EDUCACIÓN PARA LA CRISIS: REFLEXIONES VARIAS

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Hace unos 3 años me invitaron a participar en el foro de debate EHU GUNE: crisis económica, promovido por el rectorado de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Uno de los temas que tratamos fue la educación como eje que nos permita diagnosticar la crisis y plantear posibles soluciones y alternativas. Al ser el participante más joven de este grupo de discusión me tocaba de primera mano esta temática ya que habían pasado relativamente pocos años desde que finalicé mi etapa universitaria.

Todavía recuerdo la frase de unos de los participantes: “Cuando alguien se equivoca de camino, se le suele recomendar que retorne al punto de partida, o allí donde se cree tomó la desviación equivocada, para poder así retomar la dirección correcta”. A mi juicio esta debería ser la reflexión prioritaria antes de lanzarse a aplicar medidas de rescate a la desesperada para poder vadear las aguas de este Rubicón en forma de crisis.

La tan manida crisis nos ha cogido sin los deberes hechos y nos toca enfrentarnos al dragón de la crisis con una venda en los ojos, espadas de madera y sin armadura. Difícil panorama la verdad, ahora toca apelar a la heroica de David contra Goliat, siendo David el conjunto de una sociedad compuesta por personas capacitadas, libres, formadas e ilusionadas.

Está claro que cuando salgamos de este “período de recesión” no vamos a regresar al nivel de bienestar del que disfrutábamos hasta el momento precrisis, algunos incluso dicen que la crisis ya ha pasado y lo que realmente queda es lo que vemos ahora. Esto va a suponer un cambio radical en valores, una reeducación en muchos sentidos y ante una necesidad básica como por ejemplo el de una vivienda digna igual tenemos que replantearnos el viejo utópico que nos inculcaban nuestros progenitores de tener una escritura en propiedad donde apareciese nuestro nombre. Existen otros modelos.

Me gustaría compartir unas reflexiones del libro de Ken Robinson EL ELEMENTO – Descubrir tu pasión lo cambia todo.

“Los sistemas escolares en masa se crearon en el siglo XVIII y XIX, para responder a los intereses económicos marcados por la revolución industrial en Europa y USA. Los sistemas actuales fijan límites estrictos sobre “como” han de aprender los alumnos y “como” han de enseñar los profesores. Se emplea un sistema uniforme y no hay opción a otros modos de pensar. Desde un  inicio se coarta una de las habilidades más necesarias: el pensamiento creativo. Todos los niños empiezan la escuela con una imaginación brillante, una mente fértil y buena disposición a correr riesgos de expresar lo que piensan.”

“La educación pública  ejerce una presión implacable sobre sus alumnos para que se conformen. Las escuelas públicas no se crearon solo en interés del industrialismo; se crearon a imagen del industrialismo. En muchos sentidos, se les diseñó para respaldar a la cultura de fábrica, y es lo que se refleja. Esto es particularmente cierto en los centros de enseñanza secundaría, donde los sistemas escolares basan la educación sobre los principios de una cadena de montaje y la eficiente división del trabajo. Las escuelas dividen el plan de estudios en segmentos especializados: Algunos profesores instalan matemáticas en los estudiantes y otros instalan historia. Organizan el día entre unidades estándares de tiempo delimitadas por el sonido de los timbres: muy parecido al anuncio del principio de la jornada laboral y al final de los descansos de una fábrica.”

“A los estudiantes se les educa por grupos, según la edad, como si lo más importante que tuviesen en común fuese su fecha de fabricación. Se les somete a exámenes estandarizados y se les compara entre sí antes de mandarlos al mercado.”

“Una de las consecuencias que consideremos que nuestra vida es lineal y unidireccional es que conduce a una cultura (esto es cierto en la mayoría de las culturas occidentales) en la que se segrega a la gente en función de la edad. Enviamos a los más pequeños al jardín de infancia y a preescolar, como un grupo. Educamos a los adolescentes en lotes. Metemos a la gente mayor en residencias para ancianos”

Personalmente creo que las personas (ciudadanía) tienen y deben sustentar el proceso de cambio y evolución de esta crisis para lo cual habrá que dotarlas de conocimiento, herramientas y espacios de libertad y creatividad. Este punto me parece fundamental porque nuestro sistema educativo todavía se basa en un aula donde un profesor situado en posición  de superioridad (generalmente un altillo), traslada un temario aprobado y blindado, frente a una retahíla de alumnos dispuestos en mesas corridas y perfectamente ordenadas durante más de 20 años. Esto no hace más que limar e incluso eliminar cualquier luz y atisbo de creatividad.

Iniciativas como la TEAM ACADEMY FINLANDIA (http://www.tiimiakatemia.fi/en/), la cual tengo el gusto de conocer, entiendo que son soluciones e iniciativas que tienden a esto, a generar espacios de libertad donde se promueva la creación, lo diferente y donde el hecho de obtener una nota X no sea el objetivo. Educar “a” y “para” emprender.

Asimismo vivimos principalmente en sociedades donde conviven 3 generaciones claramente diferenciadas: jóvenes, adultos y ancianos. Cada uno de estos 3 grupos tiene sus experiencias, conocimientos y aptitudes. Veo un potencial enorme si se pudiese aprovechar de alguna manera el conocimiento y sapiencia de cada generación e interconectarlos de cara a dar soluciones a la crisis ya que estaríamos retroalimentado este grupo con personas que han vivido penurias, guerras, cartas de racionamiento… con otras que su mayor preocupación es no tener un enchufe para conectar su smartphone. Hay que educar para la crisis.

DESFRONTERIZACIÓN

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“La humanidad ha llegado a la luna, y yo no he salido nunca de mi barrio”. Este mensaje que tanto me inquietó cuando lo escuché hace unos años en un brillante anuncio de televisión, y que hoy en día me convence y remueve, forma parte de nuestra sociedad actual. Sociedad obligada al cambio, a replantearse sus principios culturales, sociales e incluso empresariales, anquilosados y anestesiados por un cambiante estado del bienestar. No vale con aplaudir el éxito y logros de los otros, hay que empezar a ser parte protagonista de este movimiento de integración, sentirse parte activa del progreso humano. NUESTRO MERCADO ES EL MUNDO, frase contundente que no deja de repetir uno de mis referentes en el mundo empresarial. En una sociedad tecnológica, avanzada e interconectada, donde estamos a 10 horas en avión de cualquier parte del mundo, donde existen herramientas  y plataformas como Skype, internet… no podemos limitar nuestra subsistencia empresarial y personal exprimiendo los panales exiguos de miel de nuestro entorno más próximo, debemos mandar a nuestras mejores abejas “recolectoras” a que indaguen en nuevos parajes, haciendo de este modo más fuerte la colmena.

Hace no mucho tiempo tuve el placer de conocer a Siul (utilizaré un nombre ficticio para salvaguardar su identidad y privacidad), un hombre relevante al que conocía por sus meritorios logros empresariales, y con el que poco a poco fui cogiendo confianza. Tal vez esta conexión vino motivada por la diferencia generacional que nos separa, pero que tuvo sentido al conjurarse el querer aprender de una de las partes con el saber escuchar de la otra (o las 2 a la vez incluso), o tal vez porque compartimos intereses comunes visualizados desde atalayas de conocimiento diferentes. En cualquier caso el vínculo surgió. Pasados unos días nos volvimos a encontrar en un foro de debate y surgió el tema de la internacionalización. Palabra en boca de todos, desgastada y devaluada como antaño la palabra innovación. Comenzamos una agradable conversación de la que comparto dos interacciones:

Siul.- Aitor, ¿qué te parecería si cambiásemos el concepto internacionalización por otro más profundo y comprensible como la “desfronterización”?.

Aitor.- Interesante. Me gusta la propuesta. Creo que recoge perfectamente la esencia de lo que se quiere expresar con el término internacionalización, y además le añade un aroma a apertura, a libertad y a un querer compartir desde un punto de vista totalmente sinérgico. Además, todo cambio es “emotivamente” y puede ayudar a entender el término desde otra perspectiva.

Siul.- ¿Y cómo vive la juventud de hoy en día la “desfronterización”? Soy conocedor de que hace relativamente poco tiempo te has incorporado al mundo laboral y puedes dar testimonio de primera mano.

 Aitor.-  Permíteme que para explicar este fenómeno empiece haciendo uso del Mito de Ícaro y Dédalo. Entiendo que hay bastantes paralelismos entre esta historia y el binomio juventud-desfronterización.

 Como recordarás en la mitología griega:

“Ícaro es hijo del arquitecto Dédalo, constructor del laberinto de Creta, y de una esclava. Fue encarcelado junto a él en una torre de Creta por el rey de la isla, Minos.

Dédalo consiguió escapar de su prisión, pero no podía abandonar la isla por mar, ya que el rey mantenía una estrecha vigilancia sobre todos los veleros, y no permitía que ninguno navegase sin ser cuidadosamente registrado. Dado que Minos, el rey, controlaba la tierra y el mar, Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro. Enlazó plumas entre sí empezando por las más pequeñas y añadiendo otras cada vez más largas, para formar así una superficie mayor. Aseguró las más grandes con hilo y las más pequeñas con cera, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. Ícaro, su hijo, observaba a su padre y a veces corría a recoger del suelo las plumas que el viento se había llevado, y tomando cera la trabajaba con sus dedos, entorpeciendo con sus juegos la labor de su padre. Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera, y le enseñó cómo volar. Cuando ambos estuvieron preparados para volar, Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar. Entonces padre e hijo echaron a volar.

Pasaron las islas de Samaos, Delos y Lebintos, y entonces el muchacho comenzó a ascender como si quisiese llegar al paraíso. El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar. Su padre lloró y lamentando amargamente sus artes, llamó a la tierra cercana al lugar del mar en el que Ícaro había caído Icaria en su memoria. Dédalo llegó sano y salvo a Sicilia bajo el cuidado del rey Cócalo, donde construyó un templo a Apolo en el que colgó sus alas como ofrenda al dios.”

El legado de Dédalo a los jóvenes me sugiere podría indicar que no hay que ser conformistas, hay que atreverse a volar, a soñar, aprender del pasado y de los que vivieron en él. Y sobre todo, que un trabajo constante, serio y voluntarioso trae consigo la consecución de resultados.

Por otro lado visualizo el vuelo inacabado de Ícaro como el viaje explicativo de las causas del miedo a desfronterizar por parte de la mayoría de los jóvenes. Primeramente tenemos el astro SOL, el calor que hizo derretir la cera de sus alas, esto podría representar el calor hogareño, la comodidad del NO cambio, el conformismo. En segundo lugar, la fuerza y el ímpetu con el que batía las alas como queriendo alcanzar el paraíso representan la propia naturaleza de la juventud, el vigor y la provocación desmesurada y el cuestionamiento continuo hacia lo establecido. Y en un último punto podemos encontrar el vasto mar, lugar donde perecieron las ilusiones y esfuerzos de Ícaro. El esfuerzo y afán de superación deberían convertir ese cementerio oscuro de galeones hundidos en una autopista sólida hacia el progreso y avance de las sociedades y colectivos.

Esta historia también me inspira a reflexionar acerca de la educación y del poder de transferencia cultural/educacional/empresarial del colectivo más experimentado hacia los jóvenes. Pero este debate lo guardo en el zurrón para otra ocasión…