Analista económico y profesor EAE Business School

Seguro que todos recordamos, de nuestra infancia, el cuento de Pedro y el lobo, que nos enseñó que no debemos contar mentiras ni burlarnos de los demás porque dejarán de creer en nosotros y saldremos mal parados. Y es que todos tenemos ese conocido mentiroso que es un almacén de promesas y excusas. Pero en las relaciones económicas y sociales no hay nada peor que la pérdida de confianza en una de las partes sobre todo si está asociada a la pérdida de credibilidad, pues ello determinará la relación futura. Por ejemplo, si un banco no confía en una persona, difícilmente le concederá un crédito, mucho menos si ha tenido varios impagos en su historial, pues al final termina siendo el pastor del cuento.

Los acontecimientos geopolíticos en el conflicto de Ucrania están generando un aumento del precio de los productos energéticos y de otras materias primas clave para el funcionamiento de las economías mientras que la retirada de estímulos monetarios de la Fed y el BCE junto a la esperada subida de tipos de interés está animando a los inversores a posicionarse en la renta fija, marcando el ritmo de evolución de la renta variable con el consecuente impacto a la baja en los índices bursátiles por la recogida de beneficios y la reestructuración de las carteras de los inversores. Por tanto, nos encontramos en un buen momento, donde los títulos de algunas compañías con potencial de crecimiento están muy baratos, en especial para un inversor que piense comprar acciones de una empresa, como parte de su estrategia de posicionamiento a largo plazo.

Caminamos rumbo a la tormenta económica y social perfecta a la vista de la multitud de hechos diversos que convergen en una borrasca huracanada sin precedentes, de la que pensábamos que estábamos saliendo mientras guardábamos el paraguas. Sin embargo, se han convertido en una serie de seísmos de intensidad media que anticipan el tsunami destructivo que está por llegar a nuestra economía, si nadie lo remedia.

La sabiduría popular nos ilumina con interesantes refranes como el que titula este artículo, aunque esta vez, pudiera ser premonitorio si se aplica a los datos del desempleo registrado durante el mes de noviembre donde un gobierno triunfalista nos vende los éxitos de una política resiliente, sostenible e inclusiva donde nadie se va a quedar atrás, bueno, quien dice nadie, dice que sólo se quedan algunos, en total 3.182. 687 personas que engrosan las listas del desempleo, como si eso de tener más de un 14% de paro fuese una hazaña titánica, algo que seguro no piensan las familias de los anteriores damnificados.

Decía Lenin que la mejor manera de aplastar a los burgueses era moliéndolos entre las piedras de los impuestos y la inflación, algo que casualmente estamos padeciendo en estos tiempos convulsos e inciertos donde hay una fuerte escalada de precios junto a unos PGE2022 que pretenden aumentar los impuestos y crear nuevas figuras tributarias, para financiar un gasto público desmesurado y con bajo retorno, lo que se traducirá en mayor déficit y deuda pública de la prevista, a la vista de que nadie se cree los postulados sobre los que se apoyan, entre otros, el crecimiento esperado del PIB bajo un supuesto irrealista de crecimiento de los precios.

Acabamos de asistir a la puesta de largo de los PGE 2022 donde se pinta y colorea un mundo de fantasía y de los que podríamos extraer una conclusión evidente, que no se puede sorber y soplar a la misma vez como parecen pretender estas cuentas a las que se les llama de transición justa, aunque nadie tenga muy claro el término. Y aunque el ejercicio presupuestario se parezca a Netflix porque tiene varias series, la roja, verde, amarilla, gris y azul, el “trailer” adelanta la trama de una película que podría ser de ciencia ficción, novela dramática o comedia. Si hay dudas sobre el guion y el reparto de actores, no hay más que echar un vistazo al libro amarillo, lleno de grandilocuentes frases que cuestan leer y entender sin hacer un alto en el camino para respirar y que no son más que una colección secuenciada de palabras vacías de contenido real pero que suenan bien como no podía ser de otra forma. ¿A quién no le gusta que avancemos hacia una transformación económica más justa, verde, digital, cohesionada e igualitaria mientras se afianza la recuperación para un desarrollo más sostenible y resiliente?

El precio de la electricidad en el mercado mayorista no deja de subir y cada día escala nuevos máximos que hace unos meses ni hubiéramos podido imaginar. Lo peor de esta situación es que va para largo, pues algunos expertos vaticinan que el precio será elevado hasta 2023 aunque el Gobierno se ha comprometido a que este año no paguemos más en la factura del importe que se pagaba en 2018. Mucho me temo que, como casi siempre, estas afirmaciones hay que cogerlas con pinzas, ya que entre la letra pequeña que esconden y los malabares estadísticos, podemos llevarnos una buena sorpresa.

El precio mayorista de la electricidad sigue al alza de forma imparable, batiendo nuevos récords en un contexto donde los agentes económicos perciben que las medidas del Gobierno para contener la escalada del precio no están siendo eficaces, así como el anuncio de que estos precios seguirán creciendo hasta mediados del año que viene. Pero la electricidad y los combustibles son una parte fundamental en la cesta de consumo de los ciudadanos mientras que se nos anima a caminar por una senda verde de transición ecológica que está llena de buenas intenciones mientras nos vacía los bolsillos en silencio.

Si preguntamos a alguien si sabe dónde se están tomando en estos días las principales decisiones clave para el futuro de la economía mundial estoy convencido de que nos diría que en algún lugar emblemático del mundo. Sin embargo, ese lugar se encuentra alejado de las grandes capitales, a pocos kilómetros de donde vive el oso Yogui, en un lugar llamado Jackson Hole, donde se reúnen los principales representantes de los bancos centrales mundiales protagonizado por la Fed. Este evento podría marcar un punto de inflexión y una nueva hoja de ruta en la política monetaria de la Fed y, con ello, marcar las decisiones de sus principales “followers” como son el BCE y el Banco de Inglaterra que más temprano que tarde se verán obligados a marcar las decisiones de la Fed con un “like” debido a la globalización de la economía y el efecto sobre el euro y los mercados financieros.

Hace meses que muchos expertos anticipaban un fuerte repunte en la inflación como consecuencia de dos factores clave, las políticas monetarias expansivas de la Fed y el BCE que han impulsado la creación de billones de dólares y euros de la nada junto con tipos de interés negativos, para posibilitar el sobreendeudamiento de los Estados y la liquidez de la economía y, desde la política fiscal, el aumento del gasto público en prestaciones lo que junto al embalse de ahorro forzado de las familias durante la peores fases de la pandemia, han empujado el consumo privado dando salida al exceso de ahorro una vez relajadas las restricciones de movilidad y actividad.