Opinión
La guerra comercial del presidente estadounidense Donald Trump se asemeja mucho a la guerra de las Malvinas que libró la primera ministra británica Margaret Thatcher en 1982: una de las partes despliega una fuerza masiva y la otra se modera. De los 57 países y territorios incluidos en la lista de objetivos del «Día de la Liberación» de Trump para aplicar aranceles “recíprocos”, solo tres —Brasil, Canadá y China— amenazan de forma creíble con tomar represalias contra Estados Unidos. Las islas Heard y McDonald, pobladas únicamente por pingüinos, se mostraron comprensiblemente pasivas. Pero resulta más que sorprendente que tantos otros hayan aceptado la agresión estadounidense sin oponer resistencia, dadas las expectativas de represalias recíprocas.