Sí, así es, el talento está sufriendo en lenta agonía, ahora mismo, mientras leemos estas líneas. Se percibe en el ambiente, en las empresas, en las conversaciones de café, en el gris de muchas miradas. Ya no podemos lamentarnos con culpas sinsentido hacia ese ente llamado crisis, no lo podemos permitir más. Uno de sus malditos colaterales está siendo el reguero de desencanto y desaliento que está afectando ya a muchos profesionales. Corrupción, mentiras, enchufismos ligados a burocracias de parentesco, pasotismo social, conformismo barato… Toda esta amalgama de negatividad está provocando que se desaproveche el valioso potencial de grandes personas talentosas. Éstas se sienten cada vez más frustradas ante la no aceptación generalizada de la meritocracia, como no podía ser de otro modo. Ya no sirve con un: ¡Vete de tu hogar, de tu país, para labrarte un mejor futuro!. No, cuando queda, aunque sólo sea un poco de responsabilidad social y moral para con tu pueblo, te indignas y mucho. No puedes más que enviar un mensaje de crítica, de auxilio, a los oídos sordos de los que tienen que decidir para solventar esta ruin situación. La falta de oportunidades para este colectivo de personas que deben ser el motor del desarrollo de nuestra sociedad está ahogando sus ilusiones, sus ganas de prosperar y de generar valor añadido en sus quehaceres diarios. Se han convertido en piezas no encajables del sucio y mal engrasado mecanismo de un progreso anquilosado en el ahora y no en el mañana. Figuras que ya no brillan a la espera de una voz que les saque de esa oscuridad que corta las alas de la creatividad, de lo nuevo, del cocrear… Los mediocres han provocado que el talento se consuma mansamente mutando en algo parecido y con forma de “destalento” (desaliento del talento). Pero este proceso será reversible, que no os quepa duda alguna.
¿Cuando se darán cuenta los que actúan en nombre y representación de los ciudadanos que lo que sustenta el desarrollo económico, humano, social, el desarrollo como país civilizado, se apalanca en la formación y en la capacitación del capital humano?. Nuestro sistema educativo defenestrado a una liga de segunda al igual que las políticas de retención y potenciación del talento. Principal error. ¿Para qué preocuparse en aplicar modelos de países desarrollados como el de los nórdicos?. ¿Para qué?. Es mejor perderse en luchas anodinas de poder con fecha de caducidad cuatrienal y vender la imagen de ladrillo, toros, sol y “paela” para sacar máxima rentabilidad de dudosa procedencia. Mientras tanto seguiremos viendo en las noticias como los mejores científicos, como los más galardonados y reconocidos tecnólogos, como los grandes profesionales tienen que seguir haciendo las maletas en busca de su lejano porvenir. Ya no quieren seguir rogando por las migas del pan caduco que les ofrecen sus ya ex-dirigentes políticos, no les representan. Eso sí, toda esta fiesta pagada hasta la fecha a costa del padre Estado y la madre Patria. Lamentable. Lo más triste de esta historia es que únicamente nos quedamos con la imagen de telediario que muestra los éxodos masivos de nuestro talento por tierra, mar y aire. Son los menos. El gran potencial, el talento más recuperable, sigue oculto en nuestras fronteras, agazapado, a la espera de su momento. Sólo nos queda desear que aún no sea demasiado tarde y que cuando el llamador de la puerta suene, alguien todavía ilusionado aparezca al otro lado. Y al que recibiremos afectuosamente con un: “Adelante Sr. Talento, entre usted hasta la cocina y sea muy bienvenido, hace tiempo que le estábamos esperando”.