Redactor de economía y mercados. Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Un día se preguntó cómo cotizaba un bono y ya no hubo vuelta atrás.
Economía

La economía de Portugal está siendo una de las sorpresas dentro Europa. La mayor resistencia a la crisis del covid (en comparación con sus vecinos del Mediterráneo) no ha impedido que el rebote posterior haya sido incluso superior que el de los países que más cayeron. Esto ha permitido a Portugal recuperar los niveles de PIB previos a la pandemia mucho antes que otros países europeos y, sobre todo, mucho más rápido que España. En este contexto, el mercado laboral portugués presume de estadísticas tras el valle del virus. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Pese a todos los datos positivos y los elogios lanzados sobre la economía vecina, aún existe una mota que empaña este 'milagro' portugués: el desempleo de larga duración.

La inversión de la curva de tipos de EEUU sigue dando que hablar. Tomado históricamente como un anticipo de las recesiones, el diferencial más observado, el que hay entre los bonos a 10 y dos años, ha seguido en este comienzo de 2023 profundizando en territorio negativo tocando niveles que no se veían desde comienzos de los años 80. En febrero, la inversión llegó a bordear los 90 puntos básicos, situándose ahora en los 85. Tras una inversión de la curva, históricamente se produce una recesión entre nueve y 25 meses después.

Algunos indicadores macro señalan que la economía de EEUU parece ir todavía 'sobre ruedas' tras la pandemia pese a la inflación y las subidas de tipos para combatirla. Sin embargo, parafraseando a la famosa película, es el 'diablo' el que va sobre ruedas y en el maletero lleva malas noticias. El bólido americano se adentra a todo gas en una peligrosa carretera: el velocímetro de la inflación amenaza con volver a acelerarse y muchos hogares se empiezan a quedar sin combustible financiero.

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Con dos meses de 2023 transcurridos ya se puede tomar una fotografía nítida del mercado en lo que va de año. La instantánea muestra dos protagonistas y cada uno está mirando a un lado diferente. Pese a las recientes caídas, no dramáticas, las bolsas siguen al alza en lo transcurrido de año tras un 2022 para olvidar. En la renta fija, sin embargo, la caída de los precios y la subida de los rendimientos está siendo sonora. Pese a que, con el Año Nuevo, parecía que los bonos mejoraban, las advertencias de que podían estar siguiendo una pista falsa se han hecho realidad.

Se puede decir que se veía venir. La reciente fortaleza de los datos macro de EEUU en este arranque de 2023 y de algunos en la eurozona como los PMI flash de febrero hacían presagiar un mayor esfuerzo subiendo tipos por parte de los bancos centrales. La lectura de PCE subyacente de EEUU (deflactor del gasto personal) conocida el pasado viernes constataba, además, que las presiones inflacionarias siguen ahí. Este lunes las expectativas de subidas de tipos del BCE a través de los swaps en el mercado alcanzaban un hito: por primera vez se contemplaban subidas de tipos hasta 2024, dándose el tipo terminal en febrero superando el 3,8%.

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La Oficina de Análisis Económico (BEA) ha revisado a la baja el PIB real de EEUU a la baja en el cuarto trimestre de 2022, desde el 2,9% anualizado de la estimación preliminar al 2,7%. En el tercer trimestre del año el crecimiento fue del 3,2% anualizado. En términos interanuales, el PIB avanzó a un ritmo del 0,9% en el cuarto trimestre, frente al 1,9% del tercero. Si las profundidades de la primera estimación revelaban que la economía de la primera potencia mundial acabó el año más débil de lo esperado, la revisión señala un punto rojo: el consumo.

La teoría del 'no aterrizaje' de la economía está cobrando forma en EEUU y en Europa puede estar pasando lo mismo. Los últimos datos macro siguen confirmando el viraje de las expectativas. Cuando los bancos centrales empezaron a subir tipos para domeñar la inflación tras la pandemia, se aguardaba un 'aterrizaje brusco' de la economía, con la recesión llamando a las puertas. La fortaleza de los datos y los indicios de desinflación trajeron la idea del 'aterrizaje suave': todo bajo control y sin daños severos para el crecimiento. Ahora la lectura es otra: las subidas de tipos no aplastan el crecimiento de momento y la inflación sigue lejos de estar dominada.

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La travesía de la economía española durante las próximas décadas se antoja compleja. Un país con una demografía desfavorable (que disparará el gasto en pensiones), una deuda pública muy elevada, una economía orientada a las ramas del sector servicios de menor valor añadido y con una situación geográfica que tampoco apoya el crecimiento. Al final, Europa es un continente desarrollado, pero cuyas perspectivas de futuro no son nada halagüeñas y menos desde que comenzó la guerra en Ucrania. Tal es la situación, que algunos de los informes que lanzan vaticinios de largo plazo desplazan a España hacia una zona gris en el ranking global de economías, no solo ya por debajo de economías como México o Filipinas, también por detrás de Nigeria.

Dentro del universo de las hipotecas en Reino Unido, hay una fórmula creativa que está volviendo a triunfar: las hipotecas compensadas (offset en inglés). Se trata de un producto que llegó en oleada en los 2000, cuando los bancos británicos competían por mantener a sus clientes, y que ahora está viviendo una segunda juventud, especialmente entre los clientes más adinerados en un contexto de subidas de tipos de interés que están encareciendo las letras.

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La torre de control de los economistas estadounidenses no da abasto. La economía es un avión que emprendió el vuelo en plena pandemia y que ahora tiene que aterrizar. Cada dato macro que se va conociendo mueve el radar a una de las pistas preparadas. Hasta hace no mucho, se daba por segura una dolorosa recesión por las subidas de tipos aprobadas buscando poner coto a una exacerbada inflación tras el covid. Era la pista del aterrizaje brusco o forzoso. Al constatarse que la inflación comenzaba a perder muy tímidamente fuelle y la economía no sufría (el empleo seguía fuerte y el consumo aguantaba), se encendieron las luces de la pista del aterrizaje suave: precios bajo control y daño mínimo a la economía. La fortaleza de los últimos datos hace que se empiece a hablar directamente del 'no aterrizaje'.