Opinión

El vampiro y la orgía de deuda

Mientras desde La Moncloa y los medios de comunicación sumisos se esforzaban en vender las semejanzas entre el SPD alemán y el PSánchez español y definían el encuentro entre sus líderes como un acontecimiento histórico para el Planeta, a Pedro Sánchez le ocurrió eso que dicen suceden a los vampiros, que cuando pronunció aquello de "nosotros los socialdemócratas" se miró en el espejo del canciller Olaf Scholz y no vio nada. Ni se veía él, ni le veía nadie.

De hecho, mientras Scholz ha sido vicecanciller y ministro de Finanzas en el gobierno de gran coalición con los democristianos de la CDU y ahora gobierna con liberales y los verdes (que tampoco tienen nada que ver con los de aquí), Sánchez se coaliga con los populistas y comunistas y se apoya en los enemigos de la Constitución, de la unidad de España y en los herederos de los terroristas que conforman la liga de los Frankestein.

Pero, al margen de las diferencias estratégicas, de pensamiento y de comportamiento, de las palabras del canciller y de lo que se ha podido saber de las conversaciones se desprende que Scholz ha venido a España a recordarle a Sánchez que hay que volver a la estabilidad presupuestaria y que se acaba la orgía de déficit y deuda.

Como firme convencido del pacto de estabilidad y crecimiento la Alemania que preside está ya en la recta final para conseguir unas cuentas depuradas con un déficit del 4,3 por ciento y una deuda del 69,7% del PIB. Indicadores que se encuentran en los umbrales del 3% de déficit y 60% de PIB de endeudamiento que exigen las reglas fiscales europeas.

Son cifras que contrastan fuertemente con los pobres resultados de nuestras cuentas públicas con un déficit que supera ampliamente el 8% y una deuda que el Banco de España acaba de situar en el 121,5 de nuestro Producto Interior Bruto, siendo además el último país del mundo desarrollado en crecimiento y productividad con datos de la OCDE. Como contrasta también la política de rebajas de impuestos y ayudas directas a las empresas que ha puesto en marcha Scholz, frente a la política fiscal esquilmatoria y abusiva del sanchismo, o la composición de ambos gabinetes, 16 ministros en Alemania, frente los 23 miembros de la macrogranja del Gobierno de Sánchez.

Especialmente preocupa en Alemania y en Europa la gigantesca deuda pública que en España sigue creciendo por encima del 9% anual, que desde que gobierna Pedro Sánchez ha aumentado en 256.000 millones de euros y que con un déficit previsto por el Gobierno del 5%, si no, es más, en 2022 seguirá creciendo en términos absolutos, cuando el rescate del BCE a la economía española se sitúa en torno a 400.000 millones.

Un BCE cuyas tenencias de bonos españoles equivalen a más del 50% de nuestro PIB y cuyo Consejo de Gobierno ha decidido reducir paulatinamente la compra de deuda de los estados miembros este año, en unos momentos en que los expertos anuncian que el pago de los intereses va a tocar suelo y empezará a subir poco a poco durante 2022. Y aunque coinciden todos ellos en que la quiebra o el default de la cuarta economía del euro es impensable porque mermaría sensiblemente la credibilidad y la sostenibilidad del BCE y de la propia Unión Europea, si es también general la opinión de que pone en grave riesgo la llegada de nuevas partidas de los fondos europeos y, si llegan, lo harán con muy duras condiciones y bajo estricta vigilancia.

Los frugales con Holanda, Austria y la propia Alemania a la cabeza ya han empezado a moverse y no avisan en vano. Sobre todo, porque España entra en 2022 con una crisis macroeconómica, tiene todos los indicadores en desequilibrio, y microeconómica (autónomos, comercios y hostelería verán limitada su capacidad de venta) que se verá agravada por la inflación estructural y las posibles subidas de tipos, mientras que los gobiernos de los próximos cinco años están intervenidos política y financieramente. Que nos pille confesados.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky