La inflación se ha convertido en uno de los principales temores de los gestores de carteras y asesores patrimoniales, aunque todavía no está claro cuándo comenzar a preocuparse seriamente al respecto. El último ejemplo se produjo este pasado jueves, cuando se conoció el dato de inflación en Estados Unidos de mayo, que subió un 5% interanual, con el dato subyacente (sin tener en cuenta los alimentos y la energía) situándose en el 3,8%. Los inversores reaccionaron de manera contraria a lo que cabría haber esperado, seguramente porque aún se justifica como un efecto rebote de la recuperación de los meses fuertes de la pandemia del año pasado, al igual que ocurrirá con toda probabilidad con los datos de junio y julio.