Profesor de Economía en la Universidad de California-Berkeley y Cambridge.

Con la impresionante victoria de los demócratas en las elecciones al Senado de Georgia, que les da el control de ambas cámaras del Congreso a partir del 20 de enero, la idea de expedir cheques de estímulo del consumo de 2.000 dólares para cada hogar seguramente volverá a estar en la agenda de EEUU. Sin embargo, aunque el alivio específico para los desempleados debería ser una prioridad incuestionable, no está claro que medidas así ayuden de hecho a sostener la recuperación económica.

El pasado marzo, cuando el Covid infectó la economía mundial, muchos observadores temían que los mercados emergentes y los países en desarrollo fueran los que más sufrieran, tanto en el plano financiero como en otros aspectos. Desde el punto de vista económico, dependían de las exportaciones de productos básicos, las remesas y el turismo, todo lo cual se vino abajo con la pandemia. Había razones de sobra para esperar un tsunami de crisis financieras y de impagos de la deuda.

Las transiciones presidenciales nunca son fáciles, especialmente cuando implican la derrota en las urnas de un jefe de Estado en funciones. Pero esta vez la transición ocurre en medio de una crisis sin precedentes. El presidente todavía en el cargo se niega a reconocer la votación como un rechazo a sus políticas y siente una antipatía visceral por el candidato electo, a quien acusa de fraude y a quien desestima como demasiado frágil para asumir las obligaciones del cargo. Acusa a su sucesor de ser un socialista, un defensor de políticas que pondrán al país camino a la ruina.

Abril marcó la fase más dramática y, algunos dirían, peligrosa de la crisis del Covid-19 en Estados Unidos. Las muertes se disparaban; los cuerpos se apilaban en camiones refrigerados a las afueras de los hospitales de la ciudad de Nueva York, y los respiradores y el equipo de protección personal para los sanitarios escaseaban desesperadamente. La economía se despeñaba por un precipicio, con un desempleo que se elevaba al 14,7%.

El dólar está en caída libre", "¡El dólar como moneda global está condenado!", exclaman los titulares más recientes. En realidad, tales titulares sensacionalistas son "demasiado sensacionales", para hacer eco de esa notable autoridad en materia de divisas, la Srta. Prism, en "La importancia de ser sincero" de Oscar Wilde.

El Covid-19 no va a desaparecer, y otros virus peligrosos pueden estar en camino. Esto significa que es hora de afrontar la cruda realidad: muchos de los efectos de la pandemia en nuestras economías y sociedades serán persistentes, incluso permanentes.

Semanas de manifestaciones masivas a nivel nacional contra la violencia policial y los prejuicios raciales han despertado la preocupación por una segunda ola de infecciones por Covid-19 en EEUU. Es difícil participar en una manifestación de compensible enfado por el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis y permanecer a dos metros de distancia de compañeros de protesta. Y el uso de máscaras no es universal entre los manifestantes, al igual que entre la población general de EEUU. Esto no es un buen augurio para la salud pública o la economía.

La semana pasada, los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales del G-7 se comprometieron a utilizar “todos los instrumentos apropiados” para contener la amenaza económica que supone el coronavirus COVID-19. La pregunta que quedó sin respuesta es qué es lo apropiado, y qué funcionará.

Tribuna

El BCE experimenta un cambio de guardia: una nueva presidenta, un nuevo economista jefe y dos nuevos miembros del Comité Ejecutivo. Y el nuevo liderazgo del BCE se enfrenta a un año polémico en 2020.Para empezar, la última reunión del expresidente del BCE, Mario Draghi, estuvo marcada por las disputas sobre la flexibilización cuantitativa y el papel del presidente en la toma de decisiones, lo que puso de relieve el desacuerdo en el Consejo de Gobierno (compuesto por el Comité Ejecutivo y los gobernadores de los bancos centrales nacionales) sobre la estrategia monetaria. ¿Debería el BCE mantener su objetivo puntual de inflación pero hacer que dicho objetivo sea simétrico, en contraste con el actual "por debajo pero cerca del 2%"? ¿O debería abandonar toda esperanza de acercarse al 2% y conformarse con el 1,5%?

Tribuna

Durante más de una década, China representó una cuarta parte o más del crecimiento mundial. Con su economía atravesando una mala racha, la pregunta es si este impresionante rendimiento persistirá.