No hubo sorpresas. El líder socialista logra cumplir el guion trazado por el entramado de pactos tejidos por los suyos durante los últimos 43 días. Los 179 síes -12 más que en 2020- de ocho grupos parlamentarios diferentes otorgan la presidencia del Gobierno a Pedro Sánchez, a pesar de que Junts hizo tambalear la investidura a última hora de ayer, cuando su portavoz -Miriam Nogueras- afeó la defensa que el secretario general del PSOE hizo de la amnistía, perfilada durante días con Carles Puigdemont en Bruselas.
"Queda otorgada la confianza al candidato don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, lo cual comunicaré a Su Majestad el Rey para que sea nombrado presidente del Gobierno", ha decretado la presidenta de la Cámara Baja, Francina Armengol, antes del estallido de aplausos que ha envuelto a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. El socialista abre ahora una legislatura que le demandará mucho. Deberá seguir negociando pleno a pleno cada una de las iniciativas que Moncloa traslade al Congreso de los Diputados, y defendiendo todos los compromisos adquiridos que esperan en un complejo calendario parlamentario, cuya primera cita la marca la aprobación de los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE). También el rompecabezas que supone la ley de amnistía -registrada el pasado martes- y que ERC y Junts exigen aprobar en el corto plazo. No será fácil. El Partido Popular -con mayoría absoluta en el Senado- promete forzar el reglamento de la Cámara Alta para frenar su trámite.
El jefe del Ejecutivo deberá hacer malabares en muchos otros asuntos. Con uno de los mapas autonómicos más fracturados de las últimas décadas, Sánchez debe abordar una reforma de la financiación, marcada por la asunción de parte de la deuda que las CCAA mantienen con el Estado. Además una reforma fiscal, que debe contar con el aval de la Comisión Europea, pero también con el favor de los partidos políticos que deben aprobar el texto en el Congreso. El líder del PSOE dio ayer algunas pistas. "Los ricos, lo siento, tienen que pagar más que el resto, y mientras nosotros gobernemos van a tener que pagar más que el resto", dijo Sánchez, anticipando una mayor presión fiscal sobre las rentas más altas. Será una de las fuentes de ingresos con las que el socialista tratará de equilibrar las cuentas, descompensadas por la prórroga de varias de las medidas anticrisis. Una de ellas, la rebaja del IVA de los alimentos hasta junio de 2024, restó 1.300 millones de euros a la recaudación durante sus nueve primeros meses de vida.
Un Ejecutivo sin Calviño
Los retos llaman también desde Bruselas. El Ejecutivo debe seguir coordinando el desembolso de los 'Next Generation' con la Comisión Europea. Y lo hará -presumiblemente- sin su mayor baza. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, podría ser el gran déficit de este Gobierno si consuma su marcha a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Ese rol deberá ser ocupado por un perfil que otorgue confianza a las instituciones europeas, con quien Moncloa deberá seguir trabajando mano a mano -entre otras cosas- para coordinar el desarrollo y cumplimiento de las reglas fiscales que se levantarán el próximo año.
No solo eso. España afronta el lance de mantener el ímpetu económico que ha llevado a nuestro PIB a contar con la mayor resiliencia entre los grandes del euro. La tarea no será sencilla. Los principales indicadores anticipan una pérdida de fuelle de la demanda exterior, ante un consumo que no termina de levantar el bueno bajo el peso de una inflación subyacente todavía demasiado alta.
"Cuando subamos el SMI, impulsemos políticas de defensa de las mujeres, o medidas de desarrollo económico, recordad -diputados del PSOE- que todo eso lo habréis conseguido vosotros y vosotras", ha concluido Sánchez en su último turno de intervención previo a la votación.
Formación de Gobierno
Sánchez no tardará en desvelar su gabinete. Fuentes del PSOE deslizan la posibilidad de que el presidente anuncie a su equipo de ministros y vicepresidentes este mismo fin de semana. Las tomas de posesión podrían empezar a sucederse a partir del próximo lunes. Habrá caras nuevas y viejas. Se da por hecha la continuidad de Teresa Ribera como vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica; o de José Manuel Escrivá.
Las dudas se acumulan entorno al número de asientos que Sumar consiga dentro del Consejo de Ministros. Sánchez podría optar por reducir el número de carteras, pero seleccionando mejor aquellas que ofrece a su socio de coalición. Los de Yolanda Díaz contarán con el ministerio de Trabajo; pero Sanidad e Industria podrían recaer en Sumar. Díaz valora varios nombres, uno de ellos el de Mónica García -portavoz de Más Madrid- como sucesora de José Manuel Miñones; e incluso el suyo como ministra de Industria.
Fuera podrían quedar los diputados de Podemos que decirieron integrarse a regañadientes en la lista de Sumar. "Si Pedro Sánchez y Yolanda Díaz llevan a cabo ese veto a Podemos en el próximo Gobierno, como parece que va a ocurrir, creo que las posibilidades reales de llevar adelante cambios profundos en el país van a estar seriamente comprometidas y esto nos parece un error político de enorme calado", ha dicho la portavoz morada, Ione Belarra, en los pasillos del Congreso.