Analista económico y profesor EAE Business School

Sabemos que el gran problema endémico de nuestra economía es la elevada tasa de paro estructural que mantenemos y que nadie consigue rebajar, a menos que se eliminen las rigideces y cargas del mercado, por mucho que se cambien las leyes laborales para maquillar la precariedad y temporalidad. A eso hay que sumarle la iniciativa de reducir la jornada laboral que es una carga más para el empresario y que le obliga, sobre todo al pequeño, a tener que prescindir de parte de su personal, en especial los de mayor edad.

En Europa, a muchos se les llena la boca con el estado del bienestar a pesar de que la cruda realidad nos golpea con una contundencia que comienza a despertarnos de ese sueño en el que somos el oasis del mundo. Lo cierto es que el modelo económico europeo nos hace perder competitividad, a pasos agigantados, frente a los principales actores de la geopolítica mundial como es EE.UU. y China, tal y como hemos podido comprobar, tras leer el famoso informe de Mario Draghi, mostrando una serie de problemas estructurales, que muchos llevamos tiempo denunciando, y que venimos arrastrando a pesar de que una gran mayoría de los políticos aún se niegan a reconocer.

Hay quien dice que las elecciones son ese momento mágico en el que los políticos dicen lo que queremos escuchar mientras fingimos creerlos. Este es un año de elecciones en EE.UU. lo que tendrá consecuencias, no sólo para el país, sino en el resto del mundo, por lo que miles de analistas comienzan a pronosticar sobre el rumbo que tomará la economía mundial según quien gane.

Las elecciones en Francia están dando mucho que hablar, no sólo por el bloqueo político que han dado las urnas, sino porque las leyes del país no permiten convocar elecciones hasta pasado un año, lo que obliga a tener que gobernar, aunque sea sobre temas menores y más operativos, pues los problemas estructurales, con fuerte carga ideológica, no van a ser consensuados con el mapa actual de resultados.

Si tiramos una piedra hacia el cielo y nos quedamos esperando, todos tenemos claro que volverá a bajar y que nos golpeará en la cabeza. Al igual que la ley de la gravedad, las leyes del mercado y de la economía, tienen efectos previsibles, de modo que, cuando alguien legisla en contra del mercado, tarde o temprano, le caerá la piedra encima.

En un mundo global donde los fluyen los capitales de un sitio a otro, hay economías prestamistas y prestatarias, frente al resto del mundo, unas tienen capacidad de financiación y solvencia y otras, más vulnerables, necesidad de ser financiadas.
La deuda externa bruta de la eurozona es de unos 16 billones de euros y en el caso de España suma un total de 2,42 billones de euros, lo que representa el 165,5% del PIB, siendo 40 millardos de euros (mm) superior a la de 2022 y 305 mm mayor desde 2019. Es decir, que de cada 100 euros de deuda externa de la zona euro, 15 corresponden a España.

En zonas rurales, aún perdura una práctica común arraigada en siglos pasados, en la que muchas familias mantenían huertos y establos destinados al cultivo de alimentos y la cría de animales para autoabastecerse a lo largo del año, vendiendo el excedente a otros.Pues bien, ese parece ser el destino de Marruecos, convertirse en la despensa de la familia europea y de muchos otros países.

Desde el comienzo de la primera revolución industrial y el nacimiento de las cadenas de montaje, las compañías iniciaron el tortuoso camino de la producción y comercialización a escala, así como la necesidad de ser eficientes en calidad, tiempos y costes para afrontar la competencia y mejorar la rentabilidad para el accionista como fin último de su existencia. Se trata de un proceso de mejora continua que seguiremos viviendo en el futuro.

Ya conocemos el acuerdo programático entre los principales partidos que pretenden conformar el Gobierno de España para los próximos 4 años. Se trata de un intenso e intensivo ejercicio de populismo económico con un programa muy ambicioso y colorido donde, como es habitual en política, se muestra en el escaparate el género que atraiga al ciudadano, pero no se muestra lo que hay en la trastienda. Aspectos cómo cuánto va a costar este festival del progreso, tan intervencionista en la economía que haría morir de nuevo a Adam Smith si se levantase de su tumba, o bien cómo se van a financiar las medidas, aunque todos sabemos de sobra quienes van a ser los pagafantas, pues será a costa de los bolsillos de los ciudadanos, en especial trabajadores de las clases medias y empresarios como principales damnificados.

Se habla de una economía de guerra para hacer referencia a la forma en que se organizan las actividades económicas de un país durante determinados momentos en la historia en la que sufre un conflicto armado, o una fuerte convulsión en sus mercados, de forma que el tejido empresarial y su sistema productivo deben readaptarse, reorganizando sus industrias y la producción de bienes y servicios básicos, bien para apoyar a las necesidades de su ejército o bien para amortiguar el impacto económico del conflicto entre sus habitantes y afrontar los desafíos para preservar la estabilidad económica. Un ejemplo de ello es Ucrania que, desde la invasión, está adaptando parte de su modelo productivo y financiero.