Los datos de la EPA del primer trimestre de 2021 confirman la pésima situación del empleo en España y la lacra de un paro que lidera el panorama europeo. La preocupación es tanto por el elevado desempleo como por la angustiosa tasa de paro juvenil y por el número de hogares en que todos sus miembros se encuentran sin trabajo. Además, el paro castiga a los mayores de 55 años y a los más jóvenes. Otrosí, casi el 40% de los desempleados son parados de larga duración. Si ese contexto es lúgubre, las cosas son susceptibles de empeorar. Muchas empresas están tramitando EREs, otras se hallan contra las cuerdas y las insolvencias, en forma de concursos de acreedores, condenarán a más trabajadores hacia el desempleo. Pero, además, estamos viviendo una vertiginosa aceleración de la transformación digital y de la automatización. Muchos de los empleos perdidos tendrán pocas probabilidades de recuperarse, por lo que es imprescindible que se reasignen con carácter inmediato trabajadores entre sectores, de aquellos en declive a otros que apuntan a prosperar. Menos trabajo se traduce en menos ingresos y en menor producto para la economía española y en futuro más duro para todos nosotros.

Economista, profesor de la Universidad de Barcelona