Periodista económico

Este Gobierno que tanto presumía del acuerdo entre los agentes sociales para justificar el incumplimiento de su promesa de derogar la reforma laboral, que se quedó en alumbrar un clon apenas maquillado de la reforma del Gobierno de Rajoy, opta ahora por el ordeno y mando autoritario para imponer una subida del salario mínimo interprofesional relegando y castigando a las empresas, que son quienes crean empleo y riqueza en la economías de mercado.

Con el tiempo suficiente para haber reflexionado sobre el esperpento del pasado jueves en el Congreso, con la experiencia de ser un veterano cronista parlamentario, tras haber consultado a juristas y políticos y a la espera de que los Tribunales decidan si tenemos o no reforma laboral, la única conclusión que se apunta con certeza es que como reza el título de la miniserie dirigida por Pau Freixas, todos mienten en esta tragicomedia de una clase política a la que el calificativo de mediocre le viene grande y que está convirtiendo las instituciones democráticas en un sainete desquiciado y haciendo del Parlamento un templo del mercadeo político con la colaboración inestimable de una injusta ley electoral que nadie se atreve a reformar.

Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Sirva este aforismo en que la sabiduría popular ha convertido los versos de Ramón de Campoamor para definir el contraste de datos que en menos de una semana hemos tenido en el mercado laboral. Porque sin dramatizar ni minimizar la subida del paro en 17.173 personas durante el primer del año, tenemos que admitir que enero es tradicionalmente un mes malo para el empleo por el fin de la campañas navideñas y que es el segundo mejor dato de toda la serie histórica detrás de 1998.

Presume Pedro Sánchez, a la luz de los resultados de la EPA, de que esta es la legislatura del Empleo. Lo que calla el Presidente es que si desde que está en el Gobierno se crea empleo, a pesar de sus políticas, es gracias a la reforma laboral de Fátima Báñez.

Si los problemas de la economía española y el retraso en la recuperación no fueran ya muchos y graves, nos encontramos ahora con la amenaza de una nueva y más dura crisis energética, servida en pleno invierno por las tensiones entre Rusia y Ucrania y que amenaza con traducirse en una fuerte subida de los precios que los expertos consideran de "consecuencias incalculables en un entorno de ya muy alta inflación a nivel mundial".

"España puede perder 30 años de éxito con el automóvil". La alarma la daba Carlos Tavares, consejero delegado de Stellantis. Y la confirma el presidente de Renault España y vicepresidente del grupo Renault, José Vicente de los Mozos, cuando admite que nuestro país está en riesgo de dejar de ser el segundo lugar en el ranking europeo de fabricantes de automóviles.

Mientras desde La Moncloa y los medios de comunicación sumisos se esforzaban en vender las semejanzas entre el SPD alemán y el PSánchez español y definían el encuentro entre sus líderes como un acontecimiento histórico para el Planeta, a Pedro Sánchez le ocurrió eso que dicen suceden a los vampiros, que cuando pronunció aquello de "nosotros los socialdemócratas" se miró en el espejo del canciller Olaf Scholz y no vio nada. Ni se veía él, ni le veía nadie.

Mientras la clase política y la opinión pública se entretienen con las bufonadas del inane ministro Garzón, el Gobierno ultima con premeditación y alevosía un nuevo hachazo fiscal, contrario a las rebajas impositivas de nuestros socios y competidores europeos, a las recomendaciones de la Comisión Europea y a lo que dicta la lógica económica para salir del furgón de cola de la recuperación.

Ya es de mal fario que sólo unos días después sacar pecho por los relativamente positivos del paro registrado en diciembre -mes tradicionalmente bueno por el efecto de las rebajas y las Navidades-, la factoría 'Sánchez&Díaz Producciones' se tope con Eurostat, la oficina europea de estadísticas, para devolverles a la dura realidad y recordar que España es el líder absoluto del desempleo de la UE, que por sexto mes consecutivo es la economía europea con mayor tasa de paro, el 14,1% duplicando la media de la zona euro, y que el desempleo juvenil llega al 30% con medio millón de menores de 25 años sin trabajo.

Sabido es que ese ministro de consumo inoperante y prescindible que es Alberto Garzón, al que ni le preocupa ni le ocupa el precio de la electricidad disparatado, siempre ha sido aficionado a las tentaciones de la carne.