“Cómo vender tu empresa y no hacerse rico en el intento”

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Mucho se habla últimamente de la figura del emprendedor, del emprendizaje y de cómo los jóvenes tienen que crear empresas a diestro y siniestro para convertirse en los salvadores del PIB. Bien, ¿y después de fundar una empresa qué?. Poco se analiza y se habla a tres años vista de esos mismos proyectos que se ensalzaban al inicio porque la triste realidad nos indica que muchos de ellos ya ni existen como razón social. Estas pseudo empresas se gestaron y planificaron mal desde el inicio en esta generación del “entrepreneurship boom” que tanta repercusión mediática tiene (más a nivel político que económico la verdad) pero que lo que busca en definitiva es aumentar el dato estadístico, e irreal, de la capacidad de emprendizaje de nuestro país. Emprendedores prematuros y poco formados, apoyos y subvenciones públicas mal enfocadas, estrategia no adecuada y productos y servicios que no tienen mercado, entre otros muchos, son los errores que se cometen a la hora de emprender y que por desgracia se repiten constantemente una y otra vez. Pero, ¿y si das con la tecla adecuada y finalmente alcanzas el dorado en forma de “éxito”? Entendiendo por éxito tener la tranquilidad financiera y los recursos para poder pagar las nóminas a fin de mes y disponer de tiempo para definir sosegadamente cual va a ser tu producto o servicio estrella que genere cash a tu cuenta de resultados. De la recurrencia en la facturación ni hablemos, eso ya es otra historia…

Si eres de los pocos afortunados que tras crear una empresa, con toda tu ilusión y esfuerzos, puedes permitirte el lujo de seguir con la persiana levantada pasados un par de años desde su constitución, conviene parar un momento a reflexionar. ¿Por qué, cómo y para qué iniciaste esa actividad empresarial?. Analiza si el “ente empresarial” existente trascurrido ese tiempo refleja la esencia de tu voluntad inicial. La propia evolución de una start up hace que se tengan que ir uniendo necesariamente al proyecto algunos compañeros de viaje que den viabilidad y soporte al crecimiento de la idea originaria: nuevos socios, business angels, sociedades de capital riesgo, fondos de inversión… Si trascurrido ese tiempo no te ves identificado con la empresa y filosofía actual igual es el momento de replantearte y planificar tu salida de la compañía. Es posible vender tu empresa si sabes cómo.

Existen dos tipos de emprendedores claramente diferenciados: unos a los que les gusta y son realmente habilidosos lanzando y promoviendo iniciativas empresariales y que cuando el negocio entra en beneficios le ponen un “lacito” y la venden al mejor postor para centrarse en nuevos retos y proyectos. Y por otro lado podemos encontrar a esos emprendedores con una emocionalidad mayor hacia el proyecto que han fundado y en el que deciden quedarse hasta el final de sus días sin aplicar criterios como la rentabilidad o la objetividad empresarial. Sin embargo una cosa es común para ambos perfiles de emprendedores y es que llegado el momento de vender sus empresas querrán obtener el mayor retorno posible de dicha operación.

Decidir vender la empresa que un día creaste no tiene que entenderse como una derrota con sabor agridulce. Todo lo contrario. Si sabes cómo y dónde encontrar a los posibles compradores y consigues negociar el mejor precio de venta, puede resultar una operación realmente ventajosa. Para ejecutar la venta de tu compañía no valdrá simplemente con colgar el cartel de For Sale y esperar a que los compradores se acerquen a ti. En todo proceso de negociación de compra-venta la planificación será la clave del éxito. Toda la estrategia y su diseño deberán prepararse minuciosamente antes de hacer saber al mercado la disponibilidad de tu empresa y por supuesto antes de contactar con ningún comprador. En la medida de lo posible, deberás ser tú como vendedor quien dirija el proceso de venta no aceptando primeras posibles ofertas que te deslumbren con falsas promesas. Hay que elegir el momento adecuado, bien por el propio valor que tenga tu compañía en ese instante como por las propias circunstancias que envuelven la negociación. Todo comprador querrá adquirir una empresa o negocio que todavía tenga recorrido en el mercado. El mejor momento por tanto debe darse en un espacio temporal en el que una empresa pasa de la fase de desarrollo a la fase de madurez. Es difícil localizar ese idílico punto exacto por lo que será sin duda más conveniente ejecutar la venta antes que después de sobrepasar la franja de madurez. Mi consejo es que no esperes demasiado antes de vender y que sobre todo la venta no surja de una necesidad puntual sino de la reflexión.

Además de tener un producto o servicio atrayente para la venta es de vital importancia saber encontrar un comprador al que le pueda interesar incorporarlo o integrarlo a su negocio y que por supuesto esté dispuesto a pagar por ello, tanto por necesidades de mercado como por disponibilidad de cash para invertir en nuevos negocios. Las sinergias entre negocios son un atractivo enorme para los potenciales compradores. Analiza y estudia empresas similares a la tuya, tanto por tamaño como por actividad, y que puedan complementar a otras a nivel de mercado, negocio o tecnología. De cara a hacer una buena estimación acerca de la valoración y precio de tu empresa busca compra-ventas recientes en el mercado ya que el análisis de operaciones similares te servirá para tener una buena referencia.

Organízate y prepara con antelación toda la documentación comercial para la venta de tu empresa con un buen documento explicativo para enviar a los posibles compradores indicando la actividad, productos y servicios, trayectoria y los puntos diferenciales que la hacen destacable frente al resto. Añade asimismo una valoración objetiva de la misma. Una vez inmerso en el proceso de venta te verás envuelto en una terminología, que de no conocerla al inicio ten por seguro que a la finalización serás un verdadero erudito en la materia: primas de emisión, informes cuentas anuales, due diligence, acuerdos ante notario, valoración pre/post money, ebitda, pacto de socios, fijo-variable…

Una opción intermedia a la venta puede ser plantear una salida “parcial”, manteniendo parte del paquete accionarial o siguiendo vinculado como trabajador a la compañía (opción que muchos compradores exigen para que haya una transferencia correcta). Dependiendo de qué tipo de salida elijas los criterios a la hora de buscar posibles compradores pueden variar. Si decides seguir vinculado en el corto plazo el socio ideal sería el que permita al proyecto seguir adelante, y a ser posible en constante crecimiento, complementando y dando viabilidad al proyecto. Si por el contrario decides una venta en la que no vas a seguir vinculado a la compañía puedes buscar otras alternativas que maximicen tu retorno vía venta a un fondo de inversión o similar, con la consiguiente fagocitación del negocio.

Como en toda planificación estratégica siempre es recomendable tener un plan B, ya que toda negociación no alcanza su objetivo hasta que estampas tu rúbrica en las escrituras de compra-venta ante notario. Antes de empezar a negociar conviene por tanto tener cerrado posibles acuerdos de venta con más de un candidato. Esto permitirá consolidar tu poder de negociación con cada uno de ellos si saben que no son los únicos interesados.

¿Y después de una venta satisfactoria?. Si has sido agraciado y has conseguido recuperar tu inversión inicial más un colchón vía prima (no esperemos hacernos ricos y pegar el soñado pelotazo) es momento de volver a reflexionar. ¿Reinvertir en un nuevo negocio?, ¿en el negocio de otros?… ya que en este didáctico recorrido empresarial no sólo has podido ganar unos cuantos euros, la incalculable experiencia adquirida es una verdadera remuneración no económica y muy valorada en el mercado de trabajo actual. ¿Me compras?.

“Triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no”. Sun Tzu . El arte de la guerra.

PD: La vida de la empresa emprendedora es como el roble que surge de una bellota caída azarosa en el camino, la mayoría perecen secas en el incesante intento pero, afortunadamente, unas pocas llegan a florecer con voluntad de proporcionar sombra en el futuro.