Tribuna
La ministra de Economía y Empresa en funciones deambula pensativa por los pasillos de La Moncloa buscando como a un "pokemon" ese delgado equilibrio entre los pactos del futuro gobierno y los compromisos con Bruselas.
La ministra de Economía y Empresa en funciones deambula pensativa por los pasillos de La Moncloa buscando como a un "pokemon" ese delgado equilibrio entre los pactos del futuro gobierno y los compromisos con Bruselas.
A la ya reconocida desaceleración económica, se suman señales de alerta en el sector turístico, pues una elevada preocupación se está adueñando de la industria europea y en especial de la española. Hace poco, los datos mostraban una caída en el número de turistas que recibe España, en especial británicos y alemanes, a consecuencia de la fuerte competencia de otros destinos más atractivos como Egipto, Túnez o Turquía; también a los vaivenes del Brexit y la devaluación de la libra, así como la ralentización económica de Reino Unido y Alemania.
El pasado viernes 15 de febrero recibimos el anuncio de los comicios electorales para el día 28 de abril, algo que ya se anticipaba debido al rechazo en el Congreso de los PGE 2019, que hace prácticamente imposible que el actual Gobierno pueda llevar a cabo muchas de sus medidas económicas e ideológicas centradas en un fuerte aumento del gasto social y de la recaudación tributaria, todas ellas con un fuerte tinte electoralista.
No hay día en el que no se muevan mercancías a lo largo del planeta, sin embargo, los procesos logísticos muestran ineficiencias que se traducen en mayores costes y clientes insatisfechos. Por ello, es necesario impulsar la revolución que actualmente, y de la mano de las nuevas tecnologías, está teniendo la gestión de la cadena de suministro para conseguir un proceso más eficiente, eficaz y ágil que se adapte a las nuevas tendencias y cambios en el comportamiento de compra.
La economía europea comienza a mostrar signos de ralentización a la espera de los posibles efectos negativos de la política arancelaria de Trump, y es que uno de los principales ejes del comercio internacional afirma que la situación más beneficiosa para los países, en su actividad comercial, se alcanza a través del libre comercio, eliminando políticas proteccionistas, por la que cada país se especializa en la producción de aquello para lo que tiene ventajas comparativas. Lamentablemente, los modelos económicos no explican suficientemente las complejidades del mundo real.
El mercado inmobiliario está en clara mejoría, tanto en el sector residencial como empresarial, tanto en la compraventa de viviendas, como en el alquiler.
Tradicionalmente, la economía española ha presentado déficit comercial en sus actividades de comercio internacional, síntoma de falta de competitividad y de la fuerte dependencia del precio de los productos energéticos, como el petróleo. Sin embargo, desde hace unos años, bajo el paraguas de los bajos tipos de interés, la baja inflación y la contención salarial, España se está volviendo más competitiva respecto de otros países, lo que impulsa la mejora de nuestro comercio exterior.
Hace unos meses que Amazon anunció la compra de la cadena de supermercados Whole Foods en una clara apuesta por este tipo de negocio. Por esas fechas, hablábamos sobre la intención de Amazon de crear el supermercado del futuro, sin esperas, sin colas y sin cajeros, algo que ha estado probando intensamente desde el año 2016 con el objetivo de ponerlo comercialmente en marcha en 2017. Diversos problemas de adaptación tecnológica, pero, en especial, el análisis del comportamiento del consumidor y de sus rutinas de compra, han traído de cabeza al equipo responsable de afinar este revolucionario concepto de negocio llamado Amazon Go.
En los últimos años, tras el crecimiento espectacular del comercio electrónico y el uso progresivo de los dispositivos móviles, se debate sobre los nuevos formatos de las tiendas del siglo XXI mientras asistimos a cambios profundos en el sector minorista, tanto en el diseño de los espacios de la tienda como en los procesos de negocio que generan costes innecesarios e insatisfacción del cliente.