El conocimiento que se enseña en los colegios y universidades está en decadencia, desactualizado a la realidad de nuestra sociedad cada vez más tecnológica y deshumanizada. Vemos cómo generación tras generación consumimos contenido archivado en libros y hemerotecas que nos hacen repetir los mismos patrones, las mismas proclamas y los mismos cánticos del pasado. Lo que se enseñará en las ágoras formativas del año 2030 será un conocimiento basado en experiencias vividas que retroalimenten y mejoren cada vez más el modelo y por ende la propia sociedad.
El sistema educativo actual tiene que evolucionar por tanto a un modelo basado en un conocimiento más emocional, humanístico, creativo, soñador que nos permita diferenciarnos cada día más de las máquinas. No cabe duda de que el tecnicismo en la aplicabilidad de ciertas tareas monótonas o de precisión exquisita serán responsabilidad de los robots y de la inteligencia artificial, es por ello que el ser humano decidió crear al ser tecnológico, para hacernos la vida más sencilla, ¿no?. De esta oportunidad surge la necesidad de adecuar el concepto formación, en toda su esencia y en todas sus variables, diseñando un nuevo sistema integral educativo, más real, que forme en estas capacidades y valores inherentes a la propia naturaleza humana.
Desarrollar competencias basadas en la empatía, en la prueba-error, en el pensamiento disruptivo y autocrítico, en valores que maximicen las relaciones entre humanos será la clave para la gestión de una era robotizada en la que ya estamos inmersos. Como indica Jack Ma, fundador de Alibaba, en una de sus últimas intervenciones: “La formación tiene que cambiar. La formación, exclusivamente basada en el conocimiento, está diseñada para competir con máquinas. Lo que nos diferencia en un mundo cada vez más competitivo, a profesionales y a particulares, es todo aquello que nos hace humanos. Debemos encontrar lo que nos diferencia en esencia. No podemos educar a nuestros hijos a competir contra las máquinas, ellas son más inteligentes”.
La humanidad ha creado las máquinas y la inteligencia artificial, para evolucionar en el desarrollo de la robótica y desplegarla hasta un nuevo nivel. Debemos educar a las nuevas generaciones para que lideren esta nueva era donde la tecnología y la convivencia con la robótica sea una realidad. Lo que marca la diferencia del ser humano, la emocionalidad inherente al propio individuo, resultará esencial para gestionar este gran cambio que impida perdernos en una sociedad en la que compitamos contra el avance, sería un gran retroceso social. El reto a futuro consistirá en crear y formar una fuerza de trabajo que maximice y aproveche el potencial que nos hace humanos aprovechando el poder que nos brinda la tecnología. No tiene que darnos miedo reconocer que en muchas facetas, los robots que hemos inventado e inventaremos sean mejores que nosotros, ese fue su cometido. Los robots no se cansan, no tienen familia, no requieren vacaciones, son más productivos y eficientes. Seamos conscientes de ello.
Así como la creación de esta sociedad surgió en base al conocimiento existente, es nuestra obligación acompañar el desarrollo futuro y capacitar a los trabajadores del futuro. “Necesitamos todavía el hombre que sea lo bastante inteligente para pensar en las preguntas adecuadas.”. Isaac Asimov