Si algo ha quedado claro durante esta crisis económica, generada por el coronavirus, ha sido la enorme incertidumbre que se ha creado en torno a los indicadores clave (PIB, inflación, paro...). Esa misma es la incertidumbre que había o hay sobre la evolución del Covid-19. Economistas y políticos han ido lanzando sus variopintas predicciones sobre la profundidad de la recesión y sobre la potencia de la recuperación económica. De la salida en 'V' (recuperación igual de rápida y vigorosa) se pasó a la 'U' (algo más lenta y con menor crecimiento antes del despegue), más tarde a la 'V asimétrica' (llevaría años recuperar el nivel de PIB previo a la pandemia) y ahora, el miedo a una segunda oleada del coronavirus en otoño parece complicarlo todo todavía para encontrar la letra adecuada que defina la recuperación.
Schroders: "No podemos obviar que es posible que las regiones más afectadas por el Covid-19 tengan dificultades para eliminar este estigma y tengan que esperar más tiempo hasta recuperar los niveles de turismo anteriores a la pandemia"
Con la progresiva reapertura de la economía el optimismo llegó a los mercados y comenzó a trasladarse a la economía real. Los consumidores volvían a las calles y empezaban a gastar parte de ese ahorro involuntario acumulado durante el confinamiento. Pero el coronavirus sigue ahí, expandiéndose por los países del hemisferio sur y amenazando con volver a Europa en una segunda oleada tras el verano.
Las previsiones macroeconómicas publicadas estos días por el Banco de España, la OCDE o la Reserva Federal muestran la cruda realidad: la recuperación no va a ser fácil ni cosa de dos días y más en países como España, donde el turismo y la hostelería tienen un peso relativo superior en la economía.

El BdE señaló que el PIB no recuperará los niveles previos a la pandemia al menos hasta 2022 en su previsión más optimista, mientras que en el pronóstico pesimista advierte de que la recuperación será "muy lenta", con unos crecimientos del PIB muy por debajo al desplome del 15% que podría sufrir la economía española este año. Sin vacuna a la vista y con el virus vivo, un rebrote en Europa, aunque de menor intensidad, generaría una recuperación asimétrica. Unos sectores podrían funcionar con cierta normalidad (industria y servicios digitalizados) mientras que otros verían restringida su actividad. Por desgracia, la economía española depende sobremanera de estos últimos, entre los que se encuentra el turismo, la hostelería o el ocio en general.
El turismo y la hostelería pesan
James Reilly, economista de Schroders, reconoce que "el momento de esta crisis difícilmente podría haber sido peor para economías europeas como España e Italia, que dependen especialmente de los visitantes de verano. Además, no podemos obviar que es posible que las regiones más afectadas por el Covid-19 tengan dificultades para eliminar este estigma y tengan que esperar más tiempo hasta recuperar los niveles de turismo anteriores a la pandemia, pues el turismo internacional es más sensible que el interno a los desafíos del Covid-19".
Los efectos pueden perdurar y dejar cicatrices en el mercado laboral. La población debe estar preparada para reciclarse e incrementar su empleabilidad en los sectores que salgan mejor parados de esta crisis. La OCDE publicaba esta semana también sus previsiones y advertía de que la economía española sufrirá la mayor contracción entre los países desarrollados si se produce un rebrote del Covid-19 después del verano. Un mercado laboral precario y una dependencia notable del turismo convierten a España en el país más vulnerable de los 'ricos' a un rebrote del virus. Tras una recesión del 14,4%, la recuperación en un crecimiento del 5% en 2021.