
La nómina mensual de pensiones contributivas de la Seguridad Social alcanzó los 9.681,51 millones de euros el pasado 1 de agosto, lo que supone un incremento interanual del 5,03%. No obstante, en estos momentos, sigue habiendo demoras importantes en la inscripción de nuevos pensionistas ya que aquellas personas que no dispusieron o no disponen de certificado digital no han tenido la posibilidad de tramitar el alta correspondiente.
Es una evidencia que el gasto en pensiones seguirá creciendo en los próximos años y que aumentará considerablemente a partir del 2025, cuando comience a jubilarse la generación del 'baby boom'.
La vitalidad de nuestro sistema público de pensiones, antes de la Covid-19, no estaba atravesando por sus mejores momentos por lo que parece razonable vaticinar que esta tienda a empeorar.
A cierre del 2019 el sistema acumulado una deuda superior a los 55.000 millones de euros, proyectando una senda de crecimiento anual superior a los 10.000 millones de euros. Si a esto, añadimos los prestamos adicionales que han tenido que solicitarse en el presente ejercicio, el endeudamiento incrementará de manera considerable.
La rehabilitación del factor de sostenibilidad ayudaría a contener el alza del gasto
Nos enfrentamos a una de las crisis financieras más profundas en la historia de la economía, sin precedente alguno, lo que conllevará a una caída del PIB, en España, por encima de los dos dígitos. La delicada situación de la Seguridad Social ha empeorado, el déficit supera el 1,3% del PIB, debido a la falta de actividad ocasionando tanto el desplome de los ingresos como el ascenso del gasto (desempleo).
Esta coyuntura pone en riesgo la estabilidad de las pensiones públicas, siendo totalmente necesario acometer reformas estructurales con el fin de garantizar su sostenibilidad social y financiera evitando ajustes trágicos (Grecia o Portugal), al margen de atender las exigencias históricas de Bruselas.
Concretando en esta reforma de calado, procedo a defender, en mi opinión, diferentes propuestas:
Debemos preservar la suficiencia de las pensiones más bajas, por razones de equidad y solidaridad, recomendando actualizar las pensiones mínimas con la inflación.
Tomará, de nuevo, especial protagonismo la reforma del 2013, aconsejando rehabilitar el índice de revalorización de las pensiones y el factor de sostenibilidad lo que provocará la contención del gasto a través de la restricción presupuestaria y reducción de la tasa de sustitución efectiva.
Incrementar la edad de jubilación; parece coherente pensar que si vivimos más debemos incrementar nuestras vidas laborables para dotar al sistema de la sostenibilidad y suficiencia mínima viable.
Elevar los incentivos a quienes voluntariamente retrasen el momento del retiro, al igual que incrementar los coeficientes reductores en las jubilaciones anticipadas.
Si no se actúa ahora se pondrá en riesgo el progreso de las futuras generaciones
Otra de las medidas polémicas, no por ello necesaria, es el período de cálculo de la pensión, siendo recomendable computar toda la vida laboral para calcular el importe de la pensión con el fin de tener un sistema realmente contributivo y equitativo.
Incentivar la "jubilación activa", compatibilizar pensión y trabajo, ordenando e incrementando los incentivos existentes hoy en día. Para ello será necesaria definir y ejecutar campañas de comunicación e información para divulgar activamente los beneficios de dicha opción.
Implantar el sistema de "cuentas nocionales" (la pensión se calcula en base al conjunto de las aportaciones realizadas a lo largo de la vida laboral y en función a la esperanza media de vida) lo que proporcionaría mayor transparencia, equidad y flexibilidad al sistema. Dispondríamos de la información necesaria, año tras año, para poder planificar el futuro de una forma adecuada. Tendríamos una mayor protección frente a la inflación acreditando su equilibrio financiero – actuarial.
Es imprescindible acometer reformas que satisfagan a las generaciones presentes y que no pongan en riesgo el progreso de las generaciones del futuro. Para ello será necesario que todos los actores (órgano gubernamental, agentes sociales, pensionistas y cotizantes) cedan parte de sus derechos obteniendo una gran armonía.
Al margen de las recomendaciones vertidas anteriormente, es recomendable puntualizar que los sistemas de todo el mundo se enfrentan a esperanzas de vidas sin antecedentes y a una presión creciente sobre los recursos públicos para apoyar el bienestar de los ciudadanos mayores.
Por ello, cobrará especial protagonismo los sistemas previsionales complementarios, siendo estos nuestra gran asignatura pendiente. La Previsión Social Complementaria se ha convertido en un instrumento vital para garantizar el nivel de vida de las personas en este estado de bienestar que está evolucionando profundamente a raíz de los cambios demográficos, sociales y económicos.
Parece razonable avanzar hacia la evolución de modelos mixtos que sean dinámicos y tengan en consideración la situación real de las diferentes generaciones.
Paralelamente también es indispensable intensificar la capacidad de crecimiento de la economía a través del incremento del empleo ligado a la productividad, potenciando la natalidad y definido adecuadas políticas migratorias a futuro.