
Vuelven los mercados transfronterizos. Varios países africanos han regresado recientemente a los mercados financieros mundiales, colocando bonos en moneda extranjera entre inversores internacionales. La cuestión es si han vuelto para quedarse o si alguien o algo -la Reserva Federal de Estados Unidos- les pondrá las cosas difíciles.
Empecemos por los hechos. En enero y principios de febrero, Costa de Marfil y Benín lograron colocar 3.350 millones de dólares en bonos con inversores internacionales. La emisión de Costa de Marfil fue más de tres veces sobre suscrita, y la de Benín más de seis veces. Kenia le siguió con un eurobono de 1.500 millones de dólares que atrajo más de 5.000 millones en pedidos. Esta actividad marcó el final de un periodo de sequía de dos años en el que los prestatarios africanos se vieron excluidos de los mercados internacionales de capitales.
En varios casos, los ingresos recaudados se utilizarán para recomprar deuda que vence este año o el próximo. El hecho de que los inversores estén dispuestos a participar sugiere que confían en la capacidad de los gobiernos para hacer frente al servicio de su deuda. No pretenden retirarse cuando venzan sus participaciones.
Varios factores explican este repentino éxito. En primer lugar, los resultados macroeconómicos de África están mejorando. El Banco Africano de Desarrollo prevé que el PIB del continente crezca un 3,8% en 2024 y un 4,2% en 2025, más rápido que el año pasado. Se prevé que once países africanos crezcan al menos un 6% en 2024. No por casualidad, este grupo incluye a Costa de Marfil y Benín, con Kenia justo detrás con un 5%. Más crecimiento significa más capacidad de servicio de la deuda. Por primera vez en años, las agencias de calificación crediticia prevén más mejoras que rebajas.
En segundo lugar, el Fondo Monetario Internacional se ha mostrado inusualmente favorable, proporcionando más de 50.000 millones de dólares a la región entre 2020 y 2022. Esto supone más del doble de la cantidad concedida en cualquier período de diez años desde la década de 1990. Es posible que los inversores esperen que el FMI les saque de apuros si las cosas empiezan a ir mal.
En tercer lugar, los informes de prensa sugieren que Estados Unidos y China están estudiando una nueva iniciativa para aligerar la carga de la deuda de los países de renta baja, con vistas a presentar una propuesta a los líderes del G20 a finales de este año. Esto podría suponer añadir a los contratos de deuda una cláusula que permitiera a los países con problemas ampliar los vencimientos de los préstamos y aumentar las subvenciones del Banco Mundial y otras instituciones multilaterales.
Dado el fracaso de los actuales sistemas de deuda del G20, como el Marco Común para el Tratamiento de la Deuda, una nueva iniciativa es bienvenida. Evitar los impagos en los países con problemas es una condición necesaria para que los gobiernos puedan refinanciar sus deudas vencidas. Dada la prevalencia del contagio en los mercados mundiales de bonos, evitar los impagos evitaría desmoralizar a los inversores e interrumpir el acceso al mercado allí donde se ha recuperado.
En cuarto lugar, los inversores apuestan a que los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense y de otros bonos de economías avanzadas bajarán una vez que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo declaren la victoria en su lucha contra la inflación. Si los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a diez años bajan de su nivel actual, ligeramente por encima del 4%, un bono en dólares de Benín que rinda el 8,5% o un bono en dólares de Kenia que rinda el 10% serán aún más atractivos.
Pero no todo el mundo está de acuerdo en que el reciente episodio de inflación haya terminado definitivamente. Si las esperanzas de recortes de los tipos de interés se ven defraudadas o, lo que es peor, si la Fed y el BCE ven signos de resurgimiento de la inflación y se sienten obligados a subir los tipos, la colocación de bonos de Kenia en febrero podría ser la última. Y con los rendimientos estadounidenses a diez años subiendo 50 puntos básicos durante los dos primeros meses de 2024, es evidente que alguien está apostando por la posibilidad de subidas de tipos.
Esto apunta a otro peligro, a saber, el ciclo del dólar. Normalmente, cuando la Fed sube los tipos, el dólar se fortalece, lo que dificulta el servicio de la deuda en dólares de los países en desarrollo. Se ha hablado mucho del supuesto fin del "pecado original", nombre con el que se conoce el hecho de que los mercados emergentes hayan podido durante mucho tiempo colocar únicamente bonos en dólares entre los inversores internacionales. Ahora, se dice, también pueden vender bonos denominados en sus propias monedas.
De hecho, sin embargo, la redención del pecado original ha sido muy selectiva. Cualquier nueva capacidad para vender bonos en moneda local a inversores internacionales se ha limitado en la práctica a un puñado de países de renta media relativamente grandes, dejando a los mercados transfronterizos expuestos al riesgo cambiario.
Como todo el mundo sabe, los tipos de cambio del dólar tienen dos caras. Las monedas locales pueden debilitarse frente al billete verde, agravando los problemas del servicio de la deuda, no sólo porque la Reserva Federal suba los tipos, sino también debido a problemas económicos y políticos internos.
Ghana, por ejemplo, sufrió protestas masivas a finales del año pasado por la austeridad necesaria para poder reestructurar sus deudas y empezar a reparar las relaciones con sus acreedores extranjeros. Como reflejo de esta agitación, el cedi ghanés se ha debilitado, lo que complica aún más el problema de la deuda del país. La política, y por tanto las fluctuaciones de los tipos de cambio, ocurren. Los países africanos que contemplen la posibilidad de volver al mercado del eurodólar deberían tener muy en cuenta este riesgo.
Relacionados
- Teltronic digitalizará la industria aragonesa con redes privadas de banda ancha
- Las 'telecos' instan a Europa a incentivar la inversión en redes
- Omdenken, la filosofía que permite superar los problemas de forma inmediata con solo pensar al revés
- Sesé apuesta por diversificar en los mercados más maduros tras aumentar su beneficio un 70%