Director de elEconomista

El consejo de administración del BBVA dio el pasado lunes el plácet a su presidente, Carlos Torres, a seguir adelante con la opa después un intenso debate interno. La operación fue aprobada por la unanimidad del consejo, como le gusta remarcar a la entidad. Pero antes de la votación generó muchos interrogantes entre sus miembros. “Las cifras aún no están claras”, señalan fuentes cercanas al órgano de administración.

El 30 de abril de 2024 fue un día marcado en rojo en el calendario de Carlos Torres y Josep Oliu. Ese día, los presidentes de BBVA y Sabadell, respectivamente, habían quedado para hablar sobre los términos de una oferta de compra de la entidad catalana, tres años y medio después de que Torres retirara otra propuesta de adquisición a mucho menor precio. El encuentro no llegó a celebrarse porque la filtración a un medio extranjero obligó a ambas entidades a reconocer la existencia de contactos ante la CNMV. Unos días más tarde, Oliu invitó a Torres a cenar a su casa con ocasión del torneo de golf Conde de Godó, que Sabadell patrocina en Barcelona. El presidente del Sabadell le insistió que no estaban interesados en vender, pero Torres contestó que no podía echarse atrás porque ya lo había aprobado su consejo.

Pocas metáforas podrían haber sido más elocuentes para calificar a comienzo de legislatura como Frankenstein al Gobierno de Pedro Sánchez. Según la novela de Mary Shelley, Frankenstein fue un monstruo construido a base de retazos de cadáveres, piltrafas humanas diseccionadas en la sala de autopsias de un hospital a causa de la demencia y la ambición de un doctor que pretendía reconstruir la vida clínicamente. Pero es en momentos críticos como el actual cuando se pone a prueba el engendro.

La economía española va como un cohete, con tasas de crecimientos muy superiores a la media de la UE. Así en el periodo que va de 2022 a 2024, el crecimiento español fue del 6,2%, del 2,7% y de un 3,2 % frente al 4,7%, el 1,5% y el 2,4% europeo. Sin embargo, la percepción ciudadana sobre su situación económica es negativa. Para el 80% de los hogares, la situación oscila entre regular y mala. A ello contribuyen factores como la fuerte subida de la vivienda, que la ha convertido en un bien inaccesible para la mayoría de los ciudadanos, sobre todo en las grandes ciudades; o la precariedad en el empleo, pese a que la vicepresidenta Díaz presume de haber disparado el número de trabajos permanentes, gracias a la trampa estadística de los fijos discontinuos.

La Conferencia de Presidentes celebrada este viernes terminó en un sonoro fracaso, pese a la presencia de SM el Rey. Con los temas de corrupción de fondo y en vísperas de una manifestación contra el Gobierno de Sánchez es difícil, si no imposible, que el PP acceda a algún tipo de acuerdos. La financiación singular concedida por la vicepresidenta María Jesús Montero a Cataluña para facilitar el acuerdo con ERC para la investidura de Salvador Illa, así como la condonación de la deuda levantan ampollas en el resto de España. El principio de ordinalidad que incluye la propuesta, por el que una autonomía no debe recibir del Estado una cantidad inferior a otra que aporte menos es imposible de trasladar a las demás, porque fractura la solidaridad y perjudica a las regiones con menos recursos.

El Banco de España estima que el precio medio de la vivienda está sobrevalorado entre el 1,1 y 8,5% por la elevada demanda frente a una oferta restringida y por el aumento de las rentas de los hogares. El estudio no habla de burbuja, pero sí reconoce que esta sobrevaloración se ha duplicado en un año, cuando se estaba entre el 0,8 y el 4,8% por encima de la media de largo plazo. No hay más que echar un vistazo a cualquier portal inmobiliario para comprobar que las viviendas, ya sea para venta o para alquiler, tienen precios prohibitivos, sobre todo en grandes ciudades donde se concentra la demanda, como Madrid o Cataluña.

Donald Trump, tenía un plan cuando llegó a la Casa Blanca: Un aumento generalizado de aranceles a todos los países, sobre todo a China y Europa, sus grandes socios comerciales, para financiar los déficit fiscal y comercial y renovar la bajada de impuestos. Cuatro meses después, sus planes hacen agua por todas partes. Tuvo que dar marcha atrás con los aranceles, porque el dólar se desplomó y presionó sobre el coste de la deuda y luego los tumbaron en los tribunales; también tuvo que frenar su plan de recorte del gasto público, que en un primer momento encargó a su amigo Elon Musk, y ahora se enfrenta a más recortes impopulares.

Los índices bursátiles a ambos lados del Atlántico acarician sus máximos históricos, mes y medio después del hundimiento provocado por el Día de la Liberación, en el que Trump anunció sobre una pizarra la tabla de aranceles para todo el mundo. Sin embargo, las piezas del puzzle no acaban de encajar. El resultado de las negociaciones comerciales tras la tregua de 90 días concedida por Trump es incierto. El presidente de Estados Unidos amenazó este viernes con aranceles del 50% a Europa, unos días después de que Bruselas recuperara el plan para gravar las exportaciones estadounidenses con 95.000 millones.

En menos de una semana hemos pasado de juzgar las condiciones para la adquisición de Sabadell por BBVA a buscarle un novio en el panorama nacional, antes de conocer siquiera cuál será la decisión final del Gobierno. Si pondrá condiciones insalvables o vetará la fusión ó si por, el contrario, la facilitará.

El número de afiliados a la Seguridad Social superó en abril, por primera vez en la historia, la barrera de los 21,5 millones y la ocupación subió en 231.000 personas gracias al tirón de la Semana Santa, lo que permitió que el paro se sitúe en poco más de dos millones y medio, la cifra más baja desde 2008. El Gobierno se refugia en estas buenas cifras laborales y en las del crecimiento, el más alto de los países desarrollados, para seguir apretando en su política fiscal y laboral.