
La fortaleza de la economía de EEUU sigue sorprendiendo a propios y extraños. Los datos del primer semestre no dejan de corroborar que la abrasiva inflación (máximos de 40 años en algunas lecturas) y el año largo de subidas de tipos de interés (500 puntos básicos desde marzo de 2022) no han hecho mella todavía en la primera potencia mundial. Aunque el grueso de analistas todavía espera una recesión, lo cierto es que esta cada vez se aleja más en el horizonte mientras los 'abogados' del llamado 'aterrizaje suave' (control de la inflación sin daño económico, sobre todo en el empleo) mantienen las esperanzas. La última revisión del dato de Producto Interior Bruto (PIB), publicada este jueves, es el dato más revelador y da la clave: el motor económico de EEUU, el gasto de los consumidores, ha seguido al máximo de revoluciones.
La Oficina de Análisis Económico de EEUU (BEA por sus siglas en inglés) informaba este jueves de que el PIB creció un 2% anualizado en el primer trimestre del año tras unos excepcionales 3,2% y 2,6% en el tercer y cuarto trimestre de 2022 respectivamente. El principal matiz del dato es que en su lectura preliminar fue del 1,1% anualizado y en la primera revisión del 1,3%. En esta segunda fase de revisión, la subida ha tenido un protagonista claro: el consumo, que ha pasado de un crecimiento del 3,8% anualizado a uno del 4,2%. Un repunte que lo sitúa en zona de fuerza tras el 1% anualizado en el anterior cuarto. La mayor parte de esta revisión al alza del gasto de los consumidores corresponde a los servicios: si el gasto en los mismos subía un 2,5% anualizado en la primera revisión, en la segunda el porcentaje pasa a un 3,2%.
Precisamente la pujanza de los servicios tiene un papel esencial en la resiliencia de la economía ante un sector manufacturero que lleva ya meses en recesión. La ola de consumo de bienes duraderos durante el covid dio paso a una ingente demanda de servicios que parece no cesar. Los americanos aún mantienen parte del estímulo económico lanzado por la Administración durante la pandemia y ganas de retomar las actividades con el recuerdo aún de los confinamientos.
El gran reflejo de toda esta dinámica ha sido un mercado laboral tenso que no da tregua ni a la Reserva Federal ni a los analistas. Aunque la oferta de mano de obra vuelve poco a poco a la normalidad tras el covid, la demanda de la misma sigue incendiada, y eso hace que el paro se mantenga en mínimos históricos mientras las sucesivas lecturas de creación de empleo sorprenden una y otra vez al alza, al igual que los datos de vacantes. Eso ha provocado unas presiones salariales (los trabajadores piden más salario para mantenerse en su puesto o tienen facilidad para encontrar otro trabajo mejor remunerado) que ayudan a espolear la inflación, para temor del banco central.
Otro dato destacado este jueves fue precisamente el de peticiones iniciales de subsidio por desempleo, que volvió a caer en la semana concluida el 24 de junio con el descenso más pronunciado (26.000 peticiones) desde octubre de 2021. La cifra global, en 239.000, permanece en niveles históricamente bajos y evidencia que las empresas no están despidiendo por la fortaleza de la actividad y por miedo a las trabas a la hora de encontrar trabajadores tras lo visto en el último año. Por otro lado, las peticiones continuas, que reflejan la cantidad de personas que buscan prorrogar sus ayudas por desempleo, cayeron en 19,000 en la semana que terminó el 17 de junio a 1,74 millones. La cifra ha tenido una tendencia a la baja desde principios de abril, lo que sugiere que las personas que buscan trabajo pueden encontrar rápidamente un nuevo empleo.
El último dato de nóminas no agrícolas de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), relativo a mayo, volvía a reflejar una lectura fuerte con 339.000 puestos. Además, el dato de abril se revisaba al alza tras unas lecturas en febrero y marzo cerca de los 200.000 empleos que hicieron vaticinar un posible enfriamiento que no llega. En ese mismo informe, el crecimiento de los ingresos medios por hora mostraba una muy tibia desaceleración hasta el 4,3%, todavía lejos del 3,5% que busca la Fed para acercarse a su objetivo de inflación del 2%.
Otro sector que da indicios reveladores es el inmobiliario. Aunque las subidas de la Fed han llevado a los tipos hipotecarios a las puertas del 7%, dificultando la compra de inmuebles, y los precios de la vivienda han corregido, estos últimos tampoco se han desplomado y recientemente han recuperado incluso terreno. Los expertos apuntan que a las peores condiciones financieras han llevado a los propietarios a permanecer con sus hipotecas y no vender, lo que ha reducido la oferta compensando la mejor demanda y sujetando los precios.
Este martes trascendió que los precios de la vivienda subieron en abril al ritmo más rápido en casi un año, reflejando las citadas limitaciones de la oferta. Tras el ajuste estacional, el famoso índice Case-Shiller registró una subida del 0,5% intermensual de los precios. Se trata de la mayor subida intermensual desde mayo del año pasado.
El número históricamente bajo de viviendas de segunda mano a la venta ha ayudado a impulsar las ventas de viviendas de nueva construcción. La semana pasada se conoció que el número de viviendas existentes en venta, 943.000, no dista mucho de los mínimos históricos de febrero de 2022 y que el número mensual anualizado de ventas de las mismas sigue bordeando los cuatro millones, zona de mínimos (en 2020 hubo lecturas cercanas a los siete millones).
Por contra, las ventas de viviendas nuevas aumentaron por tercer mes consecutivo en mayo, con un fuerte incremento del 12,2% intermensual hasta alcanzar las 763.000 anualizadas, el nivel más alto desde febrero de 2022. Esto las deja firmemente por encima de los niveles prepandémicos y en torno a un 20% por encima del nivel de mayo del año pasado.
Continuando el repaso por los datos recientes, también el martes se tuvo noticia inesperado incremento del 1,7% de los pedidos de bienes duraderos en EEUU en mayo. Los pedidos básicos -pedidos de bienes de capital no relacionados con la defensa, excluidos los aviones- aumentaron un saludable 0,7% y las tendencias subyacentes se mantuvieron al alza. Los envíos básicos -el indicador preferido para algunos analistas del gasto en bienes de equipo- aumentaron un 0,2% y apuntan a un crecimiento positivo del gasto real en bienes de equipo en el segundo trimestre. El mismo día se publicaron los datos de confianza del consumidor del Conference Board, que batieron expectativas por segundo mes consecutivo y volvieron a niveles de enero de 2022 con su lectura de 109,7 puntos.
Oren Klachkin (Oxford Economics): "Seguimos pensando que la economía acabará cayendo en recesión, pero cada vez parece menos probable que comience en el tercer trimestre"
"Hemos subestimado sistemáticamente la resiliencia de la economía estadounidense", sentencia Carl Tannenbaum , economista jefe de Northern Trust. Sin embargo, la gran duda es lo que viene por delante. De lo que no cabe duda es de que las subidas de tipos se tendrán que acabar notando en la economía, pero la gran pregunta es cuándo. "Los últimos datos alejan los temores de que una recesión esté a la vuelta de la esquina. Seguimos pensando que la economía acabará cayendo en recesión, pero cada vez parece menos probable que comience en el tercer trimestre", señalaba el pasado martes Oren Klachkin, analista de Oxford Economics.
"La revisión al alza del PIB del primer trimestre concuerda con el mensaje de los últimos datos de que la economía se asienta sobre bases sólidas. Creemos que el crecimiento del PIB se situará en torno al 2% anualizado en el segundo trimestre, pero esperamos peores resultados en la segunda mitad del año, ya que los elevados tipos de interés y el endurecimiento de las condiciones crediticias pesan sobre los consumidores y las empresas. Seguimos pensando que una recesión es más probable que lo contrario, aunque no puede descartarse por completo un "aterrizaje suave", agregaba Klachkin este jueves en otra nota.
Volviendo al 'motor' del consumo, este viernes la BEA publica unos datos relativos a mayo que evidencian cierto desgaste. El aumento del 0,5% intermensual del gasto real en abril, comunicado anteriormente, se estima ahora en sólo un 0,2%, y el consumo se estancó el mes pasado. "Incluso teniendo en cuenta un repunte en junio, tras los informes de recuperación de las ventas de automóviles, estimamos que el crecimiento del consumo real se ralentizará hasta alrededor del 1% anualizado en el segundo trimestre. En consecuencia, seguimos esperando que el crecimiento global del PIB se haya ralentizado bruscamente en el segundo trimestre, hasta el 0,5% anualizado ", explica Andrew Hunter, de Capital Economics.
De una forma más positiva ve Klachkin el informe de este viernes: "El aumento de los ingresos y el persistente exceso de ahorro mantienen a los consumidores inclinados a gastar. La fortaleza del gasto de los consumidores nos ha sorprendido, pero esperamos que se ponga a prueba en la segunda mitad del año a medida que la economía se debilite. El debilitamiento de los ingresos, el agotamiento del exceso de ahorro, la menor disposición a recurrir a las líneas de crédito y la elevada inflación no dejarán a los consumidores más remedio que recortar el gasto. Sin embargo, la resistencia del gasto de los consumidores es un elemento clave para nuestras previsiones. Es improbable que la economía entre en recesión si el consumo se mantiene firme.
Otro indicio con sesgo positivo puede encontrarse en la misma publicación de la revisión del PIB. En el informe se recoge una revisión de la renta interior bruta, del -2,3% anualizado al -1,8%. Este indicador, dice la teoría, debería salir el igual que el PIB. A fin de cuentas, es una especie de PIB calculado por el lado de las rentas (salarios, impuestos netos, beneficios...). Aunque en la lectura anterior fue del -3,3%, mostrando por tanto niveles de recesión, la disonancia con el dato de PIB se ha reducido con esta revisión de 0,5 puntos porcentuales al alza. Si los economistas decían que la verdad de esta brecha estaría en un 'punto intermedio', parece que de momento la balanza se decanta por el crecimiento.
La semana que viene llegarán datos que ayudarán a hacerse una mejor composición de lugar de cara a tener el dibujo completo del segundo trimestre con el informe de empleo de junio, que se conocerá el viernes, y el ISM de servicios, el jueves, un indicador más seguido en EEUU que los PMI. Por ahora, el indicador GDPnow de la Fed de Atlanta (algo así como PIB en tiempo real) marca un 1,8% anualizado para el segundo trimestre. Una estimación que confirmaría que la economía de EEUU sigue sin ganas de aterrizar.
Reto para la Fed
A falta de que lleguen datos que sí demuestren un enfriamiento considerable, el reto sigue encima de la mesa para los responsables de la Fed. No pueden detener las subidas de tipos ante una economía que sigue en combustión y con una inflación que desciende, pero muy lentamente. Este mismo viernes también la BEA ha publicado el PCE (una suerte de deflactor del consumo en el PIB) relativo a mayo. El PCE general cayó el mes pasado del 4,3% interanual al 3,8%, evidenciando la desaceleración vista en el índice de precios al consumo (IPC), que se pondera de forma diferente. Sin embargo, el PCE subyacente (excluye componentes más volátiles como la energía o los alimentos y es uno de los indicadores 'fetiche' de la Fed) ha bajado solo del 4,7% al 4,6%.
Aunque haya bajada, la pequeña magnitud de la misma evidencia que a la Reserva Federal no le va a ser fácil combatir una inflación subyacente enquistada. "Si observa los datos del último trimestre, lo que ve es un crecimiento más fuerte de lo esperado, mercados laborales más ajustados de lo esperado y una inflación más alta de lo esperado", dijo el miércoles el presidente de la Fed, Jerome Powell, durante el foro anual del Banco Central Europeo (BCE) celebrado en Sintra (Portugal), donde acudió como invitado. Al día siguiente, en un acto del Banco de España en madrid, Powell enfatizó que "las presiones inflacionistas siguen siendo elevadas, y el proceso de volver a situar la inflación en el 2% tiene un largo camino por recorrer".
Por eso mismo, volvió a defender que la Fed subirá los tipos al menos dos veces más este año, lo que los dejaría en el rango 5,5%-5,75%. Para que el mensaje calara, Powell abrió la puerta a aprobar aumentos de tipos que pudiesen volver a ser consecutivos tras la pausa decretada en junio. "Los bancos centrales se centran en la inflación, pero la solidez de los datos está dando más credibilidad a sus posiciones restrictivas", sintetiza el equipo de ING liderado por Padhraic Garvey en una nota para clientes.