El poder del Mindfulness para convertirse en un super profesional

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El estrés es uno de los males endémicos en nuestra sociedad afectando a un cada vez mayor número de profesionales. El estrés es ese enemigo, unipersonal y silencioso, que sale a la luz en diferentes situaciones críticas de nuestro día a día laboral: llamadas telefónicas interminables, largas reuniones improductivas, acumulación de trabajo, negociaciones anodinas para satisfacer al cliente, presión mordaz por alcanzar los objetivos… Este difícil y estresante contexto hace que en ocasiones nos sintamos desbordados, frustrados e incapaces de desconectar del trabajo al llegar a casa. La rabia y el miedo se convierten en estados de ánimo permanentes, deteriorando nuestras relaciones personales y profesionales, reduciendo nuestra capacidad de concentración, afectando al sueño e incluso a nuestra salud. El estrés se ha convertido en la gran enfermedad laboral del siglo XXI.

Aplicar prácticas como el Mindfulness ha demostrado ser una herramienta clave, no solo a la hora de reducir los efectos de este estrés psicológico, sino también se ha probado que fortalece el sistema inmunitario y nos ayuda a gestionar mejor la frustración y la ansiedad y, en definitiva, a ser más felices y productivos. Existen múltiples estudios que demuestran su potencial a la hora de ayudarnos a desarrollar habilidades como la resiliencia, la creatividad y la capacidad de gestionar nuestras relaciones. En la última conferencia Dreamforce 2016, promovida por la empresa SalesForce, no solo se habló de Mindfulness sino que se desarrolló un programa paralelo basado en esta herramienta, con el objetivo de ayudar a las personas asistentes a trabajar y potenciar precisamente estas cualidades.

Pero, ¿qué es realmente el Mindfulness?. Según Jon Kabat-Zinn, Doctor en Biología Molecular y profesor emérito de Medicina en la Universidad de Massachusetts: “Mindfulness es prestar atención al momento presente, de forma intencionada y sin juzgar”. A priori parece fácil pero en la práctica no lo es tanto. Por varias cuestiones, primero porque nuestra red neuronal, por defecto, piensa. Pongamos el ejemplo del acto de conducir, si no ponemos la suficiente atención, intencionada y voluntariamente, la cabeza se pone a pensar de manera automática, sin que seamos conscientes de haber iniciado ese proceso, en cosas que queremos hacer cuando lleguemos al destino, en situaciones que nos han pasado antes de subir al coche o en la planificación de las vacaciones de verano. La mente está siempre saltando de un pensamiento a otro mientras nuestro cuerpo está conduciendo. Es por esto, que muchas veces llegamos al destino sin haber sido conscientes del camino, o nos “despertamos” en medio de la conducción con la sensación de haber desconectado del propio proceso de conducción. Hemos cambiado de marchas o adelantado a otros coches sin prestar atención a lo que hacíamos. Esta inconsciencia tiene consecuencias. Si sucede mientras hago la cama puede que lo peor que me pase sea que me golpee en la pierna, pero conduciendo o realizando otras actividades más peligrosas, las consecuencias pueden ser más graves. En las relaciones personales, esta falta de atención plena en una conversación nos hace perdernos detalles importantes y se percibe negativamente como muestra de desinterés por ambas partes.

En segundo lugar, nos resulta difícil dejar de juzgar. Emitimos juicios de valor calificando las experiencias como agradables o desagradables de forma casi automática. La actitud hacia la experiencia vendrá por tanto condicionada por ese juicio. Sin embargo, existe el espacio físico y emocional para poder vivir una experiencia sin entrar a valorarla reactivamente, es decir, para poder estar receptivos a vivir la experiencia tal y como es y no como queremos que sea.

Internet y el desarrollo tecnológico han cambiado el modelo de trabajo, es una evidencia. La práctica del Mindfulness nos ayudará a maximizar muchas de las habilidades que necesitaremos en este nuevo escenario: amabilidad, inteligencia emocional, empatía en las relaciones, visualización clara de los objetivos y sobre todo, calma y equilibrio mental. Hay innumerables casos de éxito acerca de cómo el Mindfulness ha ayudado a mejorar el desempeño laboral a médicos, marines, bomberos, atletas olímpicos,… el parlamento británico, por ejemplo, ha elaborado un informe recomendando al gobierno instaurar medidas a favor de incorporar esta práctica en el mundo educativo, empresarial, jurídico y en el servicio sanitario. La neurociencia ha probado que, a través de prácticas como el Mindfulness, realmente se producen modificaciones muy beneficiosas en el cerebro, engrosando la corteza cerebral y disminuyendo el tamaño de la amígdala. Parece que hay argumentos más que justificados sobre los beneficios del Mindfulness, ¿te atreves a ponerlo en práctica?.

PD: Gracias Susana Zaballa por la colaboración en el desarrollo de este post y por compartir tu innovador conocimiento sobre el Mindfulness. Susana es socia fundadora de la empresa Interalde desde 2003. Anteriormente, trabajó como consultora para firmas nacionales e internacionales como Credit Suisse Group. Por otra parte, desarrolla trabajos de voluntariado en distintas organizaciones sin ánimo de lucro. Asimismo es presidenta de la asociación EmakumeEkin, socia de AED y miembro del club de Ponentes de APD.

 

LA REBELIÓN TECNOLÓGICA DEL “SEXO DÉBIL”

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Con motivo de la celebración del día internacional de la mujer qué mejor momento para reflexionar sobre un tema candente que sigue sin encontrar solución: la necesidad de rentabilizar el talento femenino. Cuento de nuevo para debatir sobre esta temática con la colaboración de Silvia Leal, experta mundial en inno-liderazgo y transformación digital.

Es innegable decir que existe un marcado lastre económico motivado por la infrautilización de la fuerza laboral femenina. Las políticas de igualdad de género parece que se soportan más en normativas y papel que en prácticas reales de implementación. La incorporación del conocimiento y del talento del “sexo nada débil” al mercado de trabajo es imprescindible para que nuestra sociedad siga evolucionando. No se trata de cuestionar la rentabilidad productiva de sustituir el talento masculino por el femenino. Para nada. El éxito reside en buscar la máxima eficiencia y complementariedad de la fuerza de trabajo en general, independientemente del género sexual. Debemos aprovechar el 100% de las capacidades y del potencial individual, del individuo, ya sean hombres o mujeres.

Si nos centramos en el mercado laboral tecnológico y digital es interesante señalar la estadística de que de cada 1.000 mujeres que se licencian, tan solo 29 apuestan por las nuevas tecnologías, frente a un ratio masculino de 95. Este estudio también señala que al alcanzar los 30 años de edad tan sólo el 20% de esas mujeres seguirá trabajando en el sector tecnológico. Analizando un poco más, si las políticas de empleo no cambian adaptándose a las necesidades reales, se producirá una fuga de talento que llevará a que a los 45 años tan sólo el 9% de ellas sigan vinculadas al sector TIC.

¿Podemos medir el impacto económico de esta infrautilización?. Según muestra la Comisión Europea en su informe: “Women in Digital” (2016), el empoderamiento de las mujeres en el sector de las nuevas tecnologías proporcionará un impulso a la economía y permitirá una participación plena en la sociedad. Las habilidades personales, la educación enfocada al mundo digital, así como el espíritu de emprendimiento son elementos fundamentales para que esto suceda. Este informe también señala que: “Sólo el 30% de los cerca de 7 millones de personas que trabajan en el sector de la información y la comunicación son mujeres. Están infrarrepresentadas en todos los niveles del sector de las TIC, especialmente en los puestos de decisión”. 

El sector de las tecnologías de la información está creciendo exponencialmente, creando alrededor de 120.000 nuevos empleos cada año. Además se estima que en el año 2020 habrá 900.000 vacantes para trabajos cualificados en las TIC. Para cubrir este agujero laboral se necesitarán mujeres, hombres y… robots.