Periodista económico

Lejos de las palabras de Volodimir Zelensky en el Congreso, acusando erróneamente a tres empresas españolas de colaborar con el régimen despótico de Putin -lapsus posiblemente atribuible a las dramáticas circunstancias en que viven él y su país- si por algo se están distinguiendo el tejido empresarial español y sus organizaciones representativas es por su pronta y eficaz respuesta solidaria con Ucrania y con las necesidades de los refugiados que llegan a España huyendo de la invasión rusa.

Que los árboles no te dejen ver el bosque. Esta expresión de uso común en los ambientes administrativos es perfectamente aplicable hoy a la situación del mercado laboral de España y al resultado de los datos del paro registrado en marzo donde los árboles del aumento de la contratación indefinida y el exiguo descenso del paro pueden impedir contemplar la auténtica realidad de nuestro mercado laboral.

Esbozadas ya las líneas básicas del programa político de Núñez Feijóo y conocido su equipo de dirección, parece claro que el objetivo del nuevo líder de la oposición podría definirse bajo el eslogan de "por la economía a La Moncloa". Un proyecto lógico para un país que está en el furgón de cola de la recuperación y que sigue a la cabeza de Europa en paro, déficit público, deuda e inflación.

Apenas habían pasado 24 horas desde que se publicara en el BOE el real decreto ley de Pedro Sánchez con las medidas para hacer frente al impacto de la guerra de Ucrania, cuando la inflación se había comido ya el 50% de la bonificación en el precio de los carburantes, confirmando que ese plan de choque para doblegar la curva de los precios llega tarde, es pobre, mentiroso y, además, apenas va a reducir en un punto la tasa de inflación que marzo nos ha subido ya hasta el 9,8%.

Lejos del triunfalismo del Gobierno, el permiso de Europa para topar el gas que permita bajar los precios de la luz, que ya veremos cómo y cuando se concreta, nos deja como el niño tonto de la escuela al que en lugar de hacer los deberes y bajar impuestos se le excluye del grupo para que no moleste ni retrase a los demás.

La subvención genera prepotencia en quien la da y servilismo en el que la recibe. Esta reflexión de un dirigente empresarial sirve hoy para explicar que mientras el Gobierno, con su presidente al frente, sigue desplegando un recital de soberbia, incapacidad y negligencia ante la escalada de los precios, las manifestaciones de los agricultores, el paro de los transportistas, el amarre de la flota pesquera, el cierre de industrias, la amenaza de desabastecimiento o para explicar el insólito giro obre el Sahara, los principales sindicatos del país, léase CCOO y UGT, no sólo permanecen ciegos sordos y mudos, sino que se conviertan en cómplices del Ejecutivo al pedir que no se bajen los impuestos a la energía, en contra de lo que hacen la mayoría de países europeos.

Semioculta por la vorágine informativa de la guerra en Ucrania, la inflación, las manifestaciones masivas de los agricultores, la huelga de los camioneros, el amarre de la flota pesquera, el cierre de industrias, la amenaza de desabastecimiento y la inoperancia del Gobierno con el Presidente de excursiones por Europa, estos días ha salido a la luz una noticia que, creo, bien merece una pausa y una reflexión.

Polonia ha rebajado el IVA de los alimentos básicos al 0%, el del gas al 0,8% y al 5% el de la electricidad para combatir la inflación. En Francia, el gobierno ha anunciado una rebaja de 15 céntimos por litro en los carburantes y ha aprobado un paquete de 28.000 millones de euros para los sectores afectados por la guerra de Ucrania. Suecia también ha rebajado gasolinas y gasóleos 12 céntimos. Irlanda reduce el impuesto especial sobre los combustibles para rebajar 20 céntimos por litro. Rumanía congelará durante un año el precio del gas y de la electricidad. Bélgica bajará el IVA del gas hasta el 6 y reducirá los impuestos especiales a los combustibles. ¿Y aquí, en España? Nada. Esperar a fin de mes para “hacer las cosas bien” como dijo la ministra portavoz.

Parole, parole, parole. Sirva el estribillo de este éxito musical de Mina Mazzini y Alberto Lupo a principios de la década de los setenta para definir el resultado de la Cumbre de Presidentes en la isla de La Palma. Palabras, palabras, muchas palabras, ninguna solución, ningún acuerdo y mucha propaganda del Gobierno para intentar mutualizar el empobrecimiento general de España. Es decir, Sánchez en estado puro.

Dicen que el mejor amigo del hombre no es el perro, sino el chivo expiatorio, denominación que se a la persona o grupo de personas a quienes se quiere hacer culpables de algo, sirviendo así de excusa a los fines del inculpador. Y andaba Pedro Sánchez buscando el chivo al que responsabilizar de la subida de los precios energéticos, la inflación debocada y de una gestión económica que ha colocado a España en el furgón de cola de la recuperación en el mundo desarrollado, cuando le vino a ver, no Dios, sino Putin. Que Sánchez, vistos sus antecedentes y socios de la Frankenstein, siempre ha estado más cómodo con los demonios.