, afirma Renta 4. "Parece mostrar que está luchando contra las especulaciones del mercado de que podría comenzar retirar su política monetaria expansiva", explican.
Pero, ¿por qué la banca central se ha vuelto más estricta este año? Realmente los organismos monetarios se han visto obligados a tomar medidas contra la inflación desbocada. Una de las consecuencias de la pandemia fue el incremento de los precios en todo el mundo. Pero la situación se agravó especialmente a partir de finales de febrero: la invasión de Ucrania por parte de Rusia desató una auténtica crisis energética, disparando los precios del petróleo y del gas natural, lo que acabó repercutiendo en la industria (elevando los costes de producción), lastrando la actividad y tensando el suministro. Consecuencia: fuertes subidas de precios en todos los bienes y servicios finales. Hoy mismo se ha conocido que en España, aunque el índice de precios al consumo (IPC) se sigue moderando, los alimentos se han encarecido a un nivel récord del 15,3% interanual este mes.
Con este panorama, y en el comienzo de un invierno que, de ser muy frío, puede complicar las cosas (sobre todo en Europa), los inversores ya piensan en el nuevo año, en el que "la tendencia de recuperación progresiva de las bolsas ganará consistencia", opinan los expertos de Bankinter.
"Los riesgos, aunque todavía existentes, van moderándose. La guerra de Ucrania se enquista y pierde influencia en los mercados, mientras que los precios, grandes protagonistas de 2022, se moderarán lenta y progresivamente ante la desaceleración de la economía", argumentan. No obstante, si algo han enseñado los últimos años a los inversores es que el escenario puede cambiar de la noche a la mañana y, con toda probabilidad, la incertidumbre seguirá siendo en 2023 uno de los factores recurrentes en los mercados.
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