Inauguramos este nuevo año 2016 con los mejores deseos y esperanzadores proyectos para tod@s. Además de con una excelente colaboración. Como gran aficionado al deporte, y en especial del fútbol, llevo un tiempo trabajando en un nuevo término, los PILB, acrónimo de “Player I would Like to Be” (Jugador que me gustaría ser). Con osadía y atrevimiento solicité ayuda y consejo a la psicóloga deportiva Patricia Ramírez para que me ayudara a testear profesionalmente este concepto ya que no sabía si realmente podría tener contenido. Patricia Ramírez es una de las mayores expertas en el área de la psicología deportiva en la actualidad y desde el año 1995 se ha dedicado a trabajar con deportistas nacionales e internacionales de máximo nivel. Ramírez ejerció además como psicóloga para la primera plantilla del Real Betis Balompié durante dos temporadas, en un ciclo que la entidad calificó de “altamente exitoso”. Por lo que me reitero, un verdadero lujo y placer compartir tan apreciada colaboración. Gracias Patricia por tu generosidad y por tu inestimable conocimiento.
La idea sobre el concepto PILB surgió al analizar la carrera futbolística de jugadores como Puyol, Pirlo, Xavi Hernández, Maldini, Seedorf, Ryan Giggs,… Deportistas, a priori, “mayores de edad” para la práctica profesional del fútbol. A pesar de haber sobrepasado con creces la treintena han demostrado (y lo siguen haciendo algunos) que con mentalidad ganadora, sacrificio a nivel físico y unos valores personales y profesionales intachables pueden superar incluso los umbrales máximos que poseían en su etapa de veinteañeros. Mención especial merece la más que destacable actuación del jugador del Athletic Club de Bilbao, Aritz Aduriz. A punto de cumplir 35 años (11 de febrero de 1981) está firmando un primer tramo de temporada espectacular, tanto por número de goles como por juego desplegado. Demostrando un arrojo y una emoción hacia el fútbol comparable a sus épocas de juvenil. Increíble. Quizás al reconocer humildemente que no le quedan muchos más años en la élite profesional quiera disfrutar más si cabe sintiéndose parte tractora del equipo. Mostrando así el camino a los más jóvenes, como una responsabilidad social y deportiva adquirida hacia ellos, hacia su Club e incluso hacia la propia sociedad.
Lezama, la cantera del Athletic Club de Bilbao, y La Masía del Fútbol Club Barcelona son claros ejemplos de que educar en valores desde las primeras etapas formativas del futbolista es fundamental para concebir futuros PILB. El desarrollo del talento, la emocionalidad, la creatividad florecen en espacios donde la singularidad del individuo se tiene en consideración y se valora. La realidad del deporte nos ha enseñado que los deportistas de élite deben estar preparados física y mentalmente para afrontar y superar los diferentes retos que van a ir surgiendo a lo largo de su carrera profesional. Por lo que resulta clave educar desde la complejidad atendiendo a la especificidad de cada futbolista ya que el desarrollo personal y deportivo son facetas indivisibles de un mismo crecimiento (palabras de Jose Mari Amorrortu, director deportivo del Athletic Club). Hay que disponer de una visión del deportista a largo plazo. Una formación específica en valores identifica al futbolista y al propio Club. Valores que van a conformar una seña de identidad y una marca país reconocible a todos los niveles. Como se aprecia en el caso paradigmático del Fútbol Club Barcelona y del Athletic Club de Bilbao, equipos respetados, admirados, y generadores de grandes personas y deportistas. Ese debe ser el camino a seguir.
No sólo la edad distingue a este colectivo denominado PILB, sino su carácter ganador, su perseverancia, sus valores personales, su ética profesional, su responsabilidad, su compromiso para con la sociedad y ante las nuevas generaciones. Conocen su poder mediático y lo utilizan para el bien. Son el reflejo y la esencia de la élite deportiva y serán por siempre recordados además de como excelentes players como grandes referentes sociales. El espíritu Puyol vs El ruido mediático del fútbol.
La fortaleza mental juega un papel esencial y es distintivo de este grupo de deportistas. Son líderes tanto dentro como fuera del campo y actúan como tal. Carismáticos y brillantes estrategas, la mayoría de los PILB deciden continuar su carrera profesional como entrenadores o en puestos que generan valor dentro de sus equipos. Potenciar las variables psicológicas ayuda y es acicate para mejorar y prolongar la ejecución deportiva. Sin duda.
Tras contrastar esta idea conceptual con Patricia Ramírez llegamos a las siguientes conclusiones en formato de DECÁLOGO DEL PILB:
- La edad no es un impedimento, no debe ser una barrera para la práctica de tu actividad profesional.
- Sé tu mejor versión en cada momento, aunque sepas que no puedas conseguir la victoria.
- Ayuda a los más jóvenes como un día te ayudaron a ti.
- Comparte tu conocimiento. Comprométete con la sociedad.
- Analiza en perspectiva. Conciencia vs Consciencia.
- Sé humilde. El deporte forja personas para la vida.
- La victoria es el camino no el fin. Que te reconozcan más por tu comportamiento que por los trofeos que levantes.
- Respeta al contrario, al resto de players. No son tus enemigos.
- La educación, la salud, la cultura conviven contigo y te harán superarte.
- Que predomine en ti el sentido de equipo, sus intereses están por encima del lucimiento personal.
Este ejemplo de player que recoge el concepto PILB se podría extrapolar a otros deportes y disciplinas. El más que conocido retorno de Michael Jordan al baloncesto, el 21 de febrero de 2003, en el que se convirtió en el primer jugador de la NBA en anotar más de 40 puntos con 40 años. Qué decir del admirado alpinista español Carlos Soria, que con 76 años sigue inmerso en una increíble lucha, conquistar los 14 ochomiles de la tierra. De momento le faltan 3: Anapurna, Kanchenjunga y Dhaulagiri. Y por último y no menos importante el caso de Jeannie Longo. Ciclista profesional francesa recordada por su naturaleza altamente competitiva y su longevidad en el deporte. En junio de 2011 sumó su 58º título nacional, al proclamarse campeona de Francia en contrarreloj con 52 años. Todos ellos significativos casos de superación tanto en lo profesional como en lo personal. Esperemos que de aquí a unos años podamos dar nuevos y mejores ejemplos de la generación PILB, eso sería sintomático de que el deporte y por ende nuestra sociedad sigue avanzando hacia un estadio mejor, más evolucionado.
Y para finalizar una última reflexión… ¿Por qué no trasladar este filosofía PILB al mundo empresarial?. El valor no está en la edad sino en nuestra actitud ante la vida.