Director de elEconomista

Cuando el viernes, 22 de octubre, la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, solicitaba en un tuit la reunión urgente de la comisión de seguimiento de la coalición de Gobierno llovía sobre mojado. El diálogo de sordos entre las dos vicepresidentas, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, hacía tiempo que había saltado por los aires. Díaz llevaba meses ninguneando a Calviño. Los papeles que presentaba para negociar con la patronal y los sindicatos no pasaban por la mesa de la vicepresidenta primera ni tampoco por la Comisión Delegada de Asuntos Económicos que preside.

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Una de las consecuencias positivas de la pandemia, quizá la única, fue la extensión de las comunicaciones online que permitieron sobrevivir desde bares o restaurantes a miles de empresas que utilizaron el teletrabajo para poder mantener su actividad.

Cataluña

El momento actual de Cataluña me recuerda mucha a Euskadi, donde viví y trabajé varios años. El buen ambiente para las relaciones laborales y personales en la sociedad vasca se rompía en el seno de las familias, divididas e incapaces en muchas ocasiones de sentarse juntas en la cena de Navidad por culpa del conflicto armado en el caso de Euskadi.

Desde que el Partido Comunista Chino (PCH) anunció su plan de reformas y de apertura económica, su objetivo era diferenciar la situación de pobreza del socialismo. Para ello, primero rompió con el régimen centralizado y luego permitió el enriquecimiento paulatino de una parte de la sociedad y de algunas regiones mediante el fomento de la inversión productiva. Así se construyó una sociedad moderna e interconectada como la china, en la que se producen los grandes avances del mundo en materias tan diversificadas como la tecnología, la biomedicina o las energías renovables con la colaboración público-privada. El objetivo de su presidente, Xi Jinping, al igual que el de sus predecesores es convertir a este gigantesco país en una sociedad en la que el sentimiento de igualdad no esté reñido con la riqueza, lo que el Gobierno de Pekín denomina prosperidad común.

China es la fábrica del mundo y también el origen del proverbio, que junto a las investigaciones del matemático y meteorólogo Eduard Lorenz, crearon una de las teorías del caos más conocidas: el efecto mariposa, según el cual el aleteo de un insecto en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York.

El animal político que lleva Sánchez en sus entrañas volvió a manifestarse esta semana. El martes, mantuvo a la veintena larga de ministros en vela a la espera del inicio del Consejo de Ministros. Sánchez comenzó pidiendo perdón por la tardanza, aunque matizó "creo que ha merecido la pena". En un encuentro mano a mano con la vicepresidenta Yolanda Díaz y los ministros de Presidencia, Félix Bolaños; de Derechos Sociales, Ione Belarra y de Hacienda, María Jesús Montero, acababa de desatascar las cuentas públicas para el próximo año, la condición sine qua non exigida por la Unión Europea para el desembolso de los fondos Next Generation.

La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, más preocupada por la supervivencia del lobo ibérico y por acelerar la transición energética que por el bolsillo del ciudadano, intentó solventar la subida de la luz metiendo la mano en la cuenta de resultados de las eléctricas en vez de reformar la tarifa. Este viernes tuvo que rectificar. El ministro de Seguridad Social e Inmigraciones, José Luis Escrivá también se equivocó al aceptar la indicación de las pensiones a los precios al consumo para lograr el apoyo de los sindicatos y de su propio Gobierno, pensando que la inflación se mantendría próxima a cero durante un tiempo casi infinito. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se sumó al carro de los errores al asumir incrementos de los sueldos de los funcionarios por encima del IPC y mantenerlos.

La economía española vive un momento dulce, si no es por los elevados precios al consumo, que encarecen los costes y restan poder adquisitivo a los ciudadanos. Las exportaciones están en récord al igual que la producción industrial, la compraventa de viviendas o el crecimiento. En este último capítulo, tanto la OCDE como el Banco de España revisaron esta semana sus previsiones al alza para este año y el que viene. España se situará a la cabeza de los países en desarrollo en crecimiento, pese al patinazo del segundo trimestre que mermará un punto a las previsiones. Hasta la creación de empleo, con más de 400.000 puestos de trabajo en lo que va de año, marcha mejor de lo esperado. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, saca pecho y asegura que concluiremos 2021 con una tasa de actividad similar a la de antes de la pandemia, eso sí, medida de un día para otro. El crecimiento en un instante, una métrica insólita que muestra lo que es capaz la propaganda oficial.

Que Sánchez es un hombre sin escrúpulos es algo conocido por todos. Antes de marcharse de vacaciones realizó una purga profunda en su Gobierno, en la que echó por la ventana a todo sospechoso de meter la pata, excepto al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, porque no le encontró sustituto.

El Gobierno estaba decidido a aprobar una subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en el consejo de ministros de esta semana. Pero lo aplazó después de darse cuenta de que la ruptura del diálogo social ponía en riesgo la negociación de otros aspectos esenciales, como son la reforma laboral, la prórroga de los Ertes, que debería decidirse antes de finales de mes, ó el incremento de las cotizaciones sociales para culminar la segunda fase de la reforma de las pensiones. El entendimiento que Sánchez ha logrado con Garamendi puede irse al traste por un puñado de euros.